El oto?o feliz de Heras
Pese a un desfallecimiento final, el bejarano distancia a Valverde y aguanta a Perez
Ayer, a las 18 horas 30 minutos, en alg¨²n lugar del oc¨¦ano Atl¨¢ntico, la perpendicular de los rayos del sol cruz¨® el Ecuador y por primera vez en seis meses pas¨® al hemisferio sur. Hab¨ªa empezado el oto?o. Exactamente 34 minutos antes, en un lugar muy preciso del hemisferio norte, en el borde de la meseta norte de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, en la vertiente oeste de Gredos, en la Sierra de B¨¦jar, a 1.850 metros de altitud sobre el nivel del mar, a 1,5 kil¨®metros de la cima de la estaci¨®n de esqu¨ª de La Covatilla, Roberto Heras, escalador de B¨¦jar, de 30 a?os, hundi¨® la cabeza entre los hombros, se agit¨® r¨ªtmicamente, la boca seca, los ojos ocultos tras unas ins¨®litas gafas de sol, se aferr¨® al manillar como si en ello le fuera la vida y se dispuso a sufrir, a retrasar la llegada del oto?o.
"Heras es un perro viejo", confes¨® a un amigo Santi P¨¦rez, sudoroso a¨²n, no tan feliz como esperaba, ligeramente desalentado pese a haber terminado segundo la etapa -gan¨® otro ciclista oto?al y seguro, el colombiano F¨¦lix C¨¢rdenas, escapado desde el kil¨®metro cero, seguro ya, un a?o m¨¢s, con su maillot de rey de la monta?a, y con un brazo roto desde hace un mes-, pese a marchar segundo en la general, pese a haber contribuido al espect¨¢culo del d¨ªa, al hundimiento del joven Valverde, el ¨ªdolo de Espa?a. Heras, dorado como su maillot, le hab¨ªa enga?ado.
Varios minutos detr¨¢s del grupo del fugado C¨¢rdenas, el pelot¨®n, conducido por los azules del Liberty, por los del equipo de Heras, hab¨ªa recorrido los mismos paisajes guiado por gentes como Hruska y Andrle, como Koldo Gil y Baranowski, como Caruso y Serrano. Hab¨ªa menguado, diezmado, sufrido por las abrasadoras alturas -sol y m¨¢s de 30 grados el ¨²ltimo d¨ªa del verano-, desecado. Hab¨ªa asistido a intentos de maniobras de distracci¨®n elaborados por el grupo de Belda tales como Valverde a lo Armstrong fingi¨¦ndose torpe en Honduras, o Pascual Rodr¨ªguez, en plan cohete, atacando en los falsos llanos que llevan a la Covatilla, se hab¨ªa transformado en un grupo de 15 sudorosos que intentaban aguantar el ritmo desaforado que tras la desaparici¨®n de Serrano, el ¨²ltimo Liberty, hab¨ªa impuesto Quesada, el ¨²ltimo intento ficticio de los de Belda. Faltaba poco menos de siete kil¨®metros para la cima, se pasaba por las rampas m¨¢s duras, pero Heras, siempre atento, ten¨ªa el o¨ªdo fino. "M¨¢s despacio, Carlos", le oy¨® jadear a Valverde, rogarle a su compa?ero Quesada que levantara el pie, "m¨¢s despacio, que no puedo".
Heras ten¨ªa que atacar, necesitaba atacar, necesitaba tiempo, necesitaba alejar a Valverde, tan pegado (5s) en la general. Heras lo oy¨® y no dud¨®. Obligado por la necesidad, atac¨®. Gan¨® unos metros y se volvi¨® a mirar. Contempl¨® un panorama ideal. Vio a Valverde, casi le oy¨®, hacer bluff sobre la bici; vio a Mancebo, al invisible Mancebo, agarrarse al manillar, torcer el cuello y someterse a la ley del dolor para seguir su ritmo. Y vio tambi¨¦n a Santi P¨¦rez. Fresco como una rosa. Pura exhalaci¨®n. F¨¢cil. Heras lo vio ya pegado a su rueda y, en su interior, sonri¨®. Suspir¨®. Un compa?ero. El compa?ero ideal. El mejor escalador del momento. Con ¨¦l, juntos los dos, Valverde era hombre acabado. "El pacto fue t¨¢cito", dijo Saiz, director del Liberty. "Fue un acuerdo com¨²n", dijo ?lvaro Pino, director de P¨¦rez. "Si Santi quer¨ªa ganar la etapa ten¨ªa que colaborar con Heras". Fue un error, pens¨® luego Santi P¨¦rez, fue un error le dijeron luego sus amigos expertos. Santi P¨¦rez colabor¨® en¨¦rgicamente con Heras en el hundimiento de Valverde, en evitar que Mancebo, ayudado por Arrieta, otro de los fugados, se acercara, colabor¨® en todo lo que le fue bien a Heras. Y sigui¨® relevando hasta que, a falta de kil¨®metro y medio, pasado lo m¨¢s duro, se volvi¨® y vio que Heras ya no estaba a su rueda, que sin querer lo hab¨ªa dejado atr¨¢s. "Ni me di cuenta de que se quedaba", dijo P¨¦rez.
Pero Heras, en su oto?o, en su sufrimiento, tir¨® de computadora. Calcul¨® que P¨¦rez, al que ten¨ªa a casi dos minutos le sacar¨ªa medio minuto como mucho. Supo que Valverde estaba kaput y pens¨® que, quiz¨¢s, estaba ganando su tercera Vuelta en esos momentos. Y quiz¨¢s pens¨® tambi¨¦n que dentro de seis meses la perpendicular del sol volver¨¢ a cruzar el Ecuador hacia el hemisferio norte.
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