Tint¨ªn en Espa?a
EL REPORTERO TINT?N resolvi¨® en el ¨¢lbum Stock de Coque (1958) un caso de tr¨¢fico de esclavos. La historia se le ocurri¨® a Georges Remi, Herg¨¦, despu¨¦s de escandalizarse al leer en un peri¨®dico un reportaje sobre la persistencia de la esclavitud ?en pleno siglo XX! Hace casi un mes, EL PA?S public¨® la siguiente noticia: "Desarticulada en el sur de Espa?a una banda que vend¨ªa inmigrantes marroqu¨ªes como esclavos". ?En pleno siglo XXI! Sin pensarlo dos veces, el fantasma de Tint¨ªn aterriz¨® en Barajas y vol¨® en taxi hacia La Moncloa.
-Mira, Tint¨ªn -le tute¨® ZP-, aunque s¨®lo sea por ego¨ªsmo, nosotros somos los m¨¢s interesados en resolver este gran, gran, gran desaf¨ªo de la inmigraci¨®n ilegal. El voto xen¨®fobo de extrema derecha suele aparecer en zonas de voto de izquierda, zonas humildes donde se percibe a los inmigrantes como acaparadores de servicios sociales, porque son m¨¢s pobres que los pobres. Nadie tiene m¨¢s miedo a perder que quien tiene muy poco. Del miedo nace el rechazo, y del rechazo, comunidades que viven con sus propios c¨®digos al margen de las leyes. ?Qu¨¦ podemos hacer desde el Gobierno?
?Le importar¨ªa pedirle al perrito que no mordisquee a Acebes? Bastante me cuesta tenerle sosegado
-?Invertir en esas zonas humildes?
-?Hasta cu¨¢nto? ?Hasta el infinito? Adem¨¢s, cu¨¦ntaselo a Solbes, Tint¨ªn, y te dir¨¢ que de d¨®nde restamos. Ya estoy oyendo a la derecha: "Zetap¨¦ quita dinero a los espa?oles para d¨¢rselo a los inmigrantes". No. Tenemos las manos atadas. Por una parte, la derecha con su discurso simplista: inmigrante igual a delincuente. Por otra, el discurso hippy de la izquierda divina: abr¨¢monos a los inmigrantes, que nos enriquecen culturalmente. ?Culturalmente! Yo no puedo ir a Elche a decir a los trabajadores agobiados por la competencia de los inmigrantes que el mestizaje les enriquece culturalmente.
-Mire usted, Tint¨ªn -le dice horas despu¨¦s Mariano Rajoy-, aunque s¨®lo sea por ego¨ªsmo, nosotros somos los m¨¢s interesados en resolver el gran, gran, gran reto de la inmigraci¨®n ilegal. Si nos surge un partido de extrema derecha, nos quedamos en la oposici¨®n hasta el fin del mundo. Por eso, a veces practicamos una xenofobia de baja intensidad. Desde el Gobierno jam¨¢s dijimos: Espa?a va bien gracias a los inmigrantes que trabajan barato. Tampoco dec¨ªamos que todos los inmigrantes son delincuentes, pero s¨ª que muchos delincuentes son inmigrantes.
-Los delincuentes suelen ser pobres.
-Vaya usted con ese cuento a las v¨ªctimas de los delitos. Pero s¨ª, ese discurso cristiano de defensa de los pobres hace mella en nuestra base electoral y nos ata las manos con su planteamiento simplista: compart¨¢moslo todo, abr¨¢monos a los inmigrantes, acabemos con el hambre en la Tierra y to er mundo ¨¦ g¨¹eno. ?Le importar¨ªa pedirle al perrito que no mordisquee a Acebes? Bastante me cuesta tenerle sosegado.
-Ya ves, Mil¨² -comenta Tint¨ªn, de regreso a Moulinsart-, que se sigue traficando con seres humanos, pero en el siglo pasado era un esc¨¢ndalo y hoy es apenas un problema. Pronto se convertir¨¢ en costumbre y qui¨¦n sabe si en ley.
"?Este Tint¨ªn!", piensa Mil¨², que ha envejecido mejor, "me tiene hasta el rabo con sus moralinas".
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