Rossini pasado por agua
El Festival de Oto?o de la Comunidad de Madrid se ha ido decantando, de la mano de Ariel Goldenberg, casi exclusivamente hacia el teatro de prosa. De teatro musical sobrevive ¨²nicamente este espect¨¢culo de Carles Santos.
Carles Santos escenific¨® en Peralada en 2000 la ¨®pera El barbero de Sevilla, de Rossini. Fue un montaje tan accidentado como genial. Rossini, como era de esperar, dej¨® huella en el singular artista de Vinaroz, y prueba de ello es el espect¨¢culo que ahora se representa en La Abad¨ªa, un combinado Rossantos, con m¨²sicas de El barbero, La italiana en Argel, La Cenerentola, Zelmira, Guillermo Tell, El viaje a Reims, Semiramide y el Stabat Mater, de Rossini, entre otras, avaladas, transformadas y pasadas por agua - como un huevo- por Santos en una pirueta tan imaginativa y delirante como seria y respetuosa. Las im¨¢genes de los diferentes cuadros tienen fuerza, desde el de las cacerolas hasta esos bustos orinales de Beethoven, Verdi y Wagner que reciben chorritos de agua desde el piano. Santos dialoga con Rossini desde una perspectiva acu¨¢tica, con unas gotas de agua que vienen de arriba y que en sus variaciones posibilitan desde un erotismo insinuante y bienhumorado hasta unos juegos r¨ªtmicos a los que es recomendable abandonarse.
El compositor, la cantante, el cocinero y la pecadora
De Carles Santos. Con Claudia Schneider(mezzosoprano), Antoni Comas(tenor) y Alina Zaplatina(soprano). M¨²sica: Rossini y Carles Santos. Direcci¨®n art¨ªstica: Carles Santos y Mariaelena Roqu¨¦. Festival de Oto?o. Teatro de La Abad¨ªa, 15 de octubre.
Los cantantes desparraman una entrega vocacional en todos los detalles, tanto Antoni Comas como Claudia Schneider o Alina Zaplatina. Cuando tienen que ponerse serios lo hacen con la misma convicci¨®n que cuando van de transgresores. Santos es el maestro de ceremonias desde el piano de este ritual tan heterodoxo como inclasificable. Es un gran m¨²sico, desde luego, y tambi¨¦n un creador esc¨¦nico lleno de fantas¨ªa. El espect¨¢culo derrocha espontaneidad, pero est¨¢ escrupulosamente pensado. Mariaelena Roqu¨¦ aporta ideas con desenvoltura y el mago Santos crea la tensi¨®n adecuada para que los 70 minutos de duraci¨®n transcurran sin desfallecimiento. Sin llegar a la espectacularidad de Sama Samaruck o a la poes¨ªa de Ricardo y Elena, El compositor... es una propuesta llena de talento, ternura y cierto descaro l¨²dico.
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