Pret¨¦rito perfecto
Si el tino del Gobierno vasco para acertar el futuro es igual que para el pasado, estamos aviados. Y eso que parece m¨¢s f¨¢cil, que lo pasado pasado est¨¢, ah¨ª queda y m¨ªralo y no lo toques.
En el Pa¨ªs Vasco, no. Aqu¨ª lo m¨¢s imprevisible es el pasado. El presente lo tenemos controlado -si se desmadra, siempre puede uno acudir al Alderdi Eguna o a alg¨²n gur¨² medi¨¢tico, para saber c¨®mo van las esencias -. Del futuro, qu¨¦ vamos a decir: est¨¢ atado y bien atado. Hasta tenemos un Plan, que augura dichas sin cuento, un venturoso tiempo en que los vascos vascos poseer¨¢n la tierra, tan contentos.
El pasado vasco es otra cosa. Imprevisible, inesperado, sorprendente. Un d¨ªa le dejas a Zumalac¨¢rregui de general tradicionalista, espa?ol hasta los tu¨¦tanos, y al otro d¨ªa te alborea de nacionalista avant la lettre; por la tarde se transmuta quiz¨¢ en truculento borrokalari y no ser¨ªa raro que anochezca de terrorista atroz. O al rev¨¦s. La historia vasca es incapaz de estarse quieta.
Si el futuro que nos prometen es tan riguroso como el pasado que tienen en la mente, hay que preocuparse
M¨¢s de un desatino se ha debido no a ganas de mejorarnos la vida, sino a los deseos de cambiarnos el pasado
Nos vendr¨ªa bien otro Plan, no para organizar el porvenir, sino para asegurarnos los pret¨¦ritos, garantizarnos de una vez que el pasado aut¨¦ntico se ajusta como guante al dedo gubernamental del nacionalismo. Nada de dudas sobre la historia, que, como corresponde al pensamiento nacionalista -de cualquier nacionalismo, no s¨®lo del vasco-, debe ser neto, recto, di¨¢fano, con los buenos y los traidores bien marcados. Para eso necesitamos un Plan. Le podr¨ªamos llamar Plan Dos. El Aut¨¦ntico, pues en verdad ser¨ªa el fundamental, el origen del Uno, su raz¨®n de ser. Servir¨ªa para acabar con los pret¨¦ritos imperfectos, no digamos con los indefinidos. Todo ser¨ªa pret¨¦rito perfecto o, mejor, pluscuamperfecto, que dejase claro el espa?ol origen de nuestros males.
Quiz¨¢s parte de las brutalidades que azotan al pa¨ªs y m¨¢s de un desatino pol¨ªtico se han debido no a ganas de mejorarnos la vida, sino a los deseos de cambiarnos el pasado, o, al menos, de dejar claro cu¨¢n canalla era Fernando el Cat¨®lico, no digamos Felipe II, o el traidor de los traidores, Espartero; o hasta qu¨¦ punto de impresentable result¨® C¨¢novas del Castillo, malo mal¨ªsimo, de lo peor. O para aspirar a un neol¨ªtico eterno, que desborde l¨ªmites y nos inunde hasta hoy los trabajos y los d¨ªas. O para a?orar a Sancho el Mayor, aquel gran nacionalista, reinando por los siglos de los siglos en la pax vasconica.
?Nos podremos ahorrar este Plan de Convivencia y Armon¨ªa de la Historia Vasca? Ser¨¢ imposible: lo necesitamos como agua de mayo. Lo malo es que al dise?arlo entraremos en otra trifulca. Si con el Plan de ahora estamos hechos unos zorros, aunque tan s¨®lo mira al futuro, que nos importa menos, excuso decirles el guirigay de cuando nos toque tocarnos los pret¨¦ritos. D¨ªa a d¨ªa reharemos un pasado ef¨ªmero. Habr¨¢ manifestaciones. Y ser¨¢ debate peligroso, que la historia la carga el diablo. Al menos en el pa¨ªs de las rarezas y b¨²squeda de originalidades. Estos d¨ªas hay orgullo por un gen vasco que produce el Parkinson. Es rara la satisfacci¨®n por tal hecho diferencial. Cosas veredes.
Mientras fructifica el Plan Dos. El Aut¨¦ntico, no estar¨ªa de m¨¢s ahorrarnos dislates como el que se lee en la Declaraci¨®n Institucional del Gobierno vasco con motivo de los odiados 25 a?os del repelente Estatuto. Asombra. Los gobernantes del Gobierno son gente seria, responsable y le¨ªda, y es Gobierno no de chichinabo, sino de altura, presto a impulsar la revoluci¨®n nacional. Pero no han podido evitar sus deslices por la historia. Les convendr¨ªa reciclarse. Van y dicen : "Un 25 de octubre de 1839 (...) la Ley Abolitoria [sic] de los Fueros de las Provincias Vascongadas y de Navarra impuso por vez primera en la historia la unidad constitucional de la monarqu¨ªa". Lo que hay que leer.
Tal ley no fue de abolici¨®n, sino confirmatoria. Dec¨ªa: "Se confirman los fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra". Los ¨®rganos forales, que tem¨ªan la abolici¨®n, la celebraron con entusiasmo. Eso s¨ª, los fueros se confirmaron "sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarqu¨ªa", planteando as¨ª los problemas que les llegaban por el triunfo del liberalismo (constitucional).
Hubo en el XIX abolici¨®n de Fueros -para "las Vascongadas", la ley de 21 de julio de 1876; para Navarra, se modificaron por la de 16 de agosto de 1841, la llamada Ley Paccionada-, pero no en la ley de 25 de octubre de 1839, importante en el proceso no por "abolitoria", sino por c¨®mo preve¨ªa la "modificaci¨®n". Otra cosa es que el nacionalismo la eligiese como la madre de todos los desastres. Sabino dixit.
Pero eso queda bien para exaltaciones patri¨®ticas en concili¨¢bulos de partido. No es serio que tales desaguisados figuren en declaraciones de Gobierno. Si el futuro que nos prometen es tan riguroso como el pasado que tienen en la mente, hay que preocuparse.
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