Asexuales
No es un asunto que genere inter¨¦s entre nosotros, pero en latitudes pr¨®ximas se habla ya, y bastante, de ellos, y recientemente incluso New Scientist les ha dedicado su atenci¨®n. Existen, y tienen sus foros, como el Aven (Asexual Visibility and Education Network), y sus p¨¢ginas web. La pr¨®xima oleada de orgullo, la siguiente marea de salidas del armario, la van a protagonizar ellos, aunque sospecho que va a ser menos divertida. No son unos reprimidos ni unos devotos de la sublimaci¨®n a toda costa. Ni profundos ni superficiales, son simplemente eso, asexuales, y la Ciencia empieza a ocuparse de ellos y a considerar la asexualidad, valga la paradoja, como otra forma de sexualidad. Tampoco son fruto de la mala alimentaci¨®n o de la mala salud modernas. No, no corran ustedes a buscarles una explicaci¨®n en la enfermedad, ni pidan auxilio al div¨¢n del doctor Freud para librarse de gente tan peligrosa. Sencillamente, son, y dicen no. No les va, no les mola, no les atrae. Y hasta la mercadotecnia comienza a interesarse por ellos.
En una sociedad tan sexualizada como la nuestra, constituir¨¢n una anomal¨ªa, y habr¨¢ quienes vean en su orgullo reivindicativo un regreso de los viejos fantasmas, una estratagema de los curas. Se equivocan, porque a los curas siempre les han gustado los bodorrios -entre hombre y mujer, por supuesto- y a lo largo de la historia han celestineado de lo lindo con ese objetivo. Ahora mismo, lo que les preocupa de los matrimonios gay no es el bodorrio en s¨ª, sino las repercusiones que pueden tener en la caja de la Seguridad Social o en el equilibrio demogr¨¢fico. Es decir, la prole, una preocupaci¨®n que resulta curiosa, pues lleva a pensar que temen que una vez se abran los cauces el armario pueda resultar universal y sin fondo. De modo que, no, nada que ver con los curas. En el cada vez m¨¢s profuso ¨¢rbol taxon¨®mico del sexo, han decidido ocupar su lugar, el que les corresponde, y dejar de estar siempre bajo sospecha: ?ser¨¢n lo uno, ser¨¢n lo otro, ser¨¢ todo consecuencia de la gastritis? Pues no, son lo que son, asexuales.
Sorprender¨¢ e irritar¨¢ que alguien rechace las bondades paradis¨ªacas del sexo como si fuera un Luzbel de la modernidad. O un aguafiestas, un enemigo del g¨¦nero humano, y adem¨¢s irrecuperable, ya que no se le puede llevar por el buen camino enderez¨¢ndole ninguna represi¨®n, ning¨²n trauma, ning¨²n subconsciente dolorido. Es una categor¨ªa tan categ¨®rica como la de los heterosexuales, homosexuales, bisexuales, polimorfos y narcisistas (y las m¨²ltiples bifurcaciones de todos ellos). Aunque tienen, eso s¨ª, algo que cuestiona la universal semejanza de los reci¨¦n mencionados, lo que los podr¨ªa convertir en unos apestados: no sexo. Menos mal que la Ciencia ha corrido ya en su ayuda y se habla de un origen gen¨¦tico de su idiosincrasia. Son as¨ª por naturaleza, lo que puede ser un consuelo, ya que est¨¢n condenados a la desaparici¨®n: ?c¨®mo se transmitir¨¢n sus genes si no hay sexo?
Fue ¨¦sta la objeci¨®n que se le hizo tambi¨¦n al supuesto origen gen¨¦tico de la homosexualidad. Los genes se transmiten y los homosexuales se transmiten m¨¢s bien poco. Sin embargo, pese a la escasa transmisi¨®n, los porcentajes de homosexualidad se mantienen constantes en el tiempo y en el espacio: alrededor del 8% en Birmania, en Madrid y en Orexa. La ¨²ltima explicaci¨®n que le¨ª acerca de este misterio me pareci¨® bastante rocambolesca, adem¨¢s de androc¨¦ntrica, pero se la cuento. El gen de la homosexualidad no lo transmiten, claro est¨¢, los homosexuales, sino sus hermanas, que son al parecer especialmente fecundas. Bien, lo mismo les puede ocurrir a los asexuales, aunque me pregunto si no son algo est¨²pidas todas estas clasificaciones y explicaciones biologistas. Una sociedad fuertemente orientada hacia la heterosexualidad crea un contramodelo para reafirmar su tendencia -?basta con un 8% de excluidos a modo de exorcismo de impulsos bastante m¨¢s generalizados?-, y una sociedad sexualizada hasta la obligaci¨®n puede que est¨¦ provocando este nuevo fen¨®meno. La familia tradicional, en un proceso seguramente irreversible, ha entrado en concurrencia con otras formas de agrupaci¨®n que pueden ser pluriformes. Y es posible que ese proceso nos lleve a sorprendernos de nuestra proteica, y a¨²n desconocida, naturaleza sexual. ?O ser¨¢ asexual?
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