Washington ironiza sobre el incidente
En casa de unos cubanos nada afectos al r¨¦gimen, el mi¨¦rcoles por la noche, a la hora en que Fidel Castro pronunciaba su discurso, un grupo de j¨®venes ve¨ªa por un canal de televisi¨®n de Estados Unidos, al que se accede en la isla de modo clandestino, el partido de b¨¦isbol de las Grandes Ligas entre los Yanquis de Nueva York y los Red Sox de Boston. Al producirse el desmayo, un vecino avis¨® de urgencia y los forofos cambiaron de inmediato la sinton¨ªa televisiva para comprobar lo ocurrido, y se perdieron el final del juego.
La ca¨ªda de Castro en Santa Clara no s¨®lo paraliz¨® a estos seguidores de los Yanquis; en toda la isla, en pocos minutos, el incidente se convirti¨® en un acontecimiento de alcance nacional y provoc¨® conmoci¨®n. La gente comenz¨® a llamarse por tel¨¦fono, incluso algunos tocaron la puerta de la casa de al lado. Y mientras, en la plaza de Ernesto Che Guevara algunos lloraban, la tensi¨®n y el desconcierto se mantuvo hasta que el l¨ªder comunista reapareci¨® ante las c¨¢maras, adolorido pero vivo.
"?Ay, mi madre! ?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando el hombre se 'chive' de verdad?", exclam¨® uno de los fans del equipo de b¨¦isbol de Nueva York. La inquietud era parecida en otros hogares cubanos, fuesen castristas o anticastristas. En Washington, la noticia se recib¨ªa con regocijo: "Hace a?os que esperamos la ca¨ªda de Castro, pero no pensamos que iba a ser de esta manera", ironiz¨® un funcionario del Departamento de Estado, que dirige Colin Powell. "?sta es una se?al de que el r¨¦gimen se cae", brome¨® otro responsable norteamericano que pidi¨® el anonimato, seg¨²n la agencia France Press. Los cubanos no se lo han tomado con tanta frivolidad, por la cuenta que les trae.
Estados Unidos rompi¨® sus relaciones diplom¨¢ticas con La Habana en 1961 y el pa¨ªs caribe?o est¨¢ bajo sanciones econ¨®micas de Washington. El presidente George W. Bush reforz¨® su embargo al restringir desde el 30 de junio los viajes y las transferencias econ¨®micas a la isla.
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