Cuatro a?os de fracasos de Bush
En todo el mundo hay mucha gente a la que sorprende la escasa atenci¨®n que est¨¢ prestando a la econom¨ªa la campa?a del presidente Bush para la reelecci¨®n. A m¨ª no: si yo fuera el presidente Bush, lo ¨²ltimo de lo que querr¨ªa hablar ser¨ªa de la econom¨ªa.
El caso es que mucha gente contempla la econom¨ªa estadounidense, incluso en estos ¨²ltimos tres a?os y medio, con cierta envidia. Al fin y al cabo, es posible que el crecimiento econ¨®mico anual -con una tasa media del 2,5%- haya sido mucho m¨¢s lento que en los a?os de Clinton, pero, aun as¨ª, da imagen de solidez en comparaci¨®n con el flojo 1% de crecimiento europeo.
Ahora bien, estos datos ocultan un hecho que salta a la vista: la familia estadounidense media vive peor que hace tres a?os y medio. Las rentas medias han bajado m¨¢s de 1.500 d¨®lares en t¨¦rminos reales, las familias viven asfixiadas, los salarios est¨¢n por debajo de la inflaci¨®n y los gastos familiares esenciales se disparan. Es decir, todo ese crecimiento no ha beneficiado m¨¢s que a los que ocupan la franja superior de la distribuci¨®n de rentas, el mismo grupo que tanto hab¨ªa prosperado durante los treinta a?os anteriores y que m¨¢s se ha beneficiado de los recortes fiscales de Bush.
Por ejemplo, hoy no tienen seguro m¨¦dico alrededor de 45 millones de estadounidenses, 5,2 millones m¨¢s que en el a?o 2000. Las familias con la suerte de tenerlo deben satisfacer unas primas anuales que casi se han duplicado, hasta alcanzar los 7.500 d¨®lares. Adem¨¢s, las familias estadounidenses sufren una inseguridad creciente en materia de empleo. Es la primera vez, desde los a?os treinta, que se ha producido una p¨¦rdida neta de puestos de trabajo durante todo un mandato presidencial.
Los partidarios de Bush preguntan, y hacen bien: ?de verdad es todo eso culpa de Bush? ?No estaba ya empezando la recesi¨®n cuando jur¨® su cargo?
La respuesta categ¨®rica es que la culpa es de Bush. Todos los presidentes heredan una situaci¨®n. Cuando Bush jur¨® su cargo, la econom¨ªa comenzaba un empeoramiento, pero Clinton dej¨® tambi¨¦n un enorme super¨¢vit presupuestario -2% del PIB-, un mont¨®n de dinero con el que financiar una en¨¦rgica recuperaci¨®n. Sin embargo, Bush despilfarr¨® ese super¨¢vit y lo transform¨® en un d¨¦ficit del 5% del PIB a base de recortes fiscales para los ricos.
El hecho de que la productividad siguiera aumentando durante el empeoramiento de la econom¨ªa era, al mismo tiempo, una oportunidad y un reto. La oportunidad: si la econom¨ªa se administraba bien, las rentas de los estadounidenses seguir¨ªan creciendo como lo hab¨ªan hecho en los a?os noventa. El reto: hab¨ªa que administrar la econom¨ªa de forma que permitiera un crecimiento lo suficientemente s¨®lido como para crear los nuevos puestos de trabajo necesarios para los reci¨¦n llegados al mercado laboral. Bush no supo estar a la altura del reto e hizo que Estados Unidos perdiera su oportunidad debido a sus decisiones equivocadas.
Es cierto que la econom¨ªa recibi¨® cierto est¨ªmulo con los recortes fiscales de Bush; seguramente tuvo m¨¢s fuerza, a corto plazo (aunque seguramente no a largo plazo), que si no hubieran existido esos recortes. No obstante, hab¨ªa otras pol¨ªticas que pod¨ªan haber ofrecido mucho m¨¢s est¨ªmulo con muchos menos costes. Pero el objetivo de Bush no era mantener el empuje de la econom¨ªa, sino promover unas prioridades fiscales que aligeraban la carga de quienes estaban mejor preparados para soportarla.
Las pol¨ªticas equivocadas de Bush no s¨®lo han hecho pagar un precio elevado a la econom¨ªa, sino que la han dejado en una posici¨®n mucho m¨¢s d¨¦bil para seguir adelante. La Oficina de Presupuestos del Congreso, no partidista, est¨¢ de acuerdo en que, incluso sin las nuevas iniciativas de gastos y propuestas fiscales de Bush -que costar¨¢n billones de d¨®lares-, el d¨¦ficit no se eliminar¨¢ en un futuro pr¨®ximo, ni siquiera se reducir¨¢ a la mitad, como ha prometido el presidente. Diversos gastos de los que depende la futura salud econ¨®mica de Estados Unidos -infraestructuras, educaci¨®n, sanidad y tecnolog¨ªa- acabar¨¢n desplazados, con lo que se pondr¨¢ en peligro el crecimiento a largo plazo.
Como la pol¨ªtica fiscal no estimulaba la econom¨ªa, decidieron apoyarse m¨¢s en la pol¨ªtica monetaria. Los tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos ayudaron (un poco), pero, sobre todo, porque animaron a las familias a refinanciar sus hipotecas, y no porque estimularan las inversiones. El endeudamiento de las familias, cada vez mayor, est¨¢ aumentando ya los ¨ªndices de bancarrota, y seguramente retrasar¨¢ la recuperaci¨®n.
La deuda nacional tambi¨¦n ha crecido enormemente. El elevado d¨¦ficit comercial permite asistir al espect¨¢culo de que el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo tenga que pedir prestados casi 2.000 millones de d¨®lares diarios en el extranjero, cosa que contribuye a la debilidad del d¨®lar y constituye una fuente importante de incertidumbre mundial.
Podr¨ªa existir cierta esperanza de futuro si Bush reconociera sus errores y cambiara de rumbo. Pero no: Bush se niega a asumir la responsabilidad de la econom¨ªa, igual que su Gobierno se niega a asumir la responsabilidad de sus fracasos en Irak. En 2003, pese a ver que sus recortes fiscales para los ricos no hab¨ªan estimulado la econom¨ªa como se hab¨ªa prometido, la Administraci¨®n se neg¨® a revisar su estrategia y, en cambio, volvi¨® a ofrecer la misma receta. Ahora promete convertir dichos recortes en permanentes. El aut¨¦ntico peligro es que ¨¦sta es una promesa que Bush, si sale reelegido, s¨ª intentar¨¢ cumplir.
A finales de agosto firm¨¦, junto con otros nueve premios Nobel de Econom¨ªa estadounidenses, una carta abierta a la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos. Es dif¨ªcil conseguir que dos economistas -y mucho menos dos premios Nobel- est¨¦n de acuerdo en nada. Sin embargo, en este caso, nuestra preocupaci¨®n era tan grave que superamos todas nuestras discrepancias.
Escribimos: "El presidente Bush y su Administraci¨®n han emprendido un rumbo irresponsable y extremista que pone en peligro la salud econ¨®mica a largo plazo de nuestra naci¨®n... Las diferencias entre el presidente Bush y John Kerry a la hora de administrar la econom¨ªa son mucho mayores que en cualquier otra elecci¨®n presidencial que hayamos conocido. El presidente Bush cree que unos recortes fiscales que benefician a los estadounidenses m¨¢s ricos son la respuesta pr¨¢cticamente para cualquier problema econ¨®mico".
En ¨¦sta, como en otras cosas, Bush se equivoca por completo, y es demasiado dogm¨¢tico para reconocerlo.
? Project Syndicate, 2004.
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