Resaca 'made in USA'
Los resultados de una elecci¨®n, cel¨¦brese donde quiera, deben ser acogidos, de entrada, con el respeto que debe guardarse a lo m¨¢s ¨ªntimo o lo sagrado. Las liturgias pol¨ªticas tratan de crear para determinados actos -la jura de un presidente o la coronaci¨®n de un rey- un sentimiento parecido. Fracasan porque lo importante es siempre esa creencia de los ciudadanos esperando expresar sus deseos en las urnas y aceptando que de ellas puede salir una voluntad colectiva contraria. Octavio Paz escribi¨® un sobrecogedor art¨ªculo, cuando era embajador mexicano en la India, al ver entusiastas muchedumbres fam¨¦licas agolp¨¢ndose ante los colegios electorales.
La elecci¨®n norteamericana de 2004 se parece muy poco a cualquiera de las anteriores en que ha sido vivida en todo el mundo como un acontecimiento en el que nos hubiera gustado participar. Est¨¢ justificado que sea as¨ª, pero ahora los resultados imponen el respeto y el an¨¢lisis. Lo que no resulta aceptable es una irritada desconsideraci¨®n hacia ellos, como si rechaz¨¢ramos la inteligencia de todo un pueblo. Tampoco se debe imaginar que sean en definitiva intrascendentes. El juicio definitivo, como en el caso de Johnson, Carter o Reagan, lo proporcionar¨¢ la gesti¨®n del nuevo equipo gubernamental en los pr¨®ximos meses.
Como en el resto del mundo, estos comicios han sido vividos en Espa?a con una pasi¨®n que a menudo ha enturbiado el buen juicio. Las esperanzas de que Kerry venciera han resultado exageradas, dada la coincidencia en las encuestas en un resultado contrario. Michael Moore puede ser regocijante, pero a sus juicios sobre el presente y el futuro habr¨¢ que ponerles sordina. En cambio, a mano tenemos dos motivos de reflexi¨®n ya evidentes en lo que respecta a la pol¨ªtica espa?ola.
En sus memorias, que a veces se reducen a una gavilla de an¨¦cdotas electorales, el ex presidente Bill Clinton sentencia que cuando est¨¢s en un agujero pol¨ªtico (es decir, en un mal momento) lo mejor es dejar de cavar. As¨ª le sucede a la derecha espa?ola, pero los resultados en Estados Unidos la impulsan poderosamente en sentido contrario. En tan s¨®lo horas, no ya los mentores intelectuales de Aznar, como Rafael Bardaj¨ª, sino el propio ex mandatario espa?ol han determinado que ¨¦se era "el resultado correcto". M¨¢s todav¨ªa, en The Wall Street Journal, portavoz se?ero del neoconservadurismo, el segundo ha alineado los valores y la civilizaci¨®n, de un lado, y el "antiamericanismo primario", de otro. De nada sirve que Rajoy se haya limitado a criticar las supuestas o reales, queridas o involuntarias inconveniencias del Gobierno espa?ol con nuestro aliado. El panorama que se nos presenta es que el PP seguir¨¢ cavando en el sentido del "neoconservadurismo". No s¨®lo lo har¨¢ para tratar de devolver a Espa?a a su supuesto estatus de aliado preferencial de Estados Unidos, sino tambi¨¦n en t¨¦rminos pol¨ªticos m¨¢s generales. Lo peor del caso es que detr¨¢s de esta pol¨ªtica hay un impulso suicida desgraciado para todos. Y est¨¢ motivado, no en grandes principios sostenidos con convicci¨®n, sino en peque?as vanidades ofendidas. Como si la derrota de marzo fuera nada comparada con la victoria en noviembre...
En Todos dicen 'I love you', una de sus ¨²ltimas pel¨ªculas, Woody Allen hace aparecer a un joven perteneciente a una familia muy liberal que no deja de proferir simplificaciones neoconservadoras. Al final el problema se soluciona: hab¨ªa sido un co¨¢gulo cerebral el que lo motiv¨®. Pero la sarc¨¢stica interpretaci¨®n del cineasta, prueba de que no existe tanto antiamericanismo en Espa?a, se ha demostrado muy simplificadora y contraproducente en las pasadas elecciones. Qui¨¦rase o no, se ha hecho patente que el gran factor movilizador de la derecha ha sido una agresi¨®n sentida, con raz¨®n o sin ella, a una concepci¨®n del mundo, un modo de vida, unos valores o una ideolog¨ªa. En pasadas elecciones se pudo tratar de inculcar a los candidatos, para que no lo olvidaran, durante toda la campa?a la divisa: "Es la econom¨ªa, est¨²pido". Ahora los dem¨®cratas debieran haber acu?ado otra, por ejemplo: "Son los valores, so memo". Y mal no le valdr¨ªa a la izquierda espa?ola tomar ejemplo de lo sucedido m¨¢s all¨¢ del Atl¨¢ntico para evitar males mayores propios, porque parece embarcada en la misma aventura.
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