La nueva coyuntura de Oriente Pr¨®ximo
La coincidencia de la muerte de Yasir Arafat, de la reelecci¨®n de George W. Bush a la Casa Blanca y de la ofensiva del ej¨¦rcito estadounidense en Irak contra el basti¨®n sun¨ª de Faluya, sientan las bases de una nueva coyuntura en Oriente Pr¨®ximo. En efecto, la primera presidencia de Bush decidi¨® ignorar casi por completo el eje israelo-palestino o, seg¨²n la c¨¦lebre f¨®rmula de Colin Powell, Estados Unidos se hab¨ªa impuesto como tarea "asistir sin insistir".
Frente a la segunda Intifada, cuya explosi¨®n se?alaba el fracaso de la paz de Oslo y de los incesantes esfuerzos de Bill Clinton para mantenerla a flote, Washington, justo despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, opt¨® por una pol¨ªtica que favorec¨ªa el cambio de r¨¦gimen en Bagdad -apogeo de la "guerra contra el terrorismo"- para dar a luz a un nuevo Oriente Pr¨®ximo, democr¨¢tico y pro-occidental. La ca¨ªda de la dictadura de Sadam Husein deb¨ªa abrir la v¨ªa, en virtud del ejemplo, a una nueva era en la que los d¨¦spotas de la regi¨®n ceder¨ªan su lugar a los representantes de la sociedad civil y en la que Arafat, considerado por la Casa Blanca como el ¨²nico responsable de la violencia de la Intifada -de la que Sharon quedaba exonerado-, ser¨ªa barrido por el movimiento de la Historia.
El camino hacia Jerusal¨¦n -retomando, en esta ocasi¨®n, una expresi¨®n de Condoleeza Rice- pasaba por Bagdad. La seguridad de Israel quedar¨ªa garantizada, ya que el hist¨®rico dirigente de la OLP desaparecer¨ªa de la escena pol¨ªtica, incapaz de resistir a los vientos de cambio que soplaban desde la Mesopotamia democratizada. Pero el camino hacia Bagdad ha quedado bloqueado debido al caos que se ha instalado en Irak tras la ca¨ªda de Sadam, muy especialmente en Faluya, en zona sun¨ª, y en menor medida en las ciudades santas y en las ¨¢reas chi¨ªes sublevadas por el ej¨¦rcito del Mahdi que instiga M¨²qtada al S¨¢der.
La Intifada palestina, lejos de sucumbir ante el empuje de las fuerzas surgidas del modelo democr¨¢tico que se ha esperado en vano en Bagdad, ha conocido un incremento de la violencia, escapando cada vez m¨¢s a la inspiraci¨®n de Arafat y de Al Fatah para pasar a estar bajo control de los islamistas de Ham¨¢s y de la Yihad Isl¨¢mica, cuyos atentados suicidas contra objetivos civiles israel¨ªes constituyen la firma por excelencia. As¨ª, para garantizar la seguridad de una poblaci¨®n israel¨ª traumatizada por los repetidos atentados sangrientos, Ariel Sharon tuvo que iniciar una escalada de violencia que, en definitiva, ha aplastado la Intifada (desde las ruinas del cuartel general de Arafat, la Mukata, hasta el asesinato del jeque Yas¨ªn y del doctor Rantisi, los dirigentes de Ham¨¢s, y finalmente la construcci¨®n del muro).
Pero esta victoria a nivel militar y de seguridad de Israel se ha conseguido en detrimento de la inserci¨®n del Estado hebreo en el Gran Oriente Pr¨®ximo deseado por Washington, ha endeudado su econom¨ªa y ha acumulado tanto odio en las calles ¨¢rabes alimentadas por las im¨¢genes difundidas por Al Yazira y las dem¨¢s cadenas por sat¨¦lite que la perspectiva misma de la pax americana se resiente. En efecto, uno de los principales objetivos de la ocupaci¨®n de Irak por el ej¨¦rcito estadounidense, si creemos a sus exegetas neoconservadores autorizados, es capitalizar pol¨ªticamente el derrocamiento del dictador sanguinario Sadam Husein para promover una sociedad civil democr¨¢tica y pro-occidental de Bagdad a El Cairo y de Riad a Damasco. Pero la asociaci¨®n que se hace en la mente del telespectador medio de estas mismas capitales entre la pol¨ªtica de Ariel Sharon y la de George W. Bush impide toda adhesi¨®n de las ¨¦lites civiles e intelectuales ¨¢rabes al proyecto estadounidense de democratizaci¨®n de la regi¨®n. Peor a¨²n: ¨¦stas se ven presionadas por los islamistas radicales que se esfuerzan en convertir a Faluya, m¨¢s all¨¢ de su aspecto de basti¨®n de la yihad y de capital del movimiento salafista, en un s¨ªmbolo de "resistencia nacional" frente a la ocupaci¨®n de Irak por los ej¨¦rcitos extranjeros.
Frente a tal desaf¨ªo, el "bening neglect" hacia la degradaci¨®n de la situaci¨®n israelo-palestina que caracteriz¨® al primer mandato de "W" es hoy totalmente contraproducente para los intereses del propio EE UU. Esta reflexi¨®n empez¨® a ganar peso en algunos c¨ªrculos de poder en Washington desde finales del verano, dentro de la perspectiva de un segundo mandato del presidente en el que la salida del atolladero iraqu¨ª era considerada una prioridad, para restaurar la credibilidad de EE UU en la regi¨®n y salvaguardar sus accesos privilegiados a los recursos petrol¨ªferos cruciales almacenados en el subsuelo de Oriente Pr¨®ximo.
La agon¨ªa primero y luego la muerte de Arafat aceleran este calendario y cambian totalmente los plazos. En efecto, el rais palestino era considerado por Sharon y Bush como el principal obst¨¢culo a toda soluci¨®n pol¨ªtica. Su muerte les sit¨²a contra la pared al impedirles, de cara al mundo, apoyarse en este pretexto. Ya no es posible para ellos la inacci¨®n en la b¨²squeda de una paz israelo-palestina, salvo arruinando todo el capital pol¨ªtico de Washington en el mundo ¨¢rabe. Parad¨®jicamente, de quien surge hoy una propuesta es m¨¢s de Ariel Sharon que de George Bush: la retirada israel¨ª de la franja de Gaza, primer examen realmente importante de la capacidad de la Autoridad Palestina tras Arafat para responder a una iniciativa pol¨ªtica, para cerrar filas y manifestar capacidad de negociaci¨®n (en unas circunstancias especialmente desfavorables).Mientras que el ej¨¦rcito estadounidense prosigue su ataque a Faluya, el presidente reelecto s¨®lo puede esperar traducir su probable ¨¦xito militar en victoria pol¨ªtica si, "insistiendo" ahora en el proceso de paz, logra ganarse las mentes y los corazones de las sociedades ¨¢rabes en las que el antiamericanismo ha alcanzado su apogeo. En este proceso complejo, Europa, al contrario de lo que se quiere creer en los c¨ªrculos de poder de EE UU y de Israel, forma parte de la soluci¨®n y no del problema. El ¨²ltimo viaje de Yasir Arafat le ha llevado, y no es una casualidad, a Par¨ªs, un poco m¨¢s de 20 a?os despu¨¦s de que Francia le sacara de un aprieto y, probablemente, le salvara la vida, al evacuarlo por mar de Tr¨ªpoli en el L¨ªbano asediado por las tropas sirias que quer¨ªan acabar con ¨¦l.
Existe cierta tentaci¨®n en el EE UU de Bush, triunfante tras la reelecci¨®n por mayor¨ªa aplastante de su l¨ªder, de creer que es posible apartar todos los obst¨¢culos que se alzan frente a la visi¨®n neoconservadora del universo. Pero, como han demostrado el 11-S y sus consecuencias, el terrorismo se desarrolla en el mantillo de un mundo que se cree unipolar. Y si la fuerza de las armas es necesaria a corto plazo para reducirlo, su erradicaci¨®n pasa por movilizar contra ¨¦l a las sociedades civiles de Oriente Pr¨®ximo. Por lo tanto, como Europa no deja de se?alar, es necesario hacerlas participar en el proceso de paz.
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