Pasiones rom¨¢nicas en el curso del Ebro

Con su torre adosada de 24 metros de altura, 86 soportes de alero del tejado (canecillos), claustro con tapas de enterramientos de triple estilo art¨ªstico (moz¨¢rabe, rom¨¢nico y g¨®tico), capiteles que son circulares en lugar de cuadrados, un presbiterio inusitadamente alto y adem¨¢s de doble arcada, y las ¨²nicas pinturas murales del rom¨¢nico c¨¢ntabro, San Mart¨ªn de Elines proporciona las suficientes claves para entender la pasi¨®n que el rom¨¢nico rural del norte de Espa?a despierta en muchos viajeros.

La colegiata, del siglo XII, se sit¨²a en el valle de Valderredible, asomada al naciente Ebro, todav¨ªa c¨¢ntabro. El camino actual, desde la provincia de Burgos, sale de un espectacular ca?¨®n horadado por el r¨ªo para dar a un valle lleno de iglesias rupestres y eremitorios cavados en la roca arenisca, por donde en primavera hay una cascada, La Toba, que recuerda a una catedral en la que hubiera estado trabajando Gaud¨ª.

Como instrumento de catequizaci¨®n, los canecillos son el c¨®mic de la Edad Media, pensado para los analfabetos que acud¨ªan a rezar. Er¨®ticos, bestiales, grotescos, vegetales, musicales, conectaban con naturalidad con la sensibilidad de la gente, impregnada del medio indomado en el que viv¨ªan. Hoy cuesta recordar que el pel¨ªcano, que da de comer a sus cr¨ªas con la sangre de su pecho, representa a Cristo. O que un le¨®n engullendo -"no devorando", matiza Bert¨ªn Guti¨¦rrez, p¨¢rroco de San Mart¨ªn de Elines y autor de un libro sobre la colegiata- a dos ni?os pl¨¢cidos simboliza a Jesucristo, el Le¨®n de Jud¨¢, encargado del tr¨¢nsito de las almas de los creyentes que conf¨ªan en su fe.

Hacia el este, despu¨¦s de pasar el magn¨ªfico pueblo-cascada de Orbaneja del Castillo, se enlaza con la N-623 en direcci¨®n a Burgos, para luego desviarse a Sedano (con la caba?a de Miguel Delibes a mano izquierda) y llegar a Moradillo de Sedano. Solitario, elevado sobre un promontorio, aguarda uno de los monumentos rom¨¢nicos m¨¢s significativos de la provincia burgalesa, de 1188. Directamente relacionada con la de Silos, la escultura del templo es abundante, y en ella destacan dos centauros femeninos, con tocados de la ¨¦poca. Sobresale una columna adosada del interior, con un fuste quebrado en zigzag. Los capiteles forman un conjunto riqu¨ªsimo en todo tipo de detalles vegetales, como acantos. La elaboraci¨®n del t¨ªmpano de la portada es desbordante. El silencio desde la torre, sobrecogedor. Aqu¨ª son los abundantes d¨®lmenes prehist¨®ricos (excavados, entre otros, por un hijo de Delibes) los que a?aden atractivo.

La ruta sigue hacia el noreste con otra media hora de coche, tomando la C-629 hasta Valdenoceda (donde permanece junto a la carretera uno de los penales franquistas m¨¢s duros de la posguerra), para coger el desv¨ªo a Puente-Arenas. Emplazada en plena naturaleza de Las Merindades se encuentra la iglesia de San Pedro de Tejada, junto al Ebro, obra maestra que no se deja intimidar por la colosal sierra de la Tesla. De nuevo, sobresale una torre-campanario en lo que es este monumento nacional que Mendiz¨¢bal dej¨® en 1845 en manos privadas. Un monasterio que se remonta al siglo IX estuvo en el origen del templo, datado a finales del XII. Igual que en San Mart¨ªn, son exactamente 86 los canecillos, en los que un hombre y una mujer que muestran sus genitales se alternan con la escena de un alumbramiento, un lobo con mueca satisfecha, un cerdo, un jabal¨ª, una cabra, un ¨¢guila, un ciervo, un cantero, monjes, juglares, m¨²sicos, peregrinos y escenas que representan la lujuria. Vicios y virtudes. La fuerza de las esculturas no est¨¢ en la belleza perfecta, sino en el mensaje impactante y en su a veces desolado primitivismo.

Si el rom¨¢nico burgal¨¦s est¨¢ lleno de joyas, la iglesia de Crespos es una joyita. En diminutivo porque realmente es diminuta. Para entrar hay que agacharse. Se llega volviendo a la N-232 en Valdenoceda, con direcci¨®n a Incinillas, donde el desv¨ªo al valle de Manzanedo conduce a esta localidad pasando por un ejemplo de arquitectura popular bien conservada que es el pueblo-camino de San Miguel de Cornezuelo. Crespos, una aldea que en tama?o y belleza es el decorado perfecto de esta iglesia, cuenta con seis personas, cuatro de ellas miembros de una familia que regenta la casa rural. Los obuses y las balas de la Guerra Civil, procedentes de las trincheras a¨²n visibles en las cimas, dejaron el templo intacto. No as¨ª el paso del tiempo. En el interior, una gran grieta recorre la nave. Sus arquer¨ªas, de influencia moz¨¢rabe, parecen se?alar que se construy¨® en una ¨¦poca de transici¨®n hacia el rom¨¢nico puro. La iglesia est¨¢ rodeada de un paisaje de cerezos, avellanos, quejigos, robles y hayas, por donde hace s¨®lo tres a?os resonaba el aullido de los lobos.