Los efectos econ¨®micos de la subida del petr¨®leo
El autor explica las 'rondas' de efectos que la escalada de los precios del crudo tiene sobre la econom¨ªa e insta a los Gobiernos a impulsar el desarrollo de energ¨ªas alternativas.
Los aumentos fuertes de los precios petrol¨ªferos producen a corto plazo y simult¨¢neamente una reducci¨®n del PIB real y un aumento de la tasa de inflaci¨®n en los pa¨ªses que son importadores netos de sus productos. Estos son los efectos llamados de "primera ronda" que suelen dar lugar a situaciones de "estancamiento con inflaci¨®n". De ah¨ª que no sean f¨¢ciles de manejar, a corto plazo, por la pol¨ªtica econ¨®mica. En el choque petrol¨ªfero de 1973-1975, la reacci¨®n de las pol¨ªticas fiscales de los pa¨ªses de la OCDE fue expansiva para compensar la ca¨ªda del PIB y la de las pol¨ªticas monetarias de sus bancos centrales fue acomodaticia de su efecto inflacionista, con lo que la actividad econ¨®mica se recuper¨® con relativa rapidez pero la inflaci¨®n se dispar¨®. En el choque de 1979-1982, que fue m¨¢s violento, la reacci¨®n de la pol¨ªtica fiscal fue neutral en lugar de expansiva y la pol¨ªtica monetaria fue restrictiva con lo que se mantuvo la inflaci¨®n dentro del objetivo pero a costa de una ca¨ªda considerable del PIB de la OCDE. El aprendizaje de los dos primeros choques hizo que el derivado de la primera guerra de Irak en 1990 y 1991, menos fuerte, fuese manejado m¨¢s eficientemente, con una expansi¨®n fiscal y una restricci¨®n monetaria.
Es necesario desarrollar el uso del hidr¨®geno para el transporte, la energ¨ªa solar y una nueva nuclear
Los pa¨ªses mediterr¨¢neos son importadores netos de crudo y, por tanto, los m¨¢s vulnerables a una crisis
A medio y largo plazo, su "segunda ronda" de efectos afecta tanto a la oferta, es decir a toda la producci¨®n industrial y de servicios y a su estructura, como a la demanda de consumo por la ca¨ªda del poder adquisitivo de los consumidores y, autom¨¢ticamente, tambi¨¦n a la de inversi¨®n. La fuerte subida de los precios relativos del petr¨®leo en 1973 y en 1979 tuvo importantes efectos sobre la estructura industrial ya que sus altos niveles se mantuvieron durante casi dos d¨¦cadas. Las industrias m¨¢s intensivas en el consumo de energ¨ªa dejaron de ser competitivas produciendo fuertes recesiones industriales y regionales y bolsas de elevado desempleo en varios segmentos de la fuerza laboral. Como no pod¨ªan ser todos reempleados, bien por ser mayores o de baja cualificaci¨®n, aument¨® el desempleo estructural que no pod¨ªa compensarse con la pol¨ªtica macro expansiva, que fue lo que se intent¨®, con lo que se cre¨® m¨¢s inflaci¨®n, haciendo que los bancos centrales tuvieran que mantener pol¨ªticas monetarias restrictivas durante un largo periodo.
Las industrias muy dependientes del petr¨®leo y del gas con una elevada elasticidad-precio tuvieron que cerrar mientras que aquellos sectores con baja elasticidad al precio, por no disponer de energ¨ªas alternativas, como el transporte, aumentaron su participaci¨®n en la utilizaci¨®n total de dicha materia prima desde el 45% en 1970 al 70% en los a?os noventa. A este efecto ayud¨® el hecho de que, puesto que la gasolina y el gas¨®leo al por menor pagan unos impuestos muy elevados, los aumentos de precio del crudo ten¨ªan efectos bastante menores sobre el precio final en las gasolineras. El problema es que al carecer de energ¨ªas sustitutivas, cada nueva reducci¨®n de la oferta de petr¨®leo no puede ser contrarrestada por una ca¨ªda de su demanda, con lo que el alza del precio es cada vez mayor.
Por ¨²ltimo, cada aumento del precio relativo del petr¨®leo hace que aumente la actividad de exploraci¨®n y la puesta en funcionamiento de pozos que hasta entonces no eran competitivos y que aumente tambi¨¦n la conservaci¨®n energ¨¦tica y el desarrollo de formas alternativas de producci¨®n energ¨¦tica, que son las ¨²nicas formas efectivas de aminorar su impacto a largo plazo. Naturalmente dichos efectos, de "primera ronda", ser¨¢n mayores cuanto mayor sea la dependencia importadora o la vulnerabilidad energ¨¦tica del pa¨ªs en cuesti¨®n. Existen dos maneras de medir dicha vulnerabilidad:
La primera es a trav¨¦s de la p¨¦rdida de renta producida por el mayor precio de sus importaciones de petr¨®leo y de gas, cuyos precios est¨¢n correlacionados, lo que resulta en un deterioro de su balanza de pagos por cuenta corriente y de su "relaci¨®n real de intercambio", derivada del mayor aumento de sus precios de importaci¨®n que de sus precios de exportaci¨®n que produce. Cuanto mayor es el porcentaje de importaci¨®n neta de petr¨®leo de un pa¨ªs, en porcentaje del PIB, mayor ser¨¢ la p¨¦rdida de poder adquisitivo del mismo y mayor ser¨¢ su p¨¦rdida de actividad econ¨®mica y de renta neta.
La segunda es a trav¨¦s de la p¨¦rdida de poder adquisitivo y de renta de sus consumidores que se produce por el aumento de la tasa de inflaci¨®n al consumo en el pa¨ªs en cuesti¨®n. Cuanto mayor es el porcentaje del consumo energ¨¦tico en el total de su PIB, mayor es su impacto sobre los precios al por mayor y al consumo y, consecuentemente, mayor es la p¨¦rdida de renta de las empresas y de los consumidores. El mayor o menor aumento de la inflaci¨®n, a medio plazo, depender¨¢ de c¨®mo reaccione, aumentando los tipos de inter¨¦s o no, el banco central de cada pa¨ªs o regi¨®n, pero dichos aumentos podr¨¢n tener tambi¨¦n un coste para la actividad a corto plazo.
La p¨¦rdida total calculada por ambas medidas de vulnerabilidad ha sido menor conforme los pa¨ªses m¨¢s vulnerables han llevado a cabo medidas de ahorro energ¨¦tico y de desarrollo de fuentes alternativas para reducirla, lo que ha ocurrido en los ¨²ltimos 25 a?os. De hecho, para el conjunto de los pa¨ªses de la OCDE, las importaciones netas de petr¨®leo y gas eran del 1,1% del PIB, en 1970, subieron al 2,4% en 1978, pero cayeron al 1,9% en 1990 y al 0,9% en 2002. Sin embargo, lo contrario ha ocurrido con el consumo de crudo en porcentaje del PIB, que ha ido subiendo hasta el 0,8% del PIB en 1998 y el 1,6% en 2002, fundamentalmente por un mayor crecimiento, renta y poder adquisitivo de algunos pa¨ªses, como es el caso de Espa?a entre otros.
L¨®gicamente, dentro de los pa¨ªses de la OCDE la situaci¨®n es muy diferente ya que hay pa¨ªses que son exportadores netos de petr¨®leo y/o gas, como Canad¨¢, Noruega, Reino Unido, Dinamarca y M¨¦xico, mientras que otros, como casi todos los europeos continentales, son importadores netos y, dentro de estos ¨²ltimos, unos tienen mayor producci¨®n nacional que otros. Lo mismo ocurre con el porcentaje del consumo en el PIB cuya dispersi¨®n dentro de los pa¨ªses de la OCDE es muy elevada, desde el entorno del 1% del PIB en Suiza, Dinamarca, Noruega, Irlanda y Austria, que tienen industrias manufactureras ligeras y poco consumidoras, o del entorno del 1,2% de Suecia, Francia y Alemania que han tomado fuertes medidas de ahorro energ¨¦tico y de b¨²squeda de otras fuentes alternativas. Los pa¨ªses con mayor consumo y mayores importaciones netas y, por tanto, con mayor vulnerabilidad son los pa¨ªses mediterr¨¢neos, como Italia, Espa?a, Portugal y Grecia, que son, adem¨¢s, los que han hecho un menor esfuerzo de ahorro energ¨¦tico. Espa?a, con unas importaciones netas del 2,1% del PIB y un consumo del 2,2% del PIB es uno de los pa¨ªses m¨¢s vulnerables de la OCDE, s¨®lo superado por Grecia, con el 2,8% y 2,8%, respectivamente y Portugal con el 2,6% y 2,6% respectivamente del PIB.
A modo de ejemplo, si se hace una simulaci¨®n, como siempre arbitraria, de los precios del petr¨®leo y gas, y se supone que, habiendo sido los precios medios de 2002 de 25 d¨®lares por barril, en 2004, fueran a mantenerse alrededor de los 40 d¨®lares por barril, que es el precio aproximado actual, es decir una subida del 60% en su precio en tres a?os, los resultados para Espa?a ser¨ªan los siguientes: la p¨¦rdida acumulada de renta derivada del deterioro de la "relaci¨®n real de intercambio" por el tama?o de las importaciones en porcentaje del PIB, ser¨ªa del 1,2% del PIB a lo largo de esos tres a?os y la p¨¦rdida de poder adquisitivo de los consumidores derivada del impacto de una mayor tasa de inflaci¨®n sobre el consumo de crudo en porcentaje del PIB, ser¨ªa del 1,3% a lo largo de los tres a?os, es decir, un 0,4% y un 0,43% de promedio anual de p¨¦rdida de PIB respectivamente. Para el conjunto de la OCDE la ca¨ªda de renta ser¨ªa menor, de 0,54% y de 0,96% en los tres a?os, es decir, de un 0,18% y un de 0,32% anual respectivamente.
Ahora bien, en esta simulaci¨®n no se ha computado el efecto compensador que ha supuesto la apreciaci¨®n del euro a lo largo de dicho per¨ªodo de tres a?os, lo que reducir¨ªa parcialmente dicha p¨¦rdida, ya que el precio del brent en euros no ha superado nunca los 35 euros y el promedio ha sido de unos 30 desde 2002 hasta hoy. Esta p¨¦rdida podr¨ªa mantenerse a largo plazo si no se encuentran y desarrollan r¨¢pidamente otras fuentes de energ¨ªa alternativas, como por ejemplo el hidr¨®geno para el transporte, la energ¨ªa solar o una nueva energ¨ªa nuclear que reutilice los desechos nucleares para la electricidad, con lo que el crecimiento potencial de las econom¨ªas de la OCDE y especialmente el de los pa¨ªses europeos podr¨ªa ser menor del esperado en las pr¨®ximas d¨¦cadas, dado que el precio del petr¨®leo no parece que vaya a tender a la baja a largo plazo. Si podr¨¢ hacerlo, por el contrario, a corto o medio plazo, cuando mejore la oferta de grandes pa¨ªses productores como Irak, Nigeria y Venezuela, tras superar sus problemas actuales, as¨ª como cuando cedan los factores especulativos que ahora aceleran su precio.
Guillermo de la Dehesa es presidente del CEPR (Centre for Economic Policy Research).
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