Una 'pantera' en Madrid
El subcampe¨®n ol¨ªmpico de 100 metros, Francis Obikwelu, estuvo a punto de dedicarse a la alba?iler¨ªa tras una reciente y grave lesi¨®n
Todos los d¨ªas menos en domingo. Todos los d¨ªas, sobre las doce, el hombre m¨¢s r¨¢pido de Europa se confunde con la sombra de un pino, en un recodo de la pista de atletismo que hay junto al Consejo Superior de Deportes, en Madrid. All¨ª, sometido al an¨¢lisis artesano de Manuel Pascua, lleva casi un a?o aprendiendo a correr. Descansa, se repone, y vuelve a colocarse en los tacos. Se impulsa y corre. Tres galopadas de 40 metros, una de 100, otra de 200. Un minuto de esfuerzo m¨¢ximo diario en el que parece que el tiempo se detiene. Traslada su cuerpo de 1,95 con elegancia felina y suelta el aire con un sonido prehist¨®rico: "?Hug, hug, hug, hug, hug...!". Luego termina y se va andando con paso cansino por la Avenida de Valladolid, a orillas del Manzanares y la M-30. Como si no tuviera magia. Perdi¨¦ndose entre la gente, bajo un cielo marr¨®n de di¨®xido de carbono. Se refugia en su piso de dos ambientes y termina la jornada en la cama, durmiendo durante horas, viendo pel¨ªculas, comiendo, y volviendo a dormir. As¨ª todos los d¨ªas menos en domingo, cuando interrumpe la rutina para dedicarse a Dios.
"Un d¨ªa vimos a un t¨ªo cojo y no le reconocimos. Hizo los 100 metros en 10,50s; no lo cre¨ªamos"
"En ?frica, si te rompes un hueso, se le rompe el hueso a un pollo; si ¨¦l mejora, t¨² mejoras"
"No me interesa el dinero; tengo un lugar en el cielo porque soy un buen cristiano"
A los 17 a?os Francis Obikwelu sab¨ªa c¨®mo acercarse a los leones, c¨®mo coger los mangos m¨¢s dulces, c¨®mo curar las heridas de los pies descalzos, y c¨®mo andar por la selva a la hora en que las serpientes no atacan. Tambi¨¦n sab¨ªa que sus dos piernas eran las m¨¢s r¨¢pidas del mundo y que su larga zancada le pod¨ªa trasportar a una velocidad sostenida durante medio kil¨®metro. Pero viv¨ªa en un territorio del interior de Nigeria, sin entrenadores y sin m¨¦dicos. Hab¨ªa dejado el colegio a los 15 porque sus padres no pod¨ªan pag¨¢rselo y pose¨ªa una t¨¦cnica de carrera muy pobre. Su pierna derecha no le funcionaba del todo bien; pero a pesar de eso corr¨ªa los 200 metros en 21,16 segundos. Eso le vali¨® para disputar el Mundial Juvenil celebrado en Lisboa en 1996. Cuando termin¨® decidi¨® quedarse en Europa de manera clandestina. Solo y ante un futuro incierto. Se dijo: "Si pude sobrevivir en ?frica, puedo sobrevivir en cualquier parte".
Desde finales de 2003 Obikwelu sobrevive al aire contaminado de Madrid. Ocho a?os despu¨¦s de dejar ?frica, nacionalizado portugu¨¦s, su talento ha florecido en un lugar insospechado. Entren¨¢ndose con el grupo de atletas que dirige Manuel Pascua Piquera, en el Centro de Alto Rendimiento, el velocista se ha sobrepuesto a sus problemas f¨ªsicos y t¨¦cnicos. La progresi¨®n culmin¨® con la plata ol¨ªmpica en la final de 100 metros de Atenas, una distancia demasiado corta para sus condiciones naturales. En una de las carreras m¨¢s r¨¢pidas de la historia y un a?o despu¨¦s de que le dieran por acabado. Un a?o despu¨¦s de haber decidido dejar el atletismo. Carcomido por el dolor en su pierna maltrecha, incapaz de correr r¨¢pido y harto de la vida "no natural" de Europa.
"Nac¨ª en Onitsha, en el este de Nigeria", dice el atleta, sentado en su esquina preferida de la pista del Centro de Alto Rendimiento, bajo unos pinos pi?oneros. "Me cri¨¦ en el campo. Rodeado de bosques, de verde, en un lugar hermoso. Todo natural. Comenc¨¦ a correr en el campo. Yo y mis amigos. Corr¨ªamos descalzos, porque en la selva los zapatos son un estorbo. A veces nos her¨ªamos los pies con espinas pero no hab¨ªa problema. Acud¨ªamos a un ¨¢rbol del que extra¨ªamos una resina cicatrizante y nos cur¨¢bamos".
Cuando no estaba en la selva, el deporte que amaba Obikwelu era el f¨²tbol. Jugaba en el colegio junto a compa?eros que llegar¨ªan muy lejos, como Nwanku Kanu, que fich¨® por el Inter y el Arsenal. "Pero un d¨ªa", recuerda; "cuando ten¨ªa doce a?os, jugando un partido me dieron una patada muy fuerte en la rodilla derecha. Desde entonces no pude jugar al f¨²tbol de nuevo porque sent¨ªa mucho dolor. Me daba miedo. Tuve que dedicarme a correr, poco a poco, para dejar que la rodilla se curase por s¨ª misma durante un a?o, seg¨²n la medicina tradicional. Y as¨ª empec¨¦ en el atletismo".
Obikwelu nunca supo el alcance de su lesi¨®n. Las radiograf¨ªas no estaban muy extendidas en Onitsha, y tampoco eran del gusto de los curanderos que lo trataron. "En Nigeria", dice el atleta; "tenemos doctores tradicionales que trabajan con las plantas. Ellos saben qu¨¦ planta aplicar en cada caso. Exprimen las hierbas y te recubren la rodilla con un emplasto. A veces recurren a otros m¨¦todos. En ?frica, cuando alguien se rompe un hueso, cogen un pollo, le rompen el hueso de la pata, y comienzan a curar el hueso del pollo al tiempo que el tuyo. De esa manera tu hueso se cura naturalmente, junto con el hueso del pollo. A medida que el pollo mejora, tu rodilla mejora tambi¨¦n. Es maravilloso. ?Fant¨¢stico! Pero ocurre. Tu ves que cuando el pollo comienza a caminar bien, t¨² comienzas a caminar bien. Perfecto. Es una manera muy natural de curar pero los europeos no nos han dado la oportunidad de aplicar esa ciencia".
"Cuando me qued¨¦ en Lisboa", dice Obikwelu; "dej¨¦ de tratarme seg¨²n la medicina africana. Ah¨ª comenzaron a darme medicamentos, vitaminas, y esas cosas a las que mi cuerpo no estaba acostumbrado. Y mi rodilla comenz¨® a dolerme cada d¨ªa m¨¢s. En Nigeria la rodilla s¨®lo me hab¨ªa dado problemas cuando jugaba al f¨²tbol pero en Portugal comenz¨® a dolerme al correr. Y en 2000 me romp¨ª los ligamentos cruzados".
Manuel Pascua y su esposa Mar¨ªa Jos¨¦ Mart¨ªnez han hecho un trabajo de reconstrucci¨®n y reeducaci¨®n. Preparan met¨®dicamente a Obikwelu desde octubre del a?o pasado. Entre el gimnasio y la pista, Pascua registra todo con ojo cl¨ªnico y emite dict¨¢menes breves y cortantes. Mar¨ªa Jos¨¦ pone el toque maternal, la palabra tranquilizadora.
Con su barbilla y su sombrero de ala ancha, Pascua es parte del paisaje del Centro de Alto Rendimiento. "?Esto es como la poes¨ªa!", grita, a un costado de la pista, siguiendo los gestos del velocista en la salida de los tacos; "?o se hace bien o no se hace!".
El t¨¦cnico ha seguido al velocista desde que lleg¨® a Europa: "Era un corredor de unas grandes condiciones f¨ªsicas naturales que se vieron truncadas por una lesi¨®n muy grave. Se oper¨® en Canad¨¢ y en 2001 estuvo bastante mal. En 2003 no pudo hacer ni la primera eliminatoria de 200 del Mundial de Paris. Esa misma noche decidi¨® retirarse. "Trabajar¨¦ de alba?il, que fue de lo que empec¨¦", dijo. "Mi rodilla ya no funciona".
"En Portugal", se asombra Pascua; "se entrenaba con un entrenador que no sab¨ªa mucho. No hac¨ªa un trabajo sistem¨¢tico. Se limitaba a tomarle los tiempos. Y as¨ª se rompi¨®. Varias veces le propuse que se viniera a Madrid, pero me dec¨ªa que no pod¨ªa dejar a su entrenador en Lisboa: 'Vive solo y lo ¨²nico que tiene para vivir es el sueldo que le paga la federaci¨®n portuguesa por entrenarme. Si lo dejo, no le pagan. Y si no le pagan se muere". Fue Mar¨ªa, con su toque maternal, la que convenci¨® a Obikwelu para que se trasladase a Madrid. Le dijo: 'T¨² eres un verdadero talento. ?C¨®mo te vas a retirar con 24 a?os?".
En 2003 Obikwelu ten¨ªa un problema que habr¨ªa inutilizado a la mayor¨ªa de los atletas en una prueba, la velocidad, que exige perfecci¨®n total. Estaba cojo. Tan cojo que hoy todav¨ªa es incapaz de estirar la pierna derecha completamente. "Imag¨ªnate c¨®mo estaba cuando lleg¨®", dice Luismi Berlanas, el fondista de 3.000 del grupo de Pascua. "Un d¨ªa vimos un t¨ªo cojo y no le reconocimos. Hizo los 100 metros en 10,50 segundos y no lo pod¨ªamos creer".
La morfolog¨ªa de Obikwelu, de casi dos metros de altura, le aleja del arquetipo del velocista porque a los altos el impulso nervioso les llega m¨¢s tarde. Su zancada de 2,55 metros le convierte en una m¨¢quina perfecta para los 400. Pascua cree que en cuatro a?os puede batir el r¨¦cord de Michael Johnson. Sin embargo, antes de lanzarlo a distancias m¨¢s largas, crey¨® conveniente comenzar por reeducar su t¨¦cnica en los 100.
Hasta el a?o pasado, Pascua recuerda que Obikwelu "corr¨ªa contra la mec¨¢nica de su carrera; de una forma natural". No llevaba la cadera hacia adelante, levantaba la rodilla en exceso, golpeaba el aire y ten¨ªa los pies blandos. "Los velocistas necesitan fortalecer los m¨²sculos plantares para conseguir en cada zancada el efecto del bote de un bal¨®n inflado", argumenta Pascua. "Si tienen los pies blandos es como hacer botar una pelota desinflada. No rebota. En la velocidad el apoyo es fundamental porque dura 90 milisegundos y de ¨¦l depende que el cuerpo se traslade dos metros y medio. El golpe contra la pista tiene que ser perfecto y el pie tiene que estar duro y con su arco bien formado porque en cada apoyo se hace una fuerza de 300 kilos".
Desde los pies a la cadera, el sistema de Obikwelu fue revisado y fortalecido a fondo para mantenerlo suficientemente r¨ªgido a la hora de la carrera. Pascua lo trat¨® con un trabajo de poco peso y muchas repeticiones en las m¨¢quinas del gimnasio. En la pista, el entrenador mejor¨® las salidas. Hasta este a?o, Obikwelu lo hab¨ªa librado todo a su poder¨ªo en los metros finales. Pero sol¨ªa empezar desde atr¨¢s. "Antes no impulsaba los tacos", dice Pascua; "daban la salida y sal¨ªan todos menos ¨¦l. Sacaba los pies y hasta que no estaba de pie no empezaba a correr".
En manos de Pascua, en febrero, Obikwelu bati¨® el r¨¦cord europeo en pista cubierta baj¨¢ndolo de 6,64 a 6,56 segundos. En julio derrot¨® a Greene y gan¨® el hect¨®metro en la reuni¨®n de Par¨ªs con 10,06. En la final ol¨ªmpica volvi¨® a derrotar a Greene con una marca que revela sus dotes de competidor: hizo su mejor tiempo, 9,86, r¨¦cord europeo y r¨¦cord africano. Fue una de las finales m¨¢s r¨¢pidas de la historia y Obikwelu la perdi¨® por una cent¨¦sima. "Fue una pena", dice; "porque me lo estaba pasando muy bien. Ve¨ªa que todo el mundo estaba tenso, como en la guerra, y yo me re¨ªa. Si hubiera visto a Gatling lo hubiera cogido".
Obikwelu estaba tan feliz de poder disputar una final que antes de la carrera bail¨® el sirtaki que se o¨ªa por la megafon¨ªa del estadio. Algo ins¨®lito. Raro para los estadounidenses y los brit¨¢nicos, pero normal para ¨¦l. Alguien que s¨®lo sale de su estado depresivo cuando corre. "En Madrid vivo como un profesional", dice. "Entreno, duermo, entreno, duermo... Nada de vida natural. No salgo, no doy un paseo por el campo, no puedo respirar aire... Todo est¨¢ polucionado. Es dif¨ªcil pero no puedo hacer nada. Tengo que seguir adelante".
"Cuando no pod¨ªa correr sin dolor nada ten¨ªa sentido para m¨ª", dice. "Siempre sent¨ª que mi cometido en la vida era correr r¨¢pido. Para eso necesito dos horas de calidad y mucho descanso. Yo duermo cinco horas de siesta, adem¨¢s de la noche. Si no duermes, si te pasas metido en las discotecas, si dedicas el tiempo a las mujeres... No puedes ser un profesional. Lo dec¨ªa Michael Johnson. No puedes hacer ciertas cosas al mismo tiempo. O las mujeres o el entrenamiento. O te olvidas del entrenamiento, o te olvidas de las mujeres. S¨¦ que si corro r¨¢pido, vendr¨¢n un mont¨®n de mujeres. Si corro mal, me quedar¨¦ solo. Si tienes dinero todo va bien, si no lo tienes, nadie vendr¨¢ a buscarte. Esa es la clase de mundo en el que vivimos".
Para evitar tentaciones materialistas, Obikwelu ha dejado el Mercedes Benz en su pa¨ªs adoptivo, Portugal, donde se le considera un h¨¦roe. En Madrid, donde pasa desapercibido muy a su gusto, su medio de transporte son sus piernas o el autob¨²s.
Obikwelu, que mantiene a sus cuatro hermanos y es el padrino de los atletas nigerianos cada vez que necesitan dinero, dice que no le interesa hacerse rico. Que tiene "un lugar en el cielo" porque es un buen cristiano. Que tiene otros planes y est¨¢ cansado. "Me retirar¨¦ despu¨¦s de los Juegos de Pek¨ªn", aventura. "Quiz¨¢ me case el a?o que viene; si encuentro una chica. Estoy buscando. He encontrado tres mujeres y ahora tengo que conocerlas mejor. Una es de Lagos, la otra de Ghana, la otra del interior de Nigeria. Mi sue?o es tener ni?os y vivir en una granja, con ellos, en ?frica".
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