Amor prohibido

Hay historias que, aunque se hayan contado infinidad de veces, si se ejercitan a trav¨¦s de los c¨®digos necesarios, siguen funcionando. Una de ellas es la historia de amor prohibido entre una chica de alta alcurnia y un joven de clase trabajadora que, elevando su pasi¨®n por encima de los imponderables sociales y familiares, consiguen (o no) llevar su romance hasta el puerto para el que hab¨ªan sacado billete. Se puede narrar de forma menos cursi, m¨¢s elaborada o intentando enmascarar que se trata de la misma cr¨®nica de amor de toda la vida, pero al final siempre ser¨¢ eso: una pel¨ªcula para sufrir, disfrutar y llorar. Eso que siempre se ha (mal) llamado una pel¨ªcula de chicas. Ni m¨¢s ni menos que eso es El diario de Noa, bonita (con todas las connotaciones del adjetivo elegido) pel¨ªcula dirigida por Nick Cassavetes.

El filme no aspira a mucho m¨¢s que a ofrecer un sencillo relato bien contado

A la manera de Tomates verdes fritos (una producci¨®n a la que en su d¨ªa casi ning¨²n especialista hizo demasiado caso y que, poco a poco, se ha ido convirtiendo en un cl¨¢sico moderno), El diario de Noa se desarrolla en dos tiempos. En el primero, ambientado en un hospital, un anciano cuenta a una enferma de Alzheimer una cr¨®nica amorosa del pasado. En el segundo, a base de continuos flash backs, se desarrolla dicha historia. Y, como en aquel filme dirigido por Jon Avnet en 1991, el relato del pasado tiene m¨¢s importancia y m¨¢s garra que el del presente.

Por el momento, Cassavetes, hijo del maestro de la independencia John, ha decidido dejar atr¨¢s sus modernas ¨ªnfulas de cineasta aut¨¢rquico (desarrolladas en la irregular Atrapada entre dos hombres) para agarrarse al clasicismo. Es posible que se equivoque en alguna secuencia con los planos de las gaviotas sobre las puestas de sol, que la interpretaci¨®n de la chica (Rachel McAdams) est¨¦ por debajo de la del muy prometedor Ryan Gosling y que el segundo final de la pel¨ªcula sea reiterativo, innecesario y demasiado blando. Sin embargo, El diario de Noa no aspira a mucho m¨¢s que al ofrecimiento de un sencillo relato bien contado.

Con un material semejante (hay escenas de un sorprendente y m¨¢s que sospechoso parecido: la pareja tumbada en medio de la carretera, la chica tocando el piano...), un director tan trivial como Richard Benjamin compuso una gran pel¨ªcula en Adi¨®s a la inocencia (1984).

A Cassavetes le ha faltado afilar un tanto los detalles, pero aprueba con nota gracias a la gran presencia de James Garner y Gena Rowlands (madre del realizador en la vida real); a la gran interpretaci¨®n del joven Gosling, en un registro radicalmente opuesto al de pel¨ªculas anteriores como El creyente y Asesinato 1,2,3, y, sobre todo, a la sensibilidad que demuestra el director para reflejar en la pantalla la dificultad de una decisi¨®n tan eterna como el amor mismo: ?se elige con la cabeza o con las tripas?