Los viajes de Gulliver
?Qu¨¦ alivio, por fin tenemos lehendakari! El muy ingrato se fue a hacer las Am¨¦ricas y dej¨® a su pueblo como a la Maite del zortziko y, claro, Maite, digo, su pueblo, "muri¨® llorando y suspirando". O casi. Y todo por buscar hacerse docto, asegurar algunos votos de cara a la que se avecina y explicar que Euskadi va bien aunque podr¨ªa ir mejor sin ese lastre llamado Espa?a que tan bien comprenden quienes otrora fueron tambi¨¦n sus colonias.
La mayor ca¨ªda de la historia de ETA le pill¨® prepar¨¢ndose para visitar Santo Domingo. Deshacer las maletas para seguir de cerca el acontecimiento habr¨ªa tenido el inconveniente de subrayarlo en exceso, con lo que hubiera podido herir la sensibilidad de Batasuna, ¨¦sa a la que su compinche Egibar no hace m¨¢s que encomendarse. Ibarretxe tambi¨¦n estaba a punto de volar durante el chocarramiento y ulterior trinchado de los cocineros que s¨®lo estuvo en los ojos de quienes, pese a los guisantes y comientes, no aceptan que los ¨²nicos que linchan -y extorsionan- de verdad son los de ETA y que plantearse ceder a la extorsi¨®n conlleva consecuencias graves, pese a que el miedo pueda actuar como incapacitante. Se ve que entre las escasas lecturas del lehendakari no debe figurar la Santa Teresa que dijo que Dios tambi¨¦n est¨¢ en los pucheros. De lo contrario, se habr¨ªa olvidado las tierras americanas y se hubiera tirado de cabeza a la sart¨¦n.
La cosa es que cuando gure Juan Jos¨¦ por fin ha regresado, lo hemos encontrado hecho un l¨ªo. Y no porque haya encontrado a Maite, digo, a su pueblo, de aquella manera, sino porque no acaba de encontrarse a s¨ª mismo. Hay que decir que la fecha que escogi¨® para volver era la m¨¢s indicada, porque se inauguraba el batzoki de Zamudio, mientras los que no entienden nada se aplicaban a festejar el mismo d¨ªa cierta cosa llamada Estatuto. Pero, claro, aprovechando que el Pisuerga tambi¨¦n pasaba por Zamudio, no quiso privarse de decir que "el futuro de los vascos no se decidir¨¢ en Espa?a, sino en Euskadi". Y ah¨ª es donde se le detecta cierta confusi¨®n mental, porque si Euskadi ya no es Espa?a, ?a qu¨¦ viene enredarse en un plan, el refer¨¦ndum y el subsiguiente proceso de desconexi¨®n? Ahora que si el acto de decidir -con el plan, el refer¨¦ndum y el proceso de desconexi¨®n- es previo a su consecuencia a medio plazo, o sea la escisi¨®n, no cabe la menor duda de que tendr¨¢ lugar dentro de una Euskadi que todav¨ªa forma parte de Espa?a, ?o piensa Ibarretxe que Euskadi est¨¢ en las Chimbambas? No, lo m¨¢s f¨¢cil es que piense que ¨¦l y Euskadi pertenezcan a la dimensi¨®n de los sue?os, es decir, al ¨¢mbito de la extraterritorialidad del que s¨®lo puede sacarle no el batacazo que se le avecina con el plan, sino el cumplimiento de sus deseos, como les sucede a los ni?os. O eso o que realmente el jet lag y tanto empacho de mundo le ha sentado de pena, no en balde lo nacionalista es el ombligo.
Aunque no es bueno que tras tomarse la biodramina siga mareado, digo, mareando la perdiz. Despu¨¦s de mucho suspense, por fin dijo que acudir¨ªa -y acudi¨®- a la cumbre de presidentes auton¨®micos, asegurando haberlo hecho por lealtad institucional. Qu¨¦ grandes palabras ser¨ªan si no hubiera actuado por motivos m¨¢s bajos. Porque si acudi¨® por lo que dijo, ?a santo de qu¨¦ tom¨® la decisi¨®n despu¨¦s de haber mandado a un propio a la reuni¨®n preparatoria de la cumbre para que se enterara de lo que se cocer¨ªa despu¨¦s? M¨¢s bien parece que gure gur¨² decidi¨® acudir porque no le compromet¨ªa a nada, ya que no se iba a tratar lo ¨²nico que pod¨ªa motivar su ausencia: que all¨ª se discutiese de verdad acerca del Estado de las autonom¨ªas. El Gobierno sabr¨¢ lo que hace, pero la foto de los presidentes, con Ibarretxe incluido, le ha salido un poco cara; no en balde ha cedido a las pretensiones nacionalistas de mantener las subvenciones a las organizaciones ilegalizadas por connivencia con el terrorismo y despenalizar la convocatoria de referendos ilegales. ?Pero ante cuestiones de tan alta pol¨ªtica, qu¨¦ podemos hacer los liliputienses?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.