"La verdadera transici¨®n consisti¨® en pasar de la antig¨¹edad a la modernidad"
De habla apresurada y vocaci¨®n hiperkin¨¦tica, Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964) incursiona en el cine, acaba de lanzar Cortos, un libro de ocho cuentos en tiempo real y mantiene un cable a tierra con el periodismo. Formado en los talleres literarios de Donoso y Sk¨¢rmeta, comenz¨® a publicar en 1990. Suyos son t¨ªtulos como Sobredosis, Mala onda, Tinta roja, Las pel¨ªculas de mi vida y una antolog¨ªa de nueva narrativa cuyo t¨ªtulo implicaba un cambio de aires: McOndo. Sostiene que la narrativa chilena vive un periodo de importante diversidad y que la m¨¢s vigorosa de todas, incluyendo la suya, es de Roberto Bola?o, de quien fue un admirador temprano.
PREGUNTA. ?Chile est¨¢ alienado por su ¨¦xito como modelo?
Gumucio dice que hemos pasado a ser un pa¨ªs de narradores porque hemos dejado de vivir en la Luna y estamos con los pies en la Tierra
RESPUESTA. No tengo nada contra los alienados, son parte de uno. Adem¨¢s, prefiero pasar de bobo que disparar contra el pa¨ªs, aunque sea pol¨ªticamente muy correcto decir que es una estafa. Dicho esto, lo que ha pasado es que Chile ha crecido muy r¨¢pido, en una adolescencia freak, a nivel econ¨®mico y con cambios sociales, que hacen dif¨ªcil distinguir a las clases sociales a nivel epid¨¦rmico. En el pa¨ªs hay dos placas tect¨®nicas, el viejo Chile y el nuevo Chile, que se friccionan entre s¨ª. El viejo Chile se escandaliza demasiado por lo medi¨¢tico y choca con el pa¨ªs nuevo, que se entreg¨® demasiado a los medios.
P. ?El paso a la democracia ha contribuido a la creaci¨®n?
R. Aqu¨ª la verdadera transici¨®n no fue de dictadura a democracia -todav¨ªa hay senadores designados-, sino el cambio de moral, de antig¨¹edad a modernidad de manera abrupta, de paradigmas est¨¦ticos y psicol¨®gicos, de ser una sociedad agraria y manejada por unos pocos a otra m¨¢s compleja, con la contradicci¨®n de que en ella conviven el primer y el tercer mundo. Reci¨¦n ahora en Espa?a est¨¢ apareciendo la presencia norteamericana que nosotros tenemos hace tiempo. Mi generaci¨®n creci¨® viendo MTV, llevamos 15 a?os alienados y hace mucho que nos rendimos a Estados Unidos: no s¨¦ si es positivo o negativo, pero quiz¨¢ el futuro va por aqu¨ª.
P. ?C¨®mo est¨¢ la salud de la narrativa chilena?
R. Chile es un pa¨ªs que cuenta en el mundo literario suramericano. Claro, se podr¨ªa decir que juntos, entre todos, armamos un Bola?o, que es la cabeza de lanza. Nos ha pasado como que hemos ca¨ªdo arriba del mundo, y ¨¦ste cay¨® sobre nosotros, produciendo un mont¨®n de energ¨ªa.
P. ?Se siente tributario de los colosos de la poes¨ªa chilena, Neruda, Parra, Huidobro, De Rocka?
R. No, no han pesado sobre mis hombros. Gumucio dice que hemos pasado a ser un pa¨ªs de narradores, quiz¨¢ porque dejamos de vivir en la Luna y estamos con los pies en la Tierra. Entiendo que provengo de una tradici¨®n, aunque no la puedo localizar en m¨ª. Neruda es una cumbre, pero no creo que haya que ser escritor como ¨¦l, coleccionar cosas, construirte monumentos a ti mismo. Para ser un comunista, cre¨ªa mucho en la propiedad privada, con tantas casas suyas. Siento que no es un camino para recorrer. Neruda en Chile es como una marca registrada, y ac¨¢ nos gusta crear marcas. La gente conoce los nombres de los escritores pero no los leen. Hay muchos escritores chilenos que ni siquiera yo he le¨ªdo ¨ªntegros. Donoso me ense?¨® que el verdadero triunfo de un escritor no es vender m¨¢s o ganar el Cervantes, sino que tu apellido se transforme en adjetivo: nerudiano, parriano. Todos quieren a Nicanor Parra, que acaba de celebrar 90 a?os, pero nadie lo ha le¨ªdo.
P. ?Es un s¨ªntoma de superficialidad nacional que muchos crean muy bueno a Bola?o pero pocos lo hayan le¨ªdo?
R. Claro, se transform¨® en una marca registrada. Bola?o tuvo ADN chileno y fue parte de lo que el presidente Ricardo Lagos llama la "regi¨®n n¨²mero trece" del pa¨ªs, quienes viven en el exterior. Era el mejor de todos, aunque complicado y ma?oso. Quiso ser el n¨²mero uno de Chile, pero comprendi¨® que no bastaba con su calidad literaria. Quer¨ªa ser un poco Dios, todos sus art¨ªculos juzgaban: "T¨² s¨ª, t¨² no"; "a Donoso ¨¦chenlo", para entrar ¨¦l. Me dieron ganas de escribir m¨¢s al leerlo. Lo que m¨¢s aprend¨ª de Bola?o es que uno puede escribir de lo que le d¨¦ la puta gana, o sea, que no hay que buscar grandes temas. Lo siento muy l¨²dico y cercano a mi generaci¨®n, a pesar de que nos peg¨® unos coscachos, y pienso que su influencia empezar¨¢ ahora. Despu¨¦s de Bola?o hay numerosas voces, no me atrevo a decir que son una generaci¨®n, con fuerza, nombre, mundos propios, casi adjetivos.
P. ?Qui¨¦nes son los tenores, bar¨ªtonos y contraltos con m¨¢s vigor expresivo entre esas voces?
R. Pedro Lemebel tiene fuerza y pertenece a esta nueva tendencia de la no ficci¨®n, la cr¨®nica, en la que me gustar¨ªa estar, con una tradici¨®n posterior a la poes¨ªa. Esto todav¨ªa le pesa a Jorge Edwards, de quien dicen que es mejor cronista que novelista, pero qu¨¦ importa si escribe bien, cuenta historias y te embauca. Gumucio, un tipo muy interesante, es su continuador, aunque no le enciendo muchas velas como creador. En su ¨²ltimo libro, Los platos rotos, una revoltura donde ataca de chincol a jote en la historia del pa¨ªs, muestra que es un gran cronista. Antonio Sk¨¢rmeta fue apaleado en Chile por el Premio Planeta, en vez de que lo celebraran, pero por motivos extraliterarios, lo que me parece el colmo. M¨¢s all¨¢ de que su novela no sea perfecta -?cu¨¢l lo es?- a Sk¨¢rmeta lo critican por ser una figura de la televisi¨®n y por haber sido embajador, lo que tampoco me parece, pero no es un crimen. Tenemos tambi¨¦n a Ariel Dorfman, a Jaime Collyer, Germ¨¢n Mar¨ªn, Gonzalo Contreras, Roberto Ampuero, Carlos Franz, Pablo Az¨®car. A Diamela Eltit, que se le entiende la mitad de lo que escribe, a Jos¨¦ Miguel Varas, del que me considero amigo despu¨¦s de leer un cuento suyo sobre el mundo de la prensa, aunque no lo conozco.
P. En las listas de m¨¢s vendidos figuran otros, Isabel Allende, Marcela Serrano y Luis Sep¨²lveda entre los que viven en el exterior, y Hern¨¢n Rivera Letelier de los que residen aqu¨ª. Tampoco menciona a Coloane.
R. Los incluyo a todos. Si esto fuera m¨²sica, ser¨ªan como bandas con tocattas todas las noches en diferentes lugares. Todo eso suma Chile. Allende tiene lazos con Lemebel; Luis Sep¨²lveda es una manera de entender el pa¨ªs, de plantearse frente al exilio, como si estuviera vendiendo la pomada de lo que dej¨® atr¨¢s. Cuando Sep¨²lveda habla de las panteras que hay en Ovalle fabula como Ra¨²l Ruiz. Marcela Serrano nos cuenta sus mundos. Francisco Coloane siempre ha sido lectura escolar en Chile, pero fue catapultado desde afuera hacia adentro. Si bien se muri¨® reci¨¦n, pertenece a una generaci¨®n antigua. Coloane y Rivera Letelier no est¨¢n vendiendo exotismo, sino sus mundos, mostrando rincones que ni siquiera se sab¨ªa que exist¨ªan, aunque despu¨¦s de sus primeros libros se repitieran. Este fen¨®meno de la venta es totalmente positivo y norteamericano: nadie intenta escribir la gran novela chilena, ya pasamos esa etapa. Eso fue Neruda en la poes¨ªa, y Donoso en la narrativa, que asesin¨® un poco a Edwards, hasta que despu¨¦s ¨¦l sali¨® de esa sombra.
P. ?C¨®mo te sit¨²as en la pol¨¦mica entre Bola?o e Isabel Allende?
R. Fue dura. El Premio Nacional de Literatura est¨¢ sobrevalorado como el Oscar, donde los mejores no son los que ganan. Bola?o se muri¨® y no gan¨® ning¨²n premio. Pero ya que el premio existe y lo da el pa¨ªs, deber¨ªamos ser un poco m¨¢s abiertos. Hay muchos libros de Isabel Allende que no me gustan, exagera, copia a Garc¨ªa M¨¢rquez, ha vendido la pomada del realismo m¨¢gico, pero ha escrito un libro s¨²per importante, La casa de los esp¨ªritus, le¨ªdo por quienes ahora la atacan, nuestra elite intelectual de izquierda. Nos dijo cosas que ten¨ªamos que escuchar, fue el primer libro que uni¨® al pa¨ªs despu¨¦s del golpe, la gente lo discut¨ªa en los caf¨¦s. Ella ya cumpli¨®: hizo el libro del que todos se acuerdan. Bola?o se olvid¨® de que no hay que pegarle a las mujeres y, como era inteligente, nunca se tir¨® contra los duros, sino que atac¨® donde cre¨ªa que pod¨ªa ganar. No s¨¦ si se habr¨ªa tirado tan en contra de Donoso si ¨¦ste hubiese estado vivo.
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