El probable Estatut
Frente al Estatut improbable que hace d¨ªas, en este mismo espacio, auguraba mi viejo amigo Josep M. Colomer, intentar¨¦ probar hoy que cabe un pron¨®stico no pesimista sobre el probable consenso de todos los partidos catalanes y entre ¨¦stos y el se?or Rodr¨ªguez Zapatero, que es quien manda con autoridad en el PSOE. De entrada niego la tesis que Colomer acepta de partida: los programas socialistas y nacionalistas que reivindicaban un nuevo estatuto estar¨ªan pensados para airearlos desde la oposici¨®n m¨¢s que para ponerlos en pr¨¢ctica, ya que ni el PSC ni el PSOE esperaban llegar a gobernar. De ah¨ª el aparente acuerdo entre unos y otros que hoy, a la hora de la verdad, no existe e impide el proyecto estatutario. A mi juicio, la realidad es justo la inversa. La voluntad de un nuevo Estatut entre las izquierdas era tan grande que su reivindicaci¨®n electoral fue la consigna movilizadora de un voto catal¨¢n que result¨® decisivo a la hora de arrebatarle la mayor¨ªa en las Cortes a un PP opuesto a la reforma y d¨¢rsela a un PSOE dispuesto a ella. Incluso CiU se vio forzada a sumarse a ese voto, una vez perdido su poder en la Generalitat. La otra tesis de mi amigo se apoya en un dilema que, planteado como axioma, conduce obviamente a la imposibilidad de consenso, pero que resulta falso en la realidad, ya que se basa en un factor no imprescindible: la reforma constitucional. Seg¨²n Colomer, si el Estatut propuesto no obliga a ella, ERC y CiU no lo aceptar¨¢n; pero si la provoca, los socialistas y el PP no le dar¨¢n su apoyo. Yo creo, en cambio, que hay soluciones jur¨ªdicas de todo tipo para dar satisfacci¨®n a las propuestas nacionalistas sin tocar el texto fundamental o a trav¨¦s de la reforma del Senado propuesta por el PSOE. Por otro lado, contamos con la pericia y el gran conocimiento de quien controla jur¨ªdicamente la elaboraci¨®n estatutaria, el profesor Viver Pi-Su?er, ex vicepresidente del Tribunal Constitucional y antiguo colaborador de mi c¨¢tedra, cuya autoridad t¨¦cnica conozco bien y la aceptan todos los partidos. Por si fuera poco, uno de los documentos con los que trabaja su equipo es un antiguo proyecto (excelente por su rigor jur¨ªdico, sentido pr¨¢ctico y realismo posibilista) del profesor Antoni Bayona, director del Institut d'Estudis Auton¨°mics durante el gobierno de CiU. No me extra?ar¨ªa que el consenso futuro se produjera alrededor de dicho trabajo y veo dif¨ªcil que el se?or Mas renegase, por insuficiente, de lo que se propon¨ªa ofrecer a las Cortes mediante un pacto de Estado al que se neg¨® el PP, pero que ahora ofrece el PSOE. No es desde?able, adem¨¢s, que el se?or Piqu¨¦ rompa una lanza por el consenso estatutario aqu¨ª y en Madrid.
El acuerdo es probable porque a ning¨²n partido le conviene impedirlo, aunque todos han de combinar el sentido pr¨¢ctico con la ret¨®rica verbal que contente a sus seguidores. El m¨¢s h¨¢bil en esto ha sido el se?or Carod. Obligado por realismo a apoyar al PSOE y a gobernar con el PSC (fuerzas hegem¨®nicas hoy por hoy en este y otros asuntos), dice ser su mentor y el impulsor del proceso estatuyente. El se?or Saura, sensato y dialogante, lleva las riendas del proyecto gubernamental. De un Piqu¨¦ disponible, para supervivencia del PP catal¨¢n, ya he hablado. Y de la contradicci¨®n insalvable del se?or Mas si se queda solo por no aceptar sus antiguas propuestas en nombre de un "soberanismo" en el que no incurre en la pr¨¢ctica ni siquiera ERC, s¨®lo cabe decir que o la acaba superando o CiU desaparece, siempre con la ayuda del pol¨ªtico m¨¢s astuto de todos, porque est¨¢ a todas, el prudente y proteico se?or Duran.
En cualquier caso, ser¨ªa bueno no exagerar el maximalismo verbal, incluido el del presidente de la Generalitat, porque dificulta el di¨¢logo, discreto y previo, entre los partidos catalanes y el PSOE; condici¨®n ¨¦sta que creo b¨¢sica, pues convertir¨ªa el debate en las Cortes en mero tr¨¢mite. Recuerdo la frase de Felipe Gonz¨¢lez tras el di¨¢logo jur¨ªdico-pol¨ªtico que el PSC y el PSOE mantuvieron para lograr que el socialismo espa?ol apoyase sin fisuras el proyecto de estatuto de 1979, como as¨ª fue: "!Qu¨¦ inteligentes sois los catalanes?". Y yo le respond¨ª: "Inteligentes vosotros por habernos comprendido". Inteligencia, propuestas razonables y razonadas, di¨¢logo; eso es lo que contar¨¢, m¨¢s all¨¢ de las proclamas de cara a la galer¨ªa de unos y otros. ?sa es la actitud de los m¨¢ximos protagonistas -Maragall y Zapatero, que se entienden tan bien-, que a su manera practican los dirigentes m¨¢s responsables y patriotas sin caer en las pueriles tentaciones de quien no logra romper el consenso del Gobierno tripartito, como se vio de forma indudable en el reciente debate en el Parlament sobre pol¨ªtica general.
Otra muestra de inteligencia ser¨ªa recordar que desde 1914 todos los proyectos catalanes de autogobierno han debido contar con la l¨®gica democr¨¢tica inevitable de ser exportables al resto del Estado espa?ol, sin mengua por ello del "hecho diferencial", pues ¨¦ste se impone en su diferencia f¨¢ctica mediante el propio estatuto. ?Qu¨¦ mejor ejemplo de que Catalu?a ha sido y es el motor de la democracia espa?ola al fomentar la responsabilidad autogobernante de sus pueblos! El federalismo asim¨¦trico est¨¢ ya en la base de la Constituci¨®n vigente y as¨ª lo entiende el presidente Zapatero cuando s¨®lo exige a los nuevos estatutos que se aprueben por consenso mayoritario y respondan a los intereses peculiares de cada comunidad, sin privilegios en exclusiva. Los ciudadanos de Catalu?a no los desean y s¨®lo aplauden la rauxa cuando sirve para confirmar el seny. El que dice luchar por lo m¨¢s y logra, pese a ello, algo menos, pero razonable y conveniente para todos, tiene el ¨¦xito popular asegurado. Dec¨ªa Amadeu Hurtado que cada vez que un gesto maximalista del presidente Maci¨¤ era reconducido por el Gobierno de la Rep¨²blica Espa?ola, m¨¢s apoyos, simpat¨ªas y seguidores encontraba. El Estatut m¨¢s probable nacer¨¢ del consenso m¨¢s razonable y conveniente, y as¨ª lo ratificar¨¢ el refer¨¦ndum popular previsto.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Barcelona.
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