Lejos del reba?o
No es f¨¢cil, ni c¨®modo. No, vivir lejos del reba?o es un privilegio, un riesgo, una aventura a la que solo algunos exc¨¦ntricos y geniales artistas se arriesgan. Esta semana he recordado, en compa?¨ªa del reba?o cultural que visitaba la exposici¨®n de Gauguin en el Museo Thyssen, la madre de todas las exposiciones de Gauguin en Madrid -adem¨¢s de la primera- lo placentero, id¨ªlico, er¨®tico y arriesgado que debe ser huir del reba?o. Fugarse de la vieja cultura. Huir de las presentaciones, las galas, los estrenos, la liga o los congresos y refugiarse en compa?¨ªa de moscas, pobreza, fetiches, aires dif¨ªciles y chicas f¨¢ciles. El sue?o de los para¨ªsos perdidos y la realidad del caos recuperado. Algunos lo hicieron, otros lo siguen haciendo. Cosas de artistas. Gauguin dej¨® a su mujer, rubia, guapa, luterana y burguesa; dej¨® a sus hijos, abandon¨® su trabajo en el banco c¨®modo y bien remunerado, dej¨® su patria y su seguridad. Se fue lejos del reba?o, escap¨® con los maor¨ªes, tuvo amores con adolescentes bronceadas y termin¨® sus d¨ªas leproso, sifil¨ªtico y sin dinero. En su diario nos dej¨® escrito que "esos salvajes, estos ignorantes me han ense?ado a m¨ª, el hombre de una vieja cultura, tantas cosas en el arte de vivir y ser feliz". Ahora, paseando por sus cuadros en la Thyssen, admirando al fugado a la Martinica, a Tahit¨ª, pero tambi¨¦n gozando del franc¨¦s, del pintor de Par¨ªs o de Breta?a, se nos rebajan las ganas de escaparnos del reba?o. La vida del artista al lado de los buenos salvajes, nos apasiona y nos acobarda. No est¨¢ mal vivir esa vida tan m¨ªtica, es un buen argumento, pero algunos ya nos conformamos con leerla en una novela de Vargas Llosa, por ejemplo.
Volvemos al reba?o. Nos entretenemos con las apasionantes maniobras en las oscuridades de Orense, con Fraga en las alturas y la democracia en el s¨®tano. Tampoco est¨¢n mal los culebrones extreme?os, la v¨ªa popular y er¨®tica de significados emeritenses, las pu?aladas verbales de los que fueron compa?eros de viajes o las tribulaciones de los expulsados alcarre?os. Nos preparamos para el silencio de los corderos. Para la vuelta al reba?o congresual de aquellos que amenizaron la semana con sus fugas de cabras locas, de ovejas negras.
Civilizadamente instalados, bajo la misma l¨¢mpara de todos los atardeceres, nos preparamos para la lectura. Nos fugamos a ?frica en compa?¨ªa del pintor Miguel Barcel¨® y sus cuadernos de Gao. Pues nada, otro que tal pinta. Otro que nos saca del reba?o, otro que nos devuelve a las moscas "grandes como palomas". Tambi¨¦n nos pasea por el polvo, las cabras que se comen sus excrementos, los mosquitos y un tr¨¢fico que es una mezcla del "Lower East Side, Sevilla y Honk-Kong" pero en compa?¨ªa de cabras, ni?os, gallinas, ciegos y polic¨ªa corrupta. No me extra?a que el artista de Felanitx se haya pasado muchas horas en la tranquilidad m¨ªstica de la catedral de Mallorca... Y, sin embargo, le gusta volver a esa exuberancia de la nada de Gao -el sitio m¨¢s tirado de la tierra- al lugar d¨®nde fue feliz. El pintor m¨¢s cotizado de nuestros j¨®venes -?hasta que edad se es joven?-, el complejo y silencioso occidental, el ecl¨¦ctico y culto, Barcel¨®, tambi¨¦n quiere estar fuera del reba?o occidental. Fuera de la decadencia, al margen de los elogios y del dinero. Escribe el artista: el dinero ya no me conmueve. Eso debe ser tener mucho m¨¢s que ganando el cuponazo. Cervantes, que se pas¨® la vida queriendo huir de la estrechez, de las moscas y del esp¨ªritu quijotesco aunque fuera solicitando favores, ayudas, gavelas o cualquier regal¨ªa de los poderosos, casi nunca consigui¨® favores, tutelas o premios oficiales que le permitieran escribir con la tranquilidad de un ilustrado tutelado. ?l, como tantos de aqu¨¦l siglo sin oro ni ministerios protectores, hizo su obra poder so?ar conseguir premios Cervantes, ni nacionales, ni planetarios. Afortunadamente hoy no es lo mismo, los quevedescos o gongorinos de anta?o y oga?o, nunca dir¨ªan no a un detalle de excepci¨®n cultural.
No todos son Barcel¨®. Casi ninguno ser¨ªa capaz de afirmar que por inter¨¦s propio, el artista tiene que apartarse del "penoso espect¨¢culo del reba?o de artistas pasteando a la sombra de los ministerios de cultura. Verg¨¹enza y dominaci¨®n... Para ser artista en Occidente no hay que pasar cerca de las calles de los ministerios de la cultura".
Despu¨¦s de leer estas cosas me siento culpable hasta de cruzar la Plaza del Rey, la plaza del Ministerio de Cultura, el lugar del crimen. ?Qu¨¦ pensar de mis amigos premiados, becados, viajados y subvencionados? ?Qu¨¦ pensar de m¨ª mismo? Seremos peseteros como Dal¨ª. Habr¨¢ que mostrar el certificado de limpieza de sangre, votos de pobreza, de castidad, prometer no haber cobrado del Forum de las Culturas, devolver el dineral de las charlas en las universidades de verano, rechazar los bolos culturales por la geograf¨ªa espa?ola. ?Qu¨¦ hacer? Habr¨¢ que dejar de leer a Dal¨ª. Rechazar esos consejos del fan¨¢tico Avida Dollars, estar con los puros que desprecian el dinero, con los que temen ensuciarse si lo tocan. La verdad, es que no somos Dal¨ª, ni Barcel¨®, por no ser, no somos ni Romeo, ni Julieta. Aunque tampoco cantemos aquella jota tan visceral, ib¨¦rica e irracional:"?Te quiero como se quiere al dinero, como se quiere a una madre!".
Uno no sabe que hacer fuera del reba?o. Ser Gauguin, imposible. Dal¨ª, inconcebible. Barcel¨®, descartado. Volveremos a so?ar con vivir como nobles arruinados entre las ruinas de nuestra falta de inteligencia. Pero, eso s¨ª, con excursiones del Inserso a un lugar parecido a Benidorm. Un lugar tranquilo en el mediterr¨¢neo, un pueblo d¨®nde no veraneen ni Zaplana, ni Julio Iglesias. Y poder ser m¨¢s laico que Rodr¨ªguez Zapatero, mucho menos cat¨®lico que Rajoy, m¨¢s centrado que Gallard¨®n. Disfrutar de una calma parecida a un congreso del PP. Yo, por si el futuro no es lo que era, esta semana pienso invertir en la loter¨ªa. Pretendo conseguir ser un ex don nadie. Tambi¨¦n pienso jugar a las quinielas. Y viva el Atleti, aunque gane.
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