Diagn¨®sticos y pron¨®sticos
El escaso entusiasmo y el tono marcadamente esc¨¦ptico de algunas reacciones ante las ¨²ltimas operaciones llevadas a cabo contra ETA, realizadas por parte de diversos dirigentes pol¨ªticos nacionalistas y miembros del Gobierno vasco, han dado lugar, una vez m¨¢s, a todo tipo de interpretaciones y especulaciones. Tanto que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, ha tenido que salir Josu Jon Imaz a la palestra para, en una entrevista en los diarios del grupo Vocento, dejar clara al menos la posici¨®n oficial del PNV y evitar que otras disquisiciones siguieran su curso.
El asunto no es nuevo. Siempre ha habido en ciertos sectores una tendencia a considerar las medidas pol¨ªticas -traducido: la negociaci¨®n pol¨ªtica- como la clave para acabar con ETA, negando al mismo tiempo que las medidas policiales condujeran por si mismas a alg¨²n lado. El razonamiento ha sido invariablemente el mismo: la violencia es la consecuencia de un conflicto sin resolver, luego s¨®lo se podr¨¢ acabar con ella solucionando previamente ¨¦ste.
El enorme retraso que llevamos en lo concerniente al fin de ETA constituye un fracaso colectivo
Dejando a un lado la discusi¨®n sobre la supuesta inevitabilidad de la actual existencia de ETA -hay m¨²ltiples conflictos en nuestra sociedad que no dan lugar a acciones terroristas-, lo cierto es que la creciente debilidad de la organizaci¨®n est¨¢ modificando las premisas en las que siempre se hab¨ªa asentado el discurso sobre la pacificaci¨®n, lo que provoca alg¨²n que otro desconcierto.
Veamos. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si resulta que, aunque no suponga el fin definitivo de ETA -para lo cual ser¨¢ necesario en mi opini¨®n buscar una salida dialogada al tema de los presos-, su actual debilitamiento se consolida o incluso se acent¨²a? Una respuesta l¨®gica ser¨ªa la de deducir que el conflicto se ha hecho m¨¢s peque?o, dado que ETA era s¨®lo la expresi¨®n del mismo. Pero, si resulta que el conflicto no es tan grande como se dec¨ªa, o al menos no preocupa a la mayor parte de la ciudadan¨ªa mucho m¨¢s que otros conflictos, como el de La Naval o el de la violencia contra las mujeres, entonces cabe preguntarse si no podemos tomarnos las cosas de otra manera, sin los apremios y el car¨¢cter ag¨®nico con el que se plantean algunos debates.
Nunca me han gustado los juicios de intenciones, y no comparto la tesis del ¨¢rbol y las nueces aplicada al conjunto del nacionalismo vasco, pero entiendo que haya gente que atribuya el escepticismo y la melancol¨ªa de algunos pol¨ªticos a la dificultad que tienen para discutir sobre el futuro del pa¨ªs al margen de una supuesta estrategia de pacificaci¨®n. Y es que, si ETA contin¨²a debilit¨¢ndose como consecuencia de la labor policial y del rechazo y el hast¨ªo que producen sus acciones, Ibarretxe tendr¨¢ que convencer al pa¨ªs de que su Plan es necesario para solucionar..., no el problema de ETA, sino un conflicto identitario que se vive con muy diferente intensidad en los diversos sectores sociales y territorios que forman parte de Euskadi, que es preciso enmarcar en un debate m¨¢s amplio sobre la nueva realidad europea, y que se superpone con otros conflictos de diferente naturaleza presentes en nuestra sociedad.
Pero ese ya es otro asunto, que nos aproxima m¨¢s a Catalu?a y nos separa de lo que ha sido nuestro pasado reciente. Ese es ya otro escenario, que ni quita ni pone a los problemas que tenemos planteados, pero que permite analizarlos con menos prejuicios.
El enorme retraso que llevamos en lo concerniente al fin de ETA constituye un fracaso colectivo, del conjunto de las sociedades vasca y espa?ola, y muy especialmente de sus instituciones. Ha fracasado la acci¨®n policial cuando ha ido separada del rechazo social a la violencia; han fracasado numerosos intentos de di¨¢logo y/o negociaci¨®n; ha fracasado la infame guerra sucia; ha fracasado el intento de culpabilizar de la violencia al conjunto del nacionalismo vasco -tal como quer¨ªa la propia ETA-, abonando as¨ª la tesis del conflicto originario; y, sobre todo, hemos fracasado colectivamente al no lograr separar el problema de la violencia terrorista, respecto de otros problemas y conflictos existentes en nuestra sociedad.
De ah¨ª la importancia de, en el momento presente, no volver a fracasar, equivocando el diagn¨®stico, o realizando pron¨®sticos -en uno u otro sentido- que s¨®lo persiguen arrimar el agua al propio molino.
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