Rebeli¨®n en las nubes
El final del verano lanz¨® cinco devastadores huracanes sobre las costas atl¨¢nticas de Am¨¦rica. Hait¨ª y Florida (EE UU) han sufrido la ira de vientos y lluvias. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando, es el cambio clim¨¢tico? Los expertos dicen que esta oleada responde a ciclos naturales, pero avisan de que esta intensidad puede durar d¨¦cadas.
El final del verano lanz¨® cinco devastadores huracanes sobre las costas atl¨¢nticas de Am¨¦rica. Hait¨ª y Florida (EE UU) han sufrido la ira de vientos y lluvias. ?Qu¨¦ est¨¢ pasando, es el cambio clim¨¢tico? Los expertos dicen que esta oleada responde a ciclos naturales, pero avisan de que esta intensidad puede durar d¨¦cadas.
El pasado 20 de septiembre, apenas unas horas despu¨¦s de que el hurac¨¢n Jeanne devastara Hait¨ª, un equipo de pilotos, cient¨ªficos y t¨¦cnicos estadounidenses comenzaba una serie de vuelos dirigidos al mism¨ªsimo ojo del monstruo. Una rutina como otra cualquiera, la de los cazadores de huracanes: subirse a un avi¨®n y pasar el d¨ªa persiguiendo, atravesando una gigantesca estructura de aire y agua en movimiento, una espiral de m¨¢s de diez kil¨®metros de altura y cientos de kil¨®metros de di¨¢metro construida con vientos superveloces. ?Espectacular o espantoso? Depende de la perspectiva. "Cuando el avi¨®n penetra en la calma del ojo de un hurac¨¢n como Andrew o Gilbert est¨¢s en un lugar de una belleza impresionante", relata en Internet un piloto. "Encima del avi¨®n hay un c¨ªrculo perfecto de cielo azul, mientras la negrura de las tormentas que forman la pared del ojo nos rodea por todas partes. Debajo se ve el oc¨¦ano violento, con olas de hasta 20 metros de altura chocando unas contra otras. No hay nada en la Tierra que se parezca al vac¨ªo parcial que se forma en el ojo de un hurac¨¢n". Tampoco hay en el planeta muchos fen¨®menos de potencia destructora comparable. Desde el suelo, la belleza de Jeanne se traduce en m¨¢s de 2.400 muertos y desaparecidos. Y los cient¨ªficos advierten de que entramos en un ciclo de muchos huracanes.
Que se lo digan a los habitantes de Florida, que han sufrido cuatro de ellos en mes y medio; el ¨²ltimo, el mismo Jeanne. Un r¨¦cord hist¨®rico. Y sin embargo, los expertos no est¨¢n demasiado sorprendidos. Estas semanas, Bill Gray, del departamento de la Universidad de Colorado, ha contestado bastantes veces una pregunta: ?por qu¨¦ tantos aqu¨ª y ahora? "Una pregunta mejor es por qu¨¦ hemos tenido tan pocos hasta ahora". Se refiere a que desde 1995 ha habido en el Atl¨¢ntico muchos m¨¢s huracanes de lo habitual. Que s¨®lo unos pocos hayan entrado en EE UU ha sido cuesti¨®n de buena suerte. Hasta ahora. "Esto no pod¨ªa seguir. Est¨¢bamos siendo demasiado afortunados", dice Gray.
En el mundo de los huracanes, Gray es un veterano, un investigador que lleg¨® a proponer en los a?os setenta una idea para debilitarlos, aunque nunca se llev¨® a la pr¨¢ctica -tal vez porque las que s¨ª se probaron no dieron resultado-. Tambi¨¦n ha sido un pionero en la predicci¨®n de huracanes: es uno de los pocos cient¨ªficos en todo el mundo -apenas una decena- que cada a?o elaboran un pron¨®stico. Este a?o predijo que habr¨ªa 14 tormentas tropicales, de las que ocho crecer¨ªan hasta ser huracanes, y tres, huracanes especialmente intensos. Una tormenta tropical se llama as¨ª cuando alcanza vientos sostenidos de m¨¢s de 63 kil¨®metros por hora. Es entonces cuando se le da un nombre, que est¨¢ ya decidido de antemano: en el Atl¨¢ntico, como en otras de las siete regiones del planeta donde se dan los huracanes, hay preparada una lista de nombres que var¨ªa cada a?o y que sigue un orden alfab¨¦tico, alternando nombres masculinos y femeninos. Cuando la tormenta supera los 117 kil¨®metros por hora se convierte oficialmente en hurac¨¢n, y si pasa de los 178 kil¨®metros por hora, que ya es una categor¨ªa tres en la escala de cinco puntos de Saffir-Simpson, entonces se considera un hurac¨¢n especialmente intenso, un superhurac¨¢n. Una estaci¨®n media produce entre cinco y seis huracanes.
Tambi¨¦n el organismo estadounidense NOAA (Administraci¨®n Nacional del Oc¨¦ano y de la Atm¨®sfera) hab¨ªa advertido de que este a?o ser¨ªa superior a la media. Pero si la cosa sigue como hasta ahora, toda predicci¨®n se habr¨¢ quedado corta. A falta de casi dos meses para que acabe la temporada de huracanes en el Atl¨¢ntico (entre el 1 de junio y el 30 de noviembre), ya ha habido 10 tormentas tropicales, de las que siete han evolucionado hasta ser huracanes. Cinco han sido destructivos: Charlie, Frances, Ivan, Jeanne y Karl -nombres que seguramente no se usar¨¢n m¨¢s porque la Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Mundial proh¨ªbe repetir los de huracanes muy da?inos-. Si en Florida, arrasada por los primeros cuatro, se viviera como en Hait¨ª no quedar¨ªan hoy muchos habitantes.
Ahora bien, lo que ocurre esta temporada no es m¨¢s que la continuaci¨®n de una tendencia iniciada ya a finales de los noventa. En 2003 se formaron en el Atl¨¢ntico 14 tormentas tropicales, de las que siete llegaron a ser huracanes, y tres (Fabian, Isabel y Kate), superhuracanes. Isabel, uno de los m¨¢s intensos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, ten¨ªa vientos de m¨¢s de 266 kil¨®metros por hora; dej¨® 40 muertos y un rastro de miles de millones de d¨®lares en da?os desde Carolina del Norte hasta Canad¨¢. Y el a?o pasado, la lista de nombres en el Atl¨¢ntico corri¨® hasta la pe: Odette y Peter llegaron en diciembre, cuando ya nadie los esperaba.
?Por qu¨¦ hay tantos huracanes en el Atl¨¢ntico en estos ¨²ltimos a?os? La respuesta, seg¨²n empiezan a descubrir los cient¨ªficos, parece relacionada con un ciclo natural de estos fen¨®menos en el Atl¨¢ntico. En los a?os noventa, Gray y otros expertos analizaron los registros y se dieron cuenta de que las estaciones con m¨¢s y menos huracanes se agrupaban en d¨¦cadas. "Entre 1926 y 1969, la actividad de huracanes en el Atl¨¢ntico fue similar a la actual", explica por correo electr¨®nico Phil Klotzbach, colaborador de Gray. "Sin embargo, entre 1970 y 1994 disminuy¨® considerablemente, e inmediatamente despu¨¦s volvi¨® a aumentar. Entre 1995 y 1999 hubo 33".
En los a?os activos hay hasta tres ve-ces m¨¢s huracanes que en los calmados. Por eso, en 2001, Gray y sus colegas ya advirtieron en la revista Science de que conven¨ªa estar preparados. Los expertos del NOAA coinciden: "Es bastante probable que la actividad extrema que tenemos desde 1995 marque el inicio de un periodo activo que puede durar entre 25 y 40 a?os", afirman. La conclusi¨®n s¨®lo puede ser pesimista: de poco ha servido que la tragedia de Hait¨ª estuviera escrita.
?A qu¨¦ se debe el ciclo de los huracanes? Antes hay que entender c¨®mo se forman. Su historia empieza en verano, con el aire y el mar calent¨¢ndose cerca del ecuador. En el caso de la cuenca del Atl¨¢ntico, el aire se calienta mucho en el golfo de Guinea, y por el giro terrestre se va desplazando hacia el oeste, hacia el Caribe, donde se calentar¨¢ a¨²n m¨¢s. Durante el viaje empiezan las borrascas. El aire caliente, cargado de vapor de agua, asciende a las capas m¨¢s altas de la atm¨®sfera, y a medida que lo hace gira y se enfr¨ªa; con el fr¨ªo, el vapor de agua se condensa (llueve), un proceso en que se liberan grandes cantidades de energ¨ªa. El hueco dejado por el aire caliente al subir es llenado r¨¢pidamente por aire fr¨ªo, que se calienta de nuevo y vuelve a subir? Si se cumplen determinadas condiciones, como que la superficie del mar hasta unos 50 metros de profundidad est¨¦ a m¨¢s de 26 grados de temperatura, entonces la tormenta evoluciona y se convierte en hurac¨¢n. Un hurac¨¢n viene a ser un donut de tormentas que puede tener varios anillos conc¨¦ntricos de vapor de agua y lluvia, de entre 300 y 800 kil¨®metros de di¨¢metro en total. El viento produce olas de m¨¢s de 15 metros de altura, y, junto con las baj¨ªsimas presiones generadas al subir el aire caliente, eleva el nivel del mar -uno de los efectos m¨¢s mort¨ªferos de los huracanes-. En el ojo, de decenas de kil¨®metros de di¨¢metro, todo est¨¢ en calma.
Un hurac¨¢n se autoalimenta: la energ¨ªa que emite cuando se forman las gotas de lluvia por condensaci¨®n -el proceso inverso a la evaporaci¨®n- se invierte de nuevo para calentar todav¨ªa m¨¢s el aire, que asciende a¨²n m¨¢s r¨¢pido. "Un hurac¨¢n se autoalimenta del calor que ¨¦l mismo libera, as¨ª que si permanece en el mar puede durar eternamente", explica Antonio Ruiz de Elvira, f¨ªsico de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. "El Mitch, por ejemplo, que hizo estragos en Centroam¨¦rica en 1998, se realiment¨® en el mar Caribe, que est¨¢ muy caliente, antes de tocar tierra". El c¨ªrculo vicioso se rompe cuando el hurac¨¢n llega a tierra y no puede cargar m¨¢s agua. "El hurac¨¢n es un motor de calor", explican en el NOAA. Y un motor incre¨ªblemente potente, que produce hasta 200 veces m¨¢s energ¨ªa que la que es capaz de generar todo el planeta a la vez en forma de electricidad. La mayor parte de esa energ¨ªa se destina a autoalimentar el hurac¨¢n.
Una vez descubiertas las condiciones esenciales para que se forme un hurac¨¢n, los expertos han aprendido a fijarse en ellas para realizar sus pron¨®sticos. Y para tratar de explicar el ciclo de d¨¦cadas m¨¢s o menos activas. Claramente, un factor clave es la temperatura del mar: "Las d¨¦cadas tranquilas de los setenta se debieron probablemente a que las aguas del Atl¨¢ntico norte estaban m¨¢s fr¨ªas de lo habitual, mientras que en las d¨¦cadas anteriores, muy activas, se dio la situaci¨®n inversa", explican los expertos del NOAA. La temperatura media del Atl¨¢ntico es desde 1995 entre 0,3 y 0,6 grados cent¨ªgrados m¨¢s alta que a principios de los noventa.
Lo que se descarta, en principio, es que el cambio clim¨¢tico tenga esta vez la culpa del fen¨®meno. No porque se ponga en duda que el calentamiento global ya est¨¦ en marcha -lo est¨¢, y sus consecuencias se palpan ya en muchos frentes-, sino porque no se han hallado todav¨ªa pruebas claras que lo vinculen al aumento de huracanes. Es una consecuencia que de momento no aparece en los modelos inform¨¢ticos que simulan el clima a largo plazo. Adem¨¢s, el n¨²mero total de huracanes en el planeta no ha aumentado ¨²ltimamente; s¨®lo lo ha hecho en el Atl¨¢ntico. "Si el calentamiento global fuera la causa de este aumento, ver¨ªamos un aumento en todas las cuencas", dice Klotzbach.
Y no vale concluir que, como las temperaturas han subido, el mar est¨¢ m¨¢s caliente y por eso hay m¨¢s huracanes. Hay m¨¢s factores en juego, no todos conocidos. "Cualquier cambio en la actividad de ciclones tropicales est¨¢ vinculado a cambios a gran escala en la atm¨®sfera tropical. Como resultado, la temperatura superficial del mar no puede ser considerada fuera del contexto de otros datos, como la estabilidad y la humedad de la troposfera tropical", explica el NOAA. Hacen falta m¨¢s y m¨¢s precisos datos. Lo que lleva de nuevo a los cazadores de huracanes.
"Es dif¨ªcil de creer, pero la mayor parte de los vuelos dentro de un hurac¨¢n son bastante aburridos", describe un tripulante habitual. "Duran 10 horas, casi todo lo que se ve es gris y no se sienten en absoluto los vientos. Pero la cosa s¨ª se pone interesante cuando atravesamos los muros de lluvia y el ojo; entonces s¨ª puede sentirse alguna turbulencia. Los vientos en la pared del ojo pueden alcanzar los 325 kil¨®metros por hora, pero no lo notas dentro del avi¨®n; lo que sientes son las fuertes corrientes ascendentes y descendentes, vientos verticales de hasta 80 kil¨®metros por hora. Eso desde luego que lo percibimos".
Las observaciones de sat¨¦lites y la infinidad de datos recogidos en el mar y en globos, que alimentan las cada vez mejores simulaciones, han logrado que la predicci¨®n del rumbo que seguir¨¢ un hurac¨¢n una vez formado haya mejorado mucho en los ¨²ltimos a?os. "Una predicci¨®n a tres d¨ªas vista hoy es tan buena como lo era a dos d¨ªas a finales de los a?os ochenta", explican en el National Hurricane Centre (NHC) del NOAA. El NHC es el organismo responsable de emitir cada seis horas una predicci¨®n oficial cuando llega un hurac¨¢n. Pero las otras cuestiones que, adem¨¢s del rumbo, integran una predicci¨®n, como la velocidad de los vientos y las dimensiones de la tormenta, no han mejorado tanto. La raz¨®n es que los sat¨¦lites no cuentan con detalle lo que pasa dentro de un hurac¨¢n. Para eso est¨¢n los cazahuracanes, que toman datos in situ.
En concreto, entre las cuestiones m¨¢s confusas figuran los mecanismos generales de formaci¨®n del ojo y de la pared del ojo. Tambi¨¦n sigue siendo enigm¨¢tico el llamado reemplazo del anillo, que reaviva el cicl¨®n.
?Se evitar¨¢n muertes con predicciones m¨¢s precisas? El caso del empobrecido Hait¨ª sugiere que ser¨ªa m¨¢s efectivo invertir recursos en fortalecer las poblaciones de las zonas de huracanes, o incluso tratar de limitar la poblaci¨®n. El propio NOAA lo admite al repasar los proyectos que en su d¨ªa se ensayaron para tratar de aplacar, sin ¨¦xito, la fuerza del monstruo: contra la naturaleza, mejor no combatir.
El t¨¦rmino hurac¨¢n deriva del dios maya Hurakan, quien, con su aliento, primero desec¨® el mar para crear tierra firme y despu¨¦s destruy¨® a los hombres de madera con una gran tormenta e inundaciones.
'Mitch'
Octubre de 1998. Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Belice, Panam¨¢ y Costa Rica. M¨¢s de 12.000 v¨ªctimas
A finales de octubre de 1998, el 'Mitch', el peor hurac¨¢n del siglo XX, provoc¨® m¨¢s de 12.000 muertos y unos tres millones de damnificados. Honduras y Nicaragua fueron los pa¨ªses m¨¢s da?ados, pero afect¨® a toda Centroam¨¦rica. Un mes antes, 'Georges' caus¨® la muerte de m¨¢s de 600 personas a su paso por el Caribe.
'Camille'
Agosto de 1969. Estados de la Costa Este de Estados Unidos. 256 muertos
Con vientos que batieron r¨¦cords, el 'Camille' devast¨® la costa atl¨¢ntica de Estados Unidos en 1969. Caus¨® la muerte de 256 personas, sobre todo por inundaciones en el Estado de Virginia, y da?os valorados en m¨¢s de 1.400 millones de d¨®lares de la ¨¦poca. En la imagen, la familia Baker recoge lo que ha quedado de su hogar en la ciudad costera de Galveston, en el Estado de Tejas.
Hurac¨¢n de Galveston
Septiembre de 1900. Tejas (Estados Unidos). Entre 6.000 y 8.000 v¨ªctimas
El d¨ªa 8 de septiembre de 1900, los 38.000 habitantes de la poblaci¨®n de Galveston, en Tejas (Estados Unidos), fueron sorprendidos por un terrible hurac¨¢n que se llev¨® por delante a 8.000 personas y destroz¨® su pr¨®spero puerto. ?ste ha sido el desastre natural que ha causado m¨¢s muertes en Estados Unidos.
'Andrew'
Agosto de 1992. Florida y Luisiana (Estados Unidos) y Bahamas. 44 muertos
Aparte de las 44 v¨ªctimas que caus¨®, 'Andrew' est¨¢ catalogado como el hurac¨¢n que ha provocado hasta ahora los mayores da?os econ¨®micos. S¨®lo en Estados Unidos, las p¨¦rdidas se calcularon en m¨¢s de 30.000 millones de d¨®lares. En la fotograf¨ªa, destrozos en una calle del distrito Art D¨¦co, en Miami.
'Jeanne'
Septiembre de 2004. Hait¨ª y Florida (EE UU). Unas 2.400 v¨ªctimas
Los meses de agosto y septiembre de 2004 han resultado especialmente catastr¨®ficos. 'Charlie', 'Frances', 'Ivan'?
'Jeanne' provoc¨® unas inundaciones que asolaron Hait¨ª y dej¨® sin electricidad a m¨¢s de 1,5 millones de estadounidenses. En la foto, familias de la poblaci¨®n haitiana de Gonaives que se vieron forzadas a abandonar sus casas.
'Gilbert'
Septiembre de 1988. M¨¦xico, Jamaica, Guatemala, Nicaragua, Tejas (EE UU) y Cuba. 350 muertos
Las gigantescas olas provocadas por el hurac¨¢n resultaron fatales para las zonas tur¨ªsticas de Jamaica y del sureste de M¨¦xico. Canc¨²n (en la foto) sufri¨® enormemente: las playas desaparecieron, miles de turistas se vieron afectados. Las p¨¦rdidas se calcularon en 8.000 millones de d¨®lares. Al mes siguiente, el hurac¨¢n 'Juana' caus¨® 340 v¨ªctimas en Nicaragua.
'Allen'
Agosto de 1980. Caribe y Estados Unidos. 230 muertos
En Estados Unidos, 28 muertos; en el Caribe, m¨¢s de 200 v¨ªctimas. El desastre volvi¨® a cebarse con la pobreza de Hait¨ª (en la imagen, la desolaci¨®n de una haitiana tras quedarse sin nada en la costa sur de este pa¨ªs). Y 200.000 evacuados. Al mes siguiente, el cicl¨®n 'Herminia' azot¨® M¨¦xico (175.000 damnificados).
'Isabel'
Septiembre de 2003. Costa Este de Estados Unidos. 40 muertos
El a?o pasado, los d¨ªas 18 y 19 de septiembre, la costa atl¨¢ntica de Estados Unidos tambi¨¦n sufri¨® terribles vientos. El balance: 40 v¨ªctimas, 3.000 millones de d¨®lares en p¨¦rdidas. En la imagen, da?os en Cabo Hatteras, en Carolina del Norte, el Estado m¨¢s afectado junto con Virginia, Pensilvania y Maryland.
M¨¢s informaci¨®n en Internet, en el National Hurricane Center: www.nhc.noaa.gov.
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