Col¨®n, quiz¨¢
El ADN no despeja las dudas acerca de si los restos del descubridor de Am¨¦rica descansan en Sevilla
"Var¨®n, adulto, de entre 50 y 70 a?os de edad, medianamente robusto y de tipo mediterr¨¢neo". ?ste es el perfil de la persona a la que pertenecen los restos enterrados en la catedral de Sevilla, que para muchos es Crist¨®bal Col¨®n, seg¨²n afirm¨® ayer en Madrid el antrop¨®logo forense de la Universidad de Granada Miguel Botella.
Este cient¨ªfico particip¨® en la presentaci¨®n, en la Casa de Am¨¦rica, de las conclusiones provisionales del an¨¢lisis gen¨¦tico y antropol¨®gico de los supuestos restos de Col¨®n, exhumados en junio de 2003. "Los resultados preliminares no descartan que los huesos de Sevilla sean los de Crist¨®bal Col¨®n", explic¨® Jos¨¦ Antonio Lorente Blecua, encargado del an¨¢lisis gen¨¦tico.
Sin embargo, hay para quien Col¨®n descansa en Santo Domingo, capital de la Rep¨²blica Dominicana. Tambi¨¦n en Venezuela y en Pav¨ªa (Italia) existen supuestos vestigios del descubridor.
Los cient¨ªficos han comparado el ADN de 150 gramos de hueso conservados ("en estado calamitoso", seg¨²n Lorente) en la catedral sevillana, con los restos de Diego Col¨®n, hermano de Crist¨®bal. "Los datos parciales apuntan hacia la existencia de una secuencia del mismo tipo de ADN mitocondrial" entre ambos restos, seg¨²n Lorente. El ADN mitocondrial se hereda de madre a hijo. Es compartido por dos sujetos, si son hermanos.
La otra v¨ªa de investigaci¨®n gen¨¦tica es la que abren los restos de Hernando Col¨®n, hijo de Crist¨®bal. Su cad¨¢ver tambi¨¦n fue exhumado en 2003. Pero para comparar los genes de un padre y un hijo no sirve el ADN mitocondrial. Hace falta llegar al cromosoma Y, contenido en el n¨²cleo de la c¨¦lula. Hay que pulverizar mucho hueso para aumentar las probabilidades de dar con trazas de este ADN.
Los cient¨ªficos esperan recibir en mayo de 2006 (en el quinto centenario de la muerte del descubridor) resultados precisos de un laboratorio de Dallas (EE UU), donde emplean t¨¦cnicas punteras, desarrolladas tras los atentados del 11-S. El enigma sobre los huesos de Col¨®n sigue, pues, abierto.
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