Memorias de un embajador de la URSS
Creo que ha llegado la hora de establecer relaciones diplom¨¢ticas entre la URSS y Espa?a". Corr¨ªa el a?o 1963 y el embajador en Francia, Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza, conde de Motrico, hablaba as¨ª a un joven diplom¨¢tico sovi¨¦tico, mientras paseaban por los salones de la Embajada de la URSS en Par¨ªs durante el c¨®ctel dedicado a la revoluci¨®n bolchevique. M¨¢s de 40 a?os despu¨¦s, aquel diplom¨¢tico, que trataba de retener hasta la ¨²ltima palabra del arist¨®crata, tiene una de las m¨¢s destacadas hojas de servicio de la diplomacia sovi¨¦tica y rusa. Dubinin fue embajador en Espa?a (19781986), Estados Unidos (19861990), Francia (1990-91) y Ucrania (1996-1999). El jueves, Dubinin, de 74 a?os, presenta en la legaci¨®n de Rusia en Madrid la versi¨®n en castellano de su libro Embajador, embajador, dedicado a su etapa espa?ola.
El deshielo entre Espa?a y la URSS en los tiempos de Jruschov no prosper¨®, pese a los deseos de ambas partes. Dolores Ib¨¢rruri y Carrillo no lo ve¨ªan bien
El jefe del Gobierno espa?ol, Adolfo Su¨¢rez, le pregunt¨® a bocajarro "si la URSS financiaba el terrorismo independentista vasco". Dubinin dijo que no
?Embajador del partido comunista o del Estado? Dubinin dice que "antes y ahora" ser embajador de la URSS o de Rusia es "una tarea de Estado". Ya jubilado del servicio exterior, ense?a en el Instituto de Relaciones Internacionales de Mosc¨² preparando a nuevas generaciones de diplom¨¢ticos. "Estos j¨®venes tienen acceso ilimitado a la informaci¨®n", exclama, no sin envidia, el veterano funcionario, que ley¨® su primer peri¨®dico extranjero tras acabar sus estudios en 1954.
En sus memorias y en su trato social, Dubinin suele evitar los juicios negativos y limar las asperezas. El deshielo entre Espa?a y la URSS en aquellos tiempos de Nikita Jruschov no prosper¨®, pese a los deseos compartidos de ambas partes, seg¨²n el relato de aquellos primeros contactos que Dubinin hace en su libro. En abril de 1964, Areilza informa a la embajada sovi¨¦tica en Par¨ªs que Franco est¨¢ dispuesto a establecer relaciones diplom¨¢ticas, si la URSS lo cree posible. Los sovi¨¦ticos consultan entonces con los dirigentes comunistas espa?oles. "Santiago Carrillo dudaba e internamente estaba en contra". Dolores Ib¨¢rruri pensaba igual. "Dijeron que las relaciones diplom¨¢ticas con Franco no ser¨ªan comprendidas por el pueblo espa?ol ni por el partido comunista, y que era mejor desarrollar otro tipo de relaciones con Madrid, econ¨®micas por ejemplo".
Acercamiento econ¨®mico
El Politbur¨®, el m¨¢ximo ¨®rgano de direcci¨®n de la URSS, decidi¨® hacerles caso y comenz¨® un acercamiento econ¨®mico, que llev¨® a la apertura posterior de varias representaciones comerciales en Espa?a. Tras establecer relaciones diplom¨¢ticas, los dirigentes sovi¨¦ticos quisieron hacerle un regalo al Rey. En nombre de Br¨¦znev, y por encargo del Politbur¨®, prepararon un par de fusiles de lujo, entre ellos un Kal¨¢shnikov, y un par de pistolas, incluido un rev¨®lver Mak¨¢rov, que enviaron a don Juan Carlos.
Dubinin conoci¨® a Carrillo en los sesenta durante su estancia en Francia, y luego, en Espa?a, sigui¨® trat¨¢ndolo, aunque nunca evocara con ¨¦l, seg¨²n dice, sus discusiones parisienses sobre la necesidad de establecer o no relaciones diplom¨¢ticas. El embajador sovi¨¦tico y el eurocomunista no estaban de acuerdo ideol¨®gicamente, pero se ve¨ªan a menudo y ten¨ªan buenas relaciones personales. Dubinin le inform¨® de la invasion sovi¨¦tica en Afganist¨¢n, de "forma m¨¢s amplia" que a otros pol¨ªticos espa?oles, y Carrillo le advirti¨® ya por entonces que all¨ª "era f¨¢cil entrar y dif¨ªcil salir". Dubinin asegura que nunca intent¨® darle directivas, porque "ni ten¨ªa orden de ello ni Carrillo las hubiera aceptado". En cuanto al dinero del PCUS para los partidos hermanos, si lo hab¨ªa, dice, no era ¨¦l quien lo daba. "La embajada nunca particip¨®. No creo que encuentre nada sobre ese tema durante mi estancia en Espa?a", se?ala. Recuerda que el jefe del Gobierno espa?ol, Adolfo Su¨¢rez , le pregunt¨® a bocajarro "si la URSS financiaba el terrorismo independentista vasco". Dubinin le asegur¨® que no. Antes de ir a Madrid, hab¨ªa visitado a Yuri Andr¨®pov, el poderoso jefe del KGB, para asesorarse sobre el tema. "Su¨¢rez me dijo que tendr¨ªa en cuenta mis palabras". Despu¨¦s, ya con el Gobierno socialista, Dubinin lleg¨® a escribir un "desmentido conjunto con el ministro del Interior Barrionuevo, de acuerdo con el cual no hab¨ªa base para acusar a la URSS de apoyo al terrorismo". "Fue un paso sin precedentes", se?ala. El objetivo del Kremlin cuando Dubinin lleg¨® a Espa?a era hacer que ¨¦sta se convirtiera en un eslab¨®n importante del movimiento de los no alineados. Carrillo, al que Dubinin supon¨ªa bien informado, le dijo que Espa?a nunca entrar¨ªa en la OTAN mientras Su¨¢rez estuviera al frente del Gobierno. Y as¨ª fue. Las relaciones entre ambos pa¨ªses se deterioraron despu¨¦s y sobre todo tras la llegada de Leopoldo Calvo-Sotelo al poder. "Antes de m¨ª y hasta 1980 no hab¨ªa habido historias de esp¨ªas, pero despu¨¦s hubo varias seguidas y expulsaron a algunos funcionarios nuestros, todo ello acompa?ado de campa?as de prensa", dice Dubinin, con laconismo.
El mayor quebradero de cabeza de Dubinin en Madrid fue la construcci¨®n de la embajada, que fue bloqueada por la Marina espa?ola, porque el proyectado edificio se encontraba precisamente en la ruta de las comunicaciones entre el Estado Mayor y las bases militares. Conseguir el permiso de construcci¨®n, en v¨ªsperas de la visita del Rey a la URSS en 1984, oblig¨® al Ministerio de Defensa a cambiar el emplazamiento de parte de sus instalaciones.
Del entramado de burocracia e ideolog¨ªa que le rodeaba, Dubinin da algunas pinceladas que sugieren un ambiente de intrigas, delaciones y rencillas y que tambi¨¦n parecen indicar conflictos con el jefe del KGB en la embajada, cuyo nombre y apellido jam¨¢s menciona. Fue ¨¦ste quien mand¨® a Mosc¨² una foto de la piscina del chal¨¦ comprado como futura residencia del embajador con el fin de denunciar un lujo que le parec¨ªa innecesario. Dubinin tambi¨¦n tuvo roces con el jefe del Partido Comunista en la embajada y otros funcionarios.
El fin de un imperio
DE SU CARRERA fuera de Espa?a recuerda especialmente la negociaci¨®n para conseguir que Kiev aceptara firmar el Tratado de No Proliferaci¨®n como potencia no nuclear. Fue muy complicado, porque Ucrania, dando marcha atr¨¢s de sus compromisos de 1991, trataba de conseguir un estatus especial, a medio camino entre nuclear y no nuclear. Cuando pregunto a Dubinin cu¨¢les son los pol¨ªticos rusos de hoy que m¨¢s admira, contesta que el presidente, Vlad¨ªmir Putin, y el ministro de Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov. El primero, "porque supo establecer buenas relaciones con los l¨ªderes de las grandes potencias", y el segundo, "porque tiene una rica experiencia internacional que le permite orientarse en cualquier situaci¨®n". Ni siquiera con el micr¨®fono cerrado logro que este profesional haga una cr¨ªtica a un dirigente o decisi¨®n de su pa¨ªs. A lo sumo, afirma que en los ¨²ltimos 10 o 15 a?os en la pol¨ªtica rusa ha habido muchos diletantes. "El periodo de Yeltsin fue muy duro para el Ministerio de Exteriores. Perdimos muchos diplom¨¢ticos, pero los que quedaron eran verdaderos profesionales". El fin de la URSS, afirma, le cogi¨® por sorpresa y no cre¨ªa que fuera posible ni siquiera en v¨ªsperas de la conjuraci¨®n de Bielorrusia, en diciembre de 1991. "Ocurri¨® sobre todo por motivos internos. No fue el pueblo quien la destruy¨®, sino Mija¨ªl Gorbachov y Bor¨ªs Yeltsin", dice el diplom¨¢tico, que, aqu¨ª s¨ª, se permite criticar la "debilidad de car¨¢cter" de Gorbachov, aunque le reconoce el m¨¦rito de haber sido
el primer dirigente sovi¨¦tico que abord¨®
el desarme nuclear, con su tratado de reducci¨®n de armamentos de medio y corto
alcance de 1987.
?No ve acaso Dubinin que la pol¨ªtica rusa se desliza por el camino del autoritarismo? "La vuelta al estalinismo es imposible porque no hay ni base social ni ambiente ni fuerza para poner en pr¨¢ctica un proyecto as¨ª", afirma. "Si esa amenaza existiera, no habr¨ªa gente capaz de realizarla ni de apoyarla". Ojal¨¢.
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