Montaigne y el mono

Michel Montaigne muri¨® al terminar el siglo XVI; Copito de Nieve, el mono albino del zoo de Barcelona, al empezar ¨¦ste. Le aplicaron la eutanasia, para librarle de los dolores de un c¨¢ncer de piel. Pero no es ¨¦ste el tema de la obra, ni hay un tema m¨¢ximo en ella: uno puede ser la consabida broma de que la inteligencia animal supera la del hombre, al enfrentar a Copito con su cuidador, o guardaespaldas, primitivo e inculto. Otra, las reflexiones sobre la muerte, tomando como referencia las de Montaigne -dicen que el primer ensayista de la historia-y sus c¨¦lebres 13 pensamientos sobre la muerte, a la que no hay que temer: un sene-quista (uno de sus ensayos est¨¢ dedicado a S¨¦neca). Est¨¢ la envidia (sana) del zoo de Barcelona con Copito de Nieve contra el de Madrid con el panda Chu Li (que muri¨® antes), y ciertos chistes sobre Barcelona y Madrid, sin mordacidad.

Est¨¢, claro, la interpretaci¨®n. Pedro Casablanc es el mono albino: adem¨¢s de su voz en los textos de Mayorga, su m¨ªmica, su desarrollo del animal enjaulado; con tal perfecci¨®n que el p¨²blico de invitados aplaudi¨® en pie al terminar la obra y no quer¨ªa dejarlo. Sin casi palabra, el mono negro que le acompa?a -Tom¨¢s Pozzi- es tambi¨¦n un mimo extraordinario y da el otro tema: la incomprensi¨®n aun viviendo en el mismo espacio, el dominio y la subordinaci¨®n, la amistad, la pena.