Deporte sin barreras
El autor sostiene que hay que subsanar con urgencia el hecho de que Espa?a forme parte de la ¨¦lite del deporte paral¨ªmpico mientras que el porcentaje de discapacitados federados est¨¢ siete veces por debajo de la media de la poblaci¨®n.
En el ocaso de la guerra fr¨ªa, Juan Antonio Samaranch, entonces presidente ejecutivo del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, demostr¨® visi¨®n de futuro y liderazgo. Consciente de la urgencia de dar respuestas a las amenazas que se cern¨ªan sobre los Juegos, tras dos boicoteos parciales sucesivos en Mosc¨² y Los ?ngeles, propuso varias iniciativas de cuyo acierto el mejor exponente es la pujanza actual del movimiento ol¨ªmpico, mayor a¨²n si cabe tras el rotundo ¨¦xito de los Juegos de Atenas.
Una de las decisiones adoptadas fue que a partir de Se¨²l, en contra de lo que se ven¨ªa haciendo hasta entonces desde 1964, los Juegos Ol¨ªmpicos y Paral¨ªmpicos se celebrasen en la misma ciudad, de manera sucesiva, compartiendo los deportistas participantes en ambos las mismas instalaciones de alojamiento y de competici¨®n.
El ingl¨¦s sir Ludwig Guttman fue el gran impulsor del deporte paral¨ªmpico. Este neurocirujano del hospital de Stoke Mandeville, en Aylesbury, que atend¨ªa a un amplio grupo de pacientes parapl¨¦jicos a consecuencia de las heridas sufridas durante la II Guerra Mundial, organiz¨® los primeros Juegos Internacionales en Silla de Ruedas, al mismo tiempo que se celebraban en Londres los Juegos Ol¨ªmpicos de 1948. Doce a?os despu¨¦s, Roma acog¨ªa la primera edici¨®n de los Paral¨ªmpicos, con 400 deportistas procedentes de 23 pa¨ªses.
Desde entonces, el avance del deporte paral¨ªmpico ha resultado imparable. Sus pasos han ido en paralelo a la creciente demanda ciudadana que reivindica la inclusi¨®n social sin restricciones de las personas discapacitadas y el final de una discriminaci¨®n secular, cuyo ¨²nico fundamento son prejuicios at¨¢vicos hacia quien es distinto a los dem¨¢s. El principio ol¨ªmpico de "Deporte para todos" no admite exclusiones, sino que nos obliga a eliminar todas las barreras.
Los paral¨ªmpicos espa?oles han acudido a Atenas con una delegaci¨®n integrada por 155 deportistas. El objetivo es muy ambicioso. Se trata de revalidar en la capital ateniense la condici¨®n de Espa?a como potencia de primer orden en el deporte paral¨ªmpico, tal y como viene sucediendo desde Barcelona 92. En aquella ocasi¨®n, nuestros deportistas paral¨ªmpicos, que en Se¨²l ya tuvieron una actuaci¨®n notable y lograron 43 metales, se encaramaron de manera muy brillante hasta el quinto puesto del medallero. Un excepcional resultado deportivo, que supieron repetir en Atlanta y mejorar en Sidney, donde lograron el cuarto puesto y m¨¢s de un centenar de medallas.
En este ¨¦xito continuado durante m¨¢s de una d¨¦cada del deporte paral¨ªmpico espa?ol, merecedor de m¨¢s reconocimiento social y de mayor apoyo p¨²blico y privado, desempe?¨® un papel decisivo el acierto de la Ley del Deporte de 1990 al implantar un modelo federativo que agrupa a los deportistas seg¨²n el tipo de discapacidad. Ello nos permiti¨® dar un salto cualitativo y las nuevas federaciones deportivas espa?olas para ciegos, minusv¨¢lidos f¨ªsicos, discapacitados intelectuales, sordos y paral¨ªticos cerebrales pasar¨ªan de contar, a comienzos de la d¨¦cada pasada, con poco m¨¢s de 3.000 deportistas paral¨ªmpicos a sobrepasar, en tan s¨®lo un a?o, la cifra de 16.000 federados. Sin embargo, el n¨²mero de deportistas con alg¨²n tipo de discapacidad que actualmente est¨¢n inscritos en las distintas federaciones paral¨ªmpicas ha experimentado un preocupante descenso.
Es una anomal¨ªa que resulta urgente y de justicia subsanar. Mientras que, por una parte, formamos parte de la ¨¦lite mundial del deporte paral¨ªmpico, el porcentaje de personas discapacitadas federadas en Espa?a para practicar alg¨²n deporte sigue estando siete veces por debajo de la media del conjunto de la poblaci¨®n. Conviene recordar que en torno a 3,5 millones de personas padecen alg¨²n tipo de discapacidad en nuestro pa¨ªs y que uno de cada cuatro espa?oles tiene un familiar directo en esta situaci¨®n.
La lectura optimista de estos datos es constatar que el potencial de crecimiento de nuestro deporte paral¨ªmpico, si conseguimos hacerlo m¨¢s accesible, es muy considerable, tanto en lo referente a la alta competici¨®n como a la hora de hacer realidad el principio ol¨ªmpico de "Deporte para todos", que tiene validez universal. Es inaceptable que discriminaciones sin otra justificaci¨®n que los prejuicios hacia quienes son distintos perduren y condicionen de manera tan injusta la vida de los discapacitados.
Experimentar el placer de ganar y de competir, mejorar las habilidades propias, superar retos personales, sentir el entusiasmo que genera la actividad f¨ªsica y la autoestima que nos depara el conocimiento de nuestros propios l¨ªmites, son beneficios derivados de la pr¨¢ctica deportiva. Acceder a ellos es un derecho que debe estar al alcance de todos, en especial de quienes m¨¢s lo necesitan. Y si alguien todav¨ªa alberga dudas y prejuicios, que tenga el coraje de mirar con detenimiento c¨®mo compite en Atenas la ¨¦lite del deporte paral¨ªmpico.
Jaime Lissavetzky es secretario de Estado para el Deporte.
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