Un sue?o
En medio del silencio de la noche escuch¨¦ el sonido de mi m¨®vil, que parec¨ªa provenir del armario. Primero pens¨¦ que se trataba de un sue?o; luego, que me lo hab¨ªa dejado encendido en el bolsillo de la chaqueta. Abr¨ª los ojos, prend¨ª la luz y sorprend¨ª, en el medio de la habitaci¨®n, a un individuo que buscaba su tel¨¦fono por todos los bolsillos con una mano mientras me apuntaba con una pistola que llevaba en la otra. Imposible decir qui¨¦n estaba m¨¢s desconcertado, si el ladr¨®n o yo. Por fin, dio con el aparato y lo atendi¨® de mala gana: "?Qu¨¦ pasa?", pregunt¨® irritado por aquella inoportuna llamada. Luego, al escuchar lo que le dec¨ªan, se dej¨® caer sobre una esquina de la cama como si le hubieran abandonado las fuerzas. "Ha muerto mi madre", me dijo en un aparte. "Lo siento", a?ad¨ª yo rid¨ªculamente desde mi pijama de rayas.
Comprend¨ª que ten¨ªa que aprovechar aquellos instantes de abatimiento del delincuente para hacer algo, pero no sab¨ªa qu¨¦. Mir¨¦ a mi alrededor en busca de alg¨²n objeto contundente y no vi m¨¢s que un par de novelas policiacas y un inhalador nasal que hab¨ªa sobre la mesilla. Aunque de haber dispuesto de algo m¨¢s duro, tampoco habr¨ªa sabido c¨®mo usarlo. Creo que conviene golpear en la nuca, pero se trata de un conocimiento te¨®rico. Jam¨¢s he golpeado a un semejante. Adem¨¢s, el semejante del que hablo hab¨ªa comenzado a sorberse los mocos como un ni?o para contener las l¨¢grimas. Colg¨® el tel¨¦fono, se incorpor¨® y comprend¨ª que se encontraba desorientado, sin saber a d¨®nde dirigir sus pasos ni qu¨¦ hacer con su cuerpo. Recorri¨® unos metros en direcci¨®n al armario y luego se volvi¨® hacia m¨ª para averiguar por d¨®nde se sal¨ªa.
Salt¨¦ de la cama y lo gui¨¦ por el pasillo. Una vez en la puerta, me pregunt¨® si conoc¨ªa el modo de ir al Doce de Octubre. "Espera un momento", respond¨ª. Volv¨ª al dormitorio, me puse encima del pijama unos pantalones y una chaqueta y lo llev¨¦ en mi coche. Cuando llegamos al hospital, a¨²n sosten¨ªa la pistola en una mano y el m¨®vil en la otra. Le met¨ª la pistola en un bolsillo, le abr¨ª la puerta del coche, y lo vi alejarse en direcci¨®n a las instalaciones. Yo regres¨¦ a la cama y al d¨ªa siguiente fing¨ª que todo hab¨ªa sido un sue?o.
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