La cultura no es negocio
El Rinc¨®n del Tango, a finales de los cuarenta, y luego Malambo, en los sesenta y setenta, fueron las denominaciones anteriores que la sala de fiestas del n¨²mero 3 de la calle de los Jardines recibi¨® antes de convertirse, en 1979, en El Sol.
Desde entonces, las luces de ne¨®n rosa de su interior son cl¨¢sicas de la noche de Madrid, y ha quedado inscrita en la historia, a duras penas, como una de las salas supervivientes de la movida madrile?a.
En la fiesta de celebraci¨®n de su 25? aniversario, Bruno Galindo, director de la p¨¢gina web heinekenprom.com, se confesaba satisfecho de comprobar que la sala sigue activa. "Siento desaz¨®n cuando paseo por Pr¨ªncipe de Vergara y ya no veo la sala J¨¢cara o cuando, junto a la avenida de Am¨¦rica, veo una tienda de muebles de cocina donde estaba Rockola".
La angustia era compartida. En los ¨²ltimos a?os, Madrid ha ido perdiendo, por diversos motivos, la mayor¨ªa relacionados con la escasa importancia que los ayuntamientos les dan, numerosos locales de m¨²sica en directo. "Con los conciertos pierdo dinero", reconoc¨ªa Nacho Moreno: "El grueso de los ingresos que le permiten a El Sol dar empleo a 32 personas proviene de la transformaci¨®n en discoteca las madrugadas del fin de semana".
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