Un Estatuto mirando al futuro
El pr¨®ximo d¨ªa 25 de octubre vamos a celebrar el 25? aniversario del refer¨¦ndum que aprob¨® el Estatuto de autonom¨ªa de Catalu?a. Se trata sin duda del periodo m¨¢s fruct¨ªfero de nuestra historia contempor¨¢nea. Hoy, en circunstancias hist¨®ricas muy diferentes, nos encontramos ante el reto de elaborar un nuevo Estatuto para la Catalu?a de los pr¨®ximos a?os, que como en 1979 requerir¨¢ de amplios consensos y de la movilizaci¨®n social.
Un nuevo Estatuto porque el aprobado hace 25 a?os ya no responde a la Catalu?a de hoy; porque nos encontramos ante realidades sociales nuevas como la inmigraci¨®n, las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n o la sostenibilidad ecol¨®gica, y realidades pol¨ªticas como la Uni¨®n Europea, que hace 25 a?os no se planteaban; porque la pr¨¢ctica de estos a?os pone en evidencia que las competencias de que dispone Catalu?a, con gobiernos de uno u otro signo, han sido erosionadas permanentemente; porque no contamos con un sistema de financiaci¨®n justo y suficiente, y porque el Estatuto de 1979 se sit¨²a por debajo de las aspiraciones nacionales de una mayor¨ªa amplia y diversa que aspira a m¨¢s autogobierno y al reconocimiento de la realidad nacional de Catalu?a.
Las constituciones y los estatutos son pactos para establecer las reglas del juego pol¨ªtico y los valores y principios en los que se basan las pol¨ªticas que se deben desarrollar en todos los campos. El nuevo Estatuto pretende actualizar el pacto con el Estado, de acuerdo con las necesidades y aspiraciones de la sociedad catalana, y al mismo tiempo supone un pacto entre las fuerzas pol¨ªticas entre s¨ª y con el conjunto de la sociedad para decidir cu¨¢les son los grandes objetivos compartidos, el modelo de sociedad a la que aspiramos.
No cabe duda de que hace 25 a?os dimos un paso fundamental, con la Constituci¨®n y los estatutos, hac¨ªa la democracia y el autogobierno; pero que fue insuficiente para dar acomodo a la pluralidad nacional del Estado. Durante estos a?os hemos sufrido la constante superposici¨®n entre autonom¨ªa y centralismo que pervive en la configuraci¨®n del Estado, con un Senado m¨¢s propio de un Estado centralista que de uno descentralizado, y sin que las comunidade aut¨®nomas puedan participar en la elecci¨®n de organismos que les ata?en directamente, como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial. Un defecto de origen que no s¨®lo comporta conflictos de car¨¢cter institucional, sino que tiene efectos negativos en la vida cotidiana, en cuestiones como la inspecci¨®n de trabajo, la regulaci¨®n de los horarios comerciales, o la organizaci¨®n de las Cercan¨ªas de Renfe. Servicios y pol¨ªticas que se gestionar¨ªan mejor desde la proximidad.
Por otra parte, el d¨¦ficit fiscal que padece Catalu?a y la falta de las competencias son un lastre para el desarrollo del pa¨ªs y para satisfacer las crecientes demandas sociales de una poblaci¨®n de siete millones de personas.
El nuevo Estatuto ser¨¢ innovador, con la ambici¨®n de hacer de Catalu?a uno de los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa. El ¨ªndice de materias del Estatuto elaborado por la ponencia parlamentaria incluye derechos y principios rectores de las pol¨ªticas p¨²blicas como el acceso a la sociedad de la informaci¨®n, el derecho a la participaci¨®n, a la preservaci¨®n del patrimonio natural, junto a los derechos sociales fundamentales como la educaci¨®n, la sanidad, la vivienda o los derechos laborales.
Como hace 25 a?os, la llamada cuesti¨®n nacional no puede plantearse al margen de otros retos, en t¨¦rminos exclusivamente identitarios, al margen de otros retos como son la mejora de la democracia, el desarrollo del Estado de bienestar, el fomento de la cultura de la paz, el desarrollo sostenible, la construcci¨®n europea o la modernizaci¨®n de la econom¨ªa.
La utilidad del Estatuto es que sirva de paraguas para realizar pol¨ªticas que mejoren las condiciones de vida de las personas, con nuevas y claras competencias, y con una financiaci¨®n adecuada. Un Estatuto que permita una mayor identificaci¨®n de la ciudadan¨ªa con sus instituciones, as¨ª como acomodar la realidad nacional de Catalu?a en el Estado.
La reforma de los estatutos y de la propia Constituci¨®n implica un salto cualitativo en el modelo de Estado en la direcci¨®n federal, se quiera o no. Tenemos una gran oportunidad que no podemos desaprovechar para avanzar en la soluci¨®n de viejos problemas hist¨®ricos, una soluci¨®n que pasa por el reconocimiento de la pluralidad nacional de Espa?a, con f¨®rmulas innovadoras que superen el supuesto dilema entre igualitarismo y diferencia. Todas las comunidades aut¨®nomas deben mejorar su nivel de autogobierno sin que ello suponga diluir las aspiraciones de aquellas que, como Catalu?a, aspiran a un mayor autogobierno acorde con su realidad nacional.
Es necesario afrontar este reto desde una cultura federalista, una cultura basada en la negociaci¨®n y el pacto para resolver los conflictos. Una nueva cultura pol¨ªtica que valore la diferencia como algo positivo y no como un supuesto pretexto para conseguir unos privilegios, que por otra parte son inexistentes.
Sin duda tendremos que dialogar y pactar sin cesar los pr¨®ximos meses, primero en el Parlament de Catalunya, despu¨¦s en el Congreso de los Diputados. Y s¨®lo podremos hacerlo con garant¨ªas de ¨¦xito si contamos con el respaldo mayoritario de la sociedad catalana.
Joan Saura es consejero de Relaciones Institucionales y Participaci¨®n de la Generalitat de Catalu?a
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