Ir¨¢n y Corea, las nuevas amenazas
En los debates presidenciales de 1960, el entonces senador John F. Kennedy advirti¨® de que si EE UU no cambiaba de pol¨ªtica, al final de la d¨¦cada m¨¢s de 20 pa¨ªses tendr¨ªan la bomba at¨®mica. Su alerta fue tenida en cuenta por sus sucesores en la Casa Blanca, y en 1968 se firmaba el TNP (Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear). Pero tan cierto es que Kennedy se equivoc¨® en su pron¨®stico (44 a?os despu¨¦s s¨®lo ocho pa¨ªses - Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia, India, Pakist¨¢n e Israel- pertenecen al club nuclear) como que el peligro de proliferaci¨®n no ha sido conjurado.
Panorama sombr¨ªo
"Ir¨¢n est¨¢ ahora en una posici¨®n mucho m¨¢s fuerte que antes de la invasi¨®n de Irak y podr¨ªa fabricar la bomba en un plazo de dos a?os", asegura un experto
La implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que dej¨® materiales, equipos y cient¨ªficos fuera de control; la posterior formaci¨®n de un mercado nuclear global al alcance tanto de los llamados Estados irresponsables como de grupos terroristas, y las declaradas ambiciones at¨®micas de Ir¨¢n y Corea del Norte dibujan un panorama sombr¨ªo con el que tendr¨¢ que lidiar el presidente Bush en su nuevo mandato.
Exagerar el peligro de proliferaci¨®n nuclear no es dif¨ªcil. Al arsenal existente -30.000 armas nucleares, mayoritariamente en manos de norteamericanos y rusos, y uranio enriquecido y plutonio en cantidad suficiente para fabricar 240.000 m¨¢s-, y a las informaciones documentadas de los intentos de Al Qaeda de adquirir uranio en ?frica y Chechenia en los a?os noventa, hay que sumar las peri¨®dicas detenciones de cient¨ªficos o t¨¦cnicos implicados en el tr¨¢fico de tecnolog¨ªa nuclear.
Entre ¨¦stos destaca Abdul Qadeer Khan, el padre de la bomba at¨®mica paquistan¨ª, detenido el a?o pasado acusado de vender secretos nucleares a Ir¨¢n, Corea del Norte y Libia, y perdonado despu¨¦s por el presidente Pervez Musharraf. El director general del Organismo Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), Mohamed El Baradei, reconoc¨ªa el pasado septiembre en una entrevista con la BBC el peligro del caso Khan: "Todo lo que s¨¦ es que hay al menos m¨¢s de 30 compa?¨ªas en 30 pa¨ªses alrededor del mundo implicadas en esta fant¨¢stica, sofisticada e ilegal red de contrabando en la que el se?or Khan actuaba como consejero delegado".
No es, por tanto, extra?o que el contrabando nuclear, el hecho m¨¢s que probable de que Corea del Norte pueda ya fabricar armas at¨®micas y la posibilidad a corto plazo de que Ir¨¢n haga lo propio en una regi¨®n tan explosiva como Oriente Pr¨®ximo entraran de lleno en la reciente campa?a electoral norteamericana. Ambos candidatos escenificaron su determinaci¨®n para impedir que esto ocurra, sobre todo en el caso de Teher¨¢n. Pero la ret¨®rica de la firmeza no puede ocultar su dificultad.
Gary Samore, experto en No Proliferaci¨®n Nuclear del Instituto Internacional de Estudios Estrat¨¦gicos (IISS), en Londres, subraya que "Ir¨¢n est¨¢ ahora en una posici¨®n mucho m¨¢s fuerte que antes de la invasi¨®n de Irak, y no por el fiasco de no encontrar las armas de destrucci¨®n masiva, sino por el fracaso de EE UU en la ocupaci¨®n del pa¨ªs". Adem¨¢s, a?ade, "los conservadores del r¨¦gimen iran¨ª est¨¢n muy fuertes y el precio del petr¨®leo muy alto". Pese a ello y a su previsi¨®n de que "Ir¨¢n podr¨¢ fabricar la bomba en un plazo de dos a?os", Samore est¨¢ convencido de que a¨²n hay tiempo para que Teher¨¢n suspenda su programa nuclear. "Una combinaci¨®n de presiones diplom¨¢ticas y amenazas podr¨ªa persuadir al r¨¦gimen iran¨ª para que lo hiciera, aunque para ello es preciso que Washington sea capaz de organizar una gran coalici¨®n internacional".
La tarea no parece f¨¢cil. El descr¨¦dito de los servicios de inteligencia occidentales, el desprestigio de EE UU en la regi¨®n -el mundo musulm¨¢n percibe que se niega a Ir¨¢n lo que ya tiene Israel-, la brecha a¨²n abierta entre EE UU y sus aliados europeos y los compromisos econ¨®micos con Ir¨¢n de potencias como Rusia y China juegan en su contra. La voluntad iran¨ª y de la comunidad internacional se pondr¨¢ a prueba el pr¨®ximo d¨ªa 25, cuando el OIEA examine de nuevo si Ir¨¢n ha cumplido sus exigencias en materia nuclear. En caso de que no sea as¨ª, el problema ser¨¢ remitido al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que podr¨ªa imponer sanciones.
Enriquecimiento de uranio
El OIEA exige a Teher¨¢n una suspensi¨®n definitiva del enriquecimiento de uranio, ya que podr¨ªa servir para fabricar armas nucleares. El Gobierno de Ir¨¢n, pa¨ªs signatario del TNP y desde 2003 del llamado Protocolo Adicional -un refuerzo de las salvaguardas del tratado que permite inspecciones por sorpresa las instalaciones at¨®micas de un pa¨ªs-, replica que ese uranio s¨®lo tendr¨¢ un uso civil y que es derecho exclusivo suyo mantener la suspensi¨®n del enriquecimiento -vigente desde octubre de 2003- o reanudarlo.
Para persuadir al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s, Reino Unido, Francia y Alemania despliegan desde hace un a?o una pol¨ªtica del palo y la zanahoria, consistente en ofrecer tecnolog¨ªa nuclear civil y un incremento de los intercambios comerciales a cambio de la congelaci¨®n del programa at¨®mico. Las gestiones europeas, que cuentan con el respaldo de la Administraci¨®n de Bush, podr¨ªan obtener una extensi¨®n de la suspensi¨®n temporal del enriquecimiento de uranio; pero si fracasaran, las opciones de la comunidad internacional para imponer su voluntad a Ir¨¢n ser¨ªan escasas.
George Perkovich y Silvia Manzanero, del Carnegie Endowment for International Peace, un think tank (centro de an¨¢lisis) de Washington, concluyen en un reciente art¨ªculo que una pol¨ªtica de aislamiento diplom¨¢tico de Ir¨¢n "favorecer¨ªa a los duros del r¨¦gimen"; que las sanciones econ¨®micas obligar¨ªan a los pa¨ªses europeos, dependientes en buena medida del petr¨®leo iran¨ª, a elegir "entre la amenaza nuclear iran¨ª o la amenaza de la inflaci¨®n", y que el uso de la fuerza debe ser descartada tras el caso de Irak y la capacidad de Ir¨¢n para desestabilizar toda la regi¨®n empezando por el propio Irak, dada su ascendencia sobre la mayor¨ªa chi¨ª de ese pa¨ªs.
?Qu¨¦ hacer entonces? Aceptar el nacimiento de una nueva potencia nuclear supondr¨ªa, seg¨²n el consenso de los analistas,el golpe de gracia para el TNP, el Consejo de Seguridad e incluso para el futuro de la industria nuclear civil en la era de Kioto. En el caso de Ir¨¢n, adem¨¢s de desencadenar previsiblemente una carrera de armamentos en Oriente Pr¨®ximo, empezando por Egipto y Arabia Saud¨ª, la posibilidad, como subraya Samore, de que Teher¨¢n tuviera la "capacidad para liderar una gran coalici¨®n chi¨ª en la zona contra el islam sun¨ª y someter a Europa a una tremenda presi¨®n en sus relaciones con Israel".
Pese a incluir a Ir¨¢n y Corea del Norte junto con Irak en el eje del mal, la primera Administraci¨®n de Bush desarroll¨® hacia los dos ¨²ltimos pa¨ªses una pol¨ªtica multilateral -negociaciones con China, Jap¨®n, Rusia y Corea del Sur, en el caso de Pyongyang, y apoyo a la mediaci¨®n europea, en el de Teher¨¢n-. ?Mantendr¨¢ Bush este enfoque en los pr¨®ximos cuatro a?os?
Iniciativa contra la proliferaci¨®n
EL PRESIDENTE Bush lanz¨® el 31 de mayo de 2003, en Cracovia (Polonia), la llamada Inciativa de Seguridad contra la Proliferaci¨®n (PSI, en sus siglas en ingl¨¦s) con el objetivo de interceptar en alta mar cualquier buque sospechoso de transportar armas de destrucci¨®n masiva. Al proyecto se unieron en un primer momento una decena de pa¨ªses aliados de Estados Unidos, entre ellos Espa?a, y actualmente se han sumado ya una cincuentena.
El alma de la PSI ha sido hasta ahora el subsecretario de Estado para el Control de Armas y Seguridad Internacional, John Bolton, un halc¨®n apodado por parte de la prensa norteamericana como El Rompetratados por su desconfianza, tanto hacia las instancias multilaterales apadrinadas por la ONU como hacia los acuerdos heredados de la guerra fr¨ªa contra los sovi¨¦ticos. Bolton propugn¨® la retirada de EE UU del Tratado de Misiles Antibal¨ªsticos, firmado con la URSS en 1972, el que sancionaba la doctrina de la destrucci¨®n mutua asegurada; torpede¨® las negociaciones sobre la Convenci¨®n sobre Armas Biol¨®gicas, y desaprob¨® el Tratado de Prohibici¨®n de Pruebas Nucleares.
Bolton ha argumentado que la PSI es una actividad, no una organizaci¨®n, y que incluye tambi¨¦n el intercambio de informaci¨®n entre sus miembros y no s¨®lo la interceptaci¨®n de barcos. Tambi¨¦n ha dejado claro en varias entrevistas que tanto sus acciones como sus ¨¦xitos permanecer¨¢n secretos. Fuentes period¨ªsticas norteamericanas han insinuado que alguno de esos ¨¦xitos han estado relacionados con el cambio de actitud internacional de la Libia de Gaddafi. Esta iniciativa multilateral de la Administraci¨®n de Bush carece por el momento de amparo legal seg¨²n el Derecho Internacional, ya que la Convenci¨®n del Mar impide la interceptaci¨®n de un buque sin la autorizaci¨®n del pa¨ªs que lo abandere o de su capit¨¢n.
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