Profunda melancol¨ªa
Escritores y cr¨ªticos colombianos comentan el libro
La revista Cambio de Colombia ha puesto la ¨²ltima novela de Garc¨ªa M¨¢rquez en manos de una serie de cr¨ªticos y autores. Cada uno de ellos ha elegido un tema y lo ha desgranado. Aqu¨ª se reproducen algunos extractos de sus opiniones.
MIR?NDOLA DORMIR
R. H. Moreno-Dur¨¢n (novelista, ensayista y cr¨ªtico literario). "Memoria de mis putas tristes es tal vez la m¨¢s libresca de las novelas de Garc¨ªa M¨¢rquez. Es evidente el homenaje que le rinde a Yasunari Kawabata, cuya novela La casa de las bellas durmientes est¨¢ en el sustrato de la historia de Delgadina, la adolescente de 14 a?os que Rosa Cabarcas 'prepara' para aliviar los ¨ªmpetus de su nonagenario cliente. Tambi¨¦n aqu¨ª la matrona narcotiza con valeriana a la n¨ªnfula, y el viejo, como en el libro de Kawabata, se limita a un regodeo visual, a una delectatio morosa m¨¢s intensa y gozosa que la esperada consumaci¨®n sexual. Y lo que al comienzo fue un accidente, se convierte con el curso de los d¨ªas en una ceremonia de voluntaria renuncia por parte del profesor, que incluso despierta suspicacias en la propia virgen. Tambi¨¦n acude a referencias como La monta?a m¨¢gica, asociado a la enfermedad de la madre del protagonista, y a Todos est¨¢bamos a la espera, para subrayar el tiempo del relato. No obstante las obras de Thomas Mann y ?lvaro Cepeda Samudio, si hay un libro que irradia la obsesi¨®n prostibularia del profesor e ilustra su interrumpida contabilidad, es La lozana andaluza, citado como al azar pero que en el fondo constituye el m¨¢s rico y minucioso cat¨¢logo sobre el arte de las putas, sus usos y abusos, sus artima?as y virtudes, am¨¦n de una minuciosa clasificaci¨®n dadas las especialidades de sus servicios as¨ª como las bondades de sus cuerpos a tenor de las diversas patrias que representan".
F?BULA DEL TIEMPO
Juan Gustavo Cobo Borda (poeta y ensayista). "El personaje de Memoria de mis putas tristes, ante esta bella durmiente, lo que ans¨ªa es vivir. Y el febril delirio amoroso en que incurre este ser mezquino, terminar¨¢ por redimirlo ante s¨ª y ante la sorprendida y envidiosa Rosa Cabarcas, testigo asombrado de su metamorfosis. Ya no dejar¨¢ a Ximena Ortiz abandonada en la puerta de la iglesia, ya no consignar¨¢, en contabilidad machista, las 514 mujeres que tuvo hasta los 50 a?os. Ahora beber¨¢ los vientos tras el rastro de quien parece perdida. Se rehar¨¢ a s¨ª mismo y a su casa, sea en la senilidad pueril del enamorado devoto o en la furia gran¨ªtica del celoso ciego que incendia ese burdel de pacotilla y repudia a todas esas putas tristes, para encontrar la verdad irrevocable que le concede una d¨¦cada m¨¢s de vida.
Por ah¨ª desfilan Bach, y el Mozart que tocado por su madre tambi¨¦n intenta le sirva para arrullar a la ni?a, Agust¨ªn Lara y los boleros de Miguel Matamoros. 'El bolero es la vida. Yo estaba de acuerdo, pero hasta hoy no me atrev¨ª a escribirlo': el destape es total y este ser 'feo, t¨ªmido y anacr¨®nico', y adem¨¢s pobre de solemnidad, ante el desaf¨ªo del amor va adquiriendo la grandeza de sus lecturas, de La lozana andaluza hasta el poema de Rodrigo Caro, uno de cuyos versos da t¨ªtulo a este comentario".
LA MEMORIA NO TIENE CAMINOS DE REGRESO
Conrado Zuluaga (cr¨ªtico literario). "La nueva novela de Garc¨ªa M¨¢rquez es, en buena medida, una recreaci¨®n que conserva huellas de una escritura anterior -en el Caribe, con su atm¨®sfera, sus brisas, su claridad cegadora, su desparpajo cotidiano- de la deslumbrante y conmovedora novela corta del escritor japon¨¦s Yasunari Kawabata La casa de las bellas durmientes.
Por supuesto que no se trata s¨®lo de unos cuantos cambios en el entorno del relato, tambi¨¦n hay mucho de distinto, en la mentalidad de los personajes, en su car¨¢cter, en su forma de afrontar el mundo y la vejez. Pero mientras la novela del Nobel japon¨¦s permanece en la inmediatez de la an¨¦cdota y el dolor, casi f¨ªsico, que el anciano siente frente a la hermosa joven desnuda que yace narcotizada a su lado, en el caso del Nobel colombiano el despliegue sobrecogedor est¨¢ en la profunda nostalgia que inunda todo el relato, en la honda melancol¨ªa que el hombre de 90 a?os experimenta frente a la ni?a dormida: 'un tierno toro de lidia'.
A fin de cuentas, como lo dec¨ªa el sabio catal¨¢n en Cien a?os de soledad, la memoria no tiene caminos de regreso, toda primavera antigua es irrecuperable, y el amor m¨¢s desatinado y tenaz es de todas formas una verdad ef¨ªmera.
LA PRINCESA TRISTE
Marta Senn (cantante l¨ªrica y directora del Instituto Distrital de Cul
tura y Turismo de Bogot¨¢). "Cualquiera de las protagonistas de esta conmovedora novela de Garc¨ªa M¨¢rquez habr¨ªa podido ser aquella que yo guardo en mis recuerdos. Al fin de cuentas, por una raz¨®n u otra, todos parecemos llevar en la memoria alguna 'puta triste'. Me refiero a una mujer sin nombre conocido a quien la escuch¨¦ contar el momento m¨¢s dif¨ªcil que tuvo en su aventurada y dif¨ªcil vida de placeres arrendados. Le sucedi¨®, seg¨²n dec¨ªa, cuando su hijo de siete a?os un d¨ªa, lloroso, le pregunt¨®: Mam¨¢, ?qu¨¦ es una prostituta? Y ella, sec¨¢ndole las l¨¢grimas a su peque?o, le respondi¨®: una princesa que sabe hacer el amor tan bien, que le pagan por ello. El ni?o, ya contento, la abraz¨® y le dijo: Ah, entonces cuando en la escuela se burlen de m¨ª y me griten 'tu mam¨¢ es una prostituta', yo responder¨¦ orgulloso que eres una princesa".
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