La otra Am¨¦rica
La significaci¨®n global de las elecciones de EE UU el pasado martes ha ocultado el inter¨¦s regional y nacional de otros comicios celebrados en Am¨¦rica Latina por las mismas fechas. Elecciones municipales, legislativas o presidenciales en Venezuela, Brasil, Chile y Uruguay con un resultado general siempre en el mismo sentido. Seguramente las de este ¨²ltimo y peque?o pa¨ªs son de las m¨¢s importantes: por primera vez en sus 170 a?os de historia, la izquierda ha ganado las elecciones uruguayas y su representante, Tabar¨¦ V¨¢zquez, ser¨¢ su pr¨®ximo presidente.
Adem¨¢s de lo que ello supone para una naci¨®n en la que los partidos Blanco y Colorado se perpetuaban en el poder -siempre que los militares no interrumpiesen el proceso democr¨¢tico- la victoria de V¨¢zquez y el Frente Blanco se une a una corriente pol¨ªtica e ideol¨®gica que afecta a los principales pa¨ªses del Cono Sur latinoamericano: Brasil, Argentina, Chile y ahora Uruguay est¨¢n gobernados en la actualidad por corrientes de centro izquierda o socialdem¨®cratas.
Hace poco m¨¢s de un a?o, Kirchner y Lula, presidentes de Argentina y Brasil respectivamente, firmaban en la capital porte?a el llamado Consenso de Buenos Aires. Se trataba de un documento que, en esencia, trataba de tener en cuenta el bienestar de los ciudadanos y la redistribuci¨®n de la renta y la riqueza como objetivos prioritarios de su pol¨ªtica econ¨®mica. Todo ello, sin abandonar la estabilidad macroecon¨®mica b¨¢sica. Una pol¨ªtica que, de forma paralela, es aplicada en Chile por el Gobierno de la Concertaci¨®n y por Ricardo Lagos.
El Consenso de Buenos Aires adoptaba, con ese nombre, un aire de alternativa al c¨¦lebre Consenso de Washington, que es la denominaci¨®n que ha tomado la pol¨ªtica econ¨®mica oficial en la mayor parte de Am¨¦rica Latina en la ¨²ltima d¨¦cada. El Consenso de Washington acentu¨® el rigor econ¨®mico en una zona que hab¨ªa carecido de ¨¦l en la etapa anterior: desregulaci¨®n, estabilidad presupuestaria, privatizaciones, libertad de movimientos de mercanc¨ªas y de capitales, etc¨¦tera, constitu¨ªan sus ideas fuerzas.
La regi¨®n mejor¨® macroecon¨®micamente, pero los frutos de esa mejora no llegaron a la mayor parte de los ciudadanos, que redujeron el apoyo a la democracia por no dar soluci¨®n a sus problemas cotidianos. Seg¨²n el informe La democracia en Am¨¦rica Latina, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), casi la mitad de los latinoamericanos (el 48,1%) que dicen preferir la democracia a cualquier otro r¨¦gimen prefer¨ªa igualmente el desarrollo econ¨®mico a la democracia; y un porcentaje semejante (44,9%) que dice preferir la democracia est¨¢ dispuesto a apoyar a un gobierno autoritario si ¨¦ste resuelve los problemas econ¨®micos de su pa¨ªs.
Hace un mes, un grupo de los principales economistas anglosajones y latinoamericanos (Olivier Blanchard, Guillermo Calvo, Ricardo Hausmann, Paul Krugman, Jos¨¦ Antonio Ocampo, Dani Rodrik, Jeffrey Sachs, Joseph Stiglitz, etc¨¦tera, sin mencionar a los economistas espa?oles presentes) concretaron las ideas del Consenso de Buenos Aires y superaron la ortodoxia del Consenso de Washington, al firmar la Agenda del Desarrollo de Barcelona, seguramente el fruto m¨¢s importante del F¨®rum celebrado en la capital catalana durante todo este a?o. Esta agenda reconoce "los mediocres resultados de las reformas dise?adas para alcanzar un crecimiento sostenible en muchas regiones del mundo. La persistencia -y a menudo empeoramiento- de una distribuci¨®n de la renta y la riqueza altamente desigual en muchos pa¨ªses en desarrollo". El documento reconoce que "no existe una ¨²nica pol¨ªtica econ¨®mica que garantice el ¨¦xito".
Que la pol¨ªtica social no es un ap¨¦ndice de la pol¨ªtica econ¨®mica sino algo consustancial a la democracia; que vivimos en democracias de mercado, no en meras econom¨ªas de mercado, en las que la jerarqu¨ªa normal de los valores exige que el principio econ¨®mico est¨¦ subordinado a la democracia y no al rev¨¦s, es el eje de esta Agenda para el Desarrollo en la que, sin duda, va a implicarse el Frente Amplio uruguayo.
Adem¨¢s, ?c¨®mo exigir a los dem¨¢s una pol¨ªtica de rigor econ¨®mico con el ejemplo que ha dado Bush estos a?os?
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