No o¨ªrse, qu¨¦ ilusi¨®n
El vapuleo de Kerry a Bush, en el primero de sus debates televisados tiene enjundia, y el anteproyecto de la ley de matrimonios homosexuales y sus posibilidades de adopci¨®n, en cumplimiento inmediato de una de las promesa electorales de Zapatero, abre, bajo presagios poco esperanzadores, el XV Congreso Nacional de un PP, perdido, en el laberinto de un centro con el que hacerse paso en un futuro muy dudoso. Despu¨¦s de llenar sus bodegas, a lo largo de ocho a?os, con todos los escombros que han ido dejando las m¨¢s cerriles, intransigentes y feroces tendencias de la derecha patria, el PP no es m¨¢s que un carguero lastrado e incapaz de maniobrar, con una tripulaci¨®n amotinada y un timonel en pr¨¢cticas, muy dado al juego de las paradojas y poco al de la democracia. "Espa?a, la ilusi¨®n que nos une" m¨¢s que un lema congresual parece el spot de un nuevo parque tem¨¢tico. Fraga embarca, con diez ca?ones por banda y la amenaza de elecciones anticipadas, si persiste la insurrecci¨®n. Camps y Zaplana dispuestos cada uno de ellos a hacer las levas que sean necesarias para asegurarse sus posiciones de fuerza, en el congreso auton¨®mico del pr¨®ximo mes. Para el cronista el hecho de que Rajoy haya planificado que no se escuchen el uno al otro, que el presidente de la Generalitat Valenciana est¨¦ ausente cuando el ex ministro y portavoz exponga su estrategia parlamentaria despu¨¦s del estrepitoso fracaso de marzo, es todo un s¨ªntoma alarmante: la Comunidad Valenciana ya no ofrenda nuevas glorias a la ilusi¨®n que los une, sino presuntas especulaciones inmobiliarias, susurros a sicarios emboscados, trampos¨ªas de sal¨®n, endeudamientos de esc¨¢ndalo y artes a la remanguill¨¦. A Francisco Camps, que le est¨¢ comiendo el terreno a su maquillado adversario, lo han armado, con su hom¨®logo de Murcia, Ram¨®n Luis Valc¨¢rcel, caballero del trasvase del Ebro. Un papel ¨¦pico, en el que si no nadar, tras la implacable derogaci¨®n del proyecto, si es recomendable saber guardar la ropa y el Palau. En realidad, en este congreso, Camps y Zaplana destinan toda su astucia y empe?o en preparar el de Castell¨®n, en noviembre, que es donde se ver¨¢n las caras, y c¨®mo las tienen, a estas alturas. En Madrid, ya est¨¢ casi todo vendido, y ambos con plaza en el Comit¨¦ Ejecutivo, el uno por su presidencia auton¨®mica, el otro por su portavoc¨ªa, pero, ?qu¨¦ m¨¢s nombres del PPCV tendr¨¢n tambi¨¦n asiento a la lumbre de la direcci¨®n?. Ah¨ª es donde se juega ese poder valenciano que si nunca fue, hoy adem¨¢s solo es ceniza. Dif¨ªcil, para uno y otro, cumplir las consignas de su partido, en esa desmesura del centro: hay que darse al alterne con la gente de a pie, tomarse unos vinos con el plomero, mirar el cielo con los ojos del agricultor, visitar el tajo y hablar de f¨²tbol a pie de obra, o de salarios, o de astilleros en trance de reconversi¨®n, hablar del paro con el parado, y el cronista se pregunta, ?por qu¨¦ los castiga as¨ª el partido conservador?, ?es que quiere quit¨¢rselos de encima?, ?o ce?irles el cilicio de la utop¨ªa?. El cronista se teme que si ese es el camino penitencial que les aguarda, crezca la insurgencia y todo termine en deserci¨®n. Si tienen las carnes de ave dom¨¦stica.
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