El heredero
Quince a?os despu¨¦s del segundo t¨ªtulo conquistado por Sito Pons, un corredor espa?ol vuelve a ser campe¨®n del mundo en 250cc. Muchos aficionados tienen a¨²n presentes aquellos Mundiales del 88 y 89 por la fuerte rivalidad entre Pons y Joan Garriga, pero s¨®lo los hoy cincuentones recuerdan que hace cuarenta a?os otro piloto, originario como Pedrosa de Sabadell, acaparaba la atenci¨®n de todos con serias posibilidades de lograr la corona. Su nombre era Ramon Torras y corr¨ªa con una Bultaco en 125 y 250cc. Pese al tiempo transcurrido no son pocos los que guardan una v¨ªvida imagen de ¨¦l. "Era muy popular en Italia, donde gan¨® muchas carreras. Era la elegancia en persona pilotando una moto, ?fin¨ªsimo! ?ngel Nieto, entonces un chaval, lo adoraba" escribi¨® el ex director de Motociclismo, Javier Herrero. Batiendo a Tarquinio Provini y su Benelli de cuatro cilindros, a las todopoderosas Honda oficiales de Taveri y Redman, y a las veloces Yamaha de Ivy y Read con una humilde monocil¨ªndrica de admisi¨®n cl¨¢sica, el deportista catal¨¢n asombr¨® al mundo por su excepcional talento sobre la moto tanto como lo har¨ªa poco despu¨¦s otra malograda figura, Santiago Herrero, sobre una Ossa 250. "Ten¨ªa una clase especial de pilotaje, unas dotes innatas que le hac¨ªan el mejor de la parrilla", declaraba su jefe directo Paco Bult¨®, abuelo de Gibernau.
"Por entonces las Bultaco eran buenas motos, sin duda, pero no corr¨ªan tanto como aquellas, y a pesar de todo les gan¨®. Recuerdo a Ramon pas¨¢ndolos a todos por fuera en la parab¨®lica de Monza; nos impresionaba tanto que sent¨ªamos miedo". A sus 22 a?os, cuatro veces campe¨®n de Espa?a, Torras ten¨ªa la escena motociclista internacional pendiente de ¨¦l. La temporada anterior hab¨ªa disputado 53 carreras nacionales y 17 en el extranjero ganando m¨¢s de la mitad, e iba cuarto en el Mundial cuando se mat¨®, el 30 de mayo de 1965, al estrellarse contra un ¨¢rbol en una prueba local en Comarruga, cerca de Tarragona.
Los tiempos han cambiado, la t¨¦cnica ha evolucionado y con ella la forma de conducir una moto en un circuito. Por su estilo de pilotaje, fogoso y exhuberante, quiz¨¢ haya m¨¢s de Torras en Elias que en Pedrosa. Algunos expertos sostienen que aqu¨¦l no hubiera arriesgado tanto con una m¨¢quina en igualdad de condiciones con sus rivales, pero esto es algo que nunca sabremos. S¨ª podemos constatar, en cambio, que adem¨¢s de su discreta estatura f¨ªsica, un car¨¢cter m¨¢s bien retra¨ªdo y la firme voluntad de vencer, existe otro rasgo com¨²n entre Ramon y Daniel: ese instinto asesino absolutamente imprescindible que distingue a un buen piloto de un campe¨®n mundial, potencial o proclamado. Ramon Torras tiene ya su heredero.
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