Los tres principios de Chirac
Dominique de Villepin defini¨®, cuando a¨²n era ministro de Exteriores de Francia, "tres principios claros" de la pol¨ªtica africana de su pa¨ªs. El primero pasa por "apoyar los poderes leg¨ªtimos": los surgidos de las urnas, aunque para Villepin esa legitimidad "tambi¨¦n se mide por el modo de ejercer el poder", manera elegante de recordarle al presidente marfilense, Laurent Gbagbo, la poca confianza que le merece, pues si "las urnas confieren un mandato, eso no equivale a un tipo de impunidad".
El segundo es "el respeto a la soberan¨ªa nacional y a la integridad de los territorios". Tras esa firmeza se esconde la evidencia de la disoluci¨®n progresiva de varios Estados africanos, incapaces de imponer una l¨®gica superior a los intereses tribales o ¨¦tnicos. En Costa de Marfil, donde la consolidaci¨®n del Estado parec¨ªa posible durante los a?os sesenta y setenta, bast¨®, a finales de los noventa, que se inventase el concepto de la ivoirit¨¦ (marfile?ismo) para que el pa¨ªs se encuentre hoy dividido en dos y, en cada una de esas dos zonas, se d¨¦ una coexistencia armada de distintos grupos que se reconocen por su identidad ¨¦tnica.
Todo ese dispositivo militar en ?frica defiende intereses econ¨®micos franceses que hoy tienen un car¨¢cter residual
S¨®lo algunas grandes compa?¨ªas dan cuerpo a la ret¨®rica de la 'prioridad africana'. Chirac ha resucitado el Ministerio de la Cooperaci¨®n y la Francofon¨ªa
El tercer principio traduce a la perfecci¨®n las intenciones de Par¨ªs como las dificultades para materializarlas: "Prestaremos un apoyo sistem¨¢tico a los mediadores africanos". Francia no se desentiende, pero "no quiere imponer soluci¨®n alguna desde el exterior" y desea limitar su papel a "respaldar los esfuerzos realizados por los pa¨ªses del continente".
En 1998, el socialista Lionel Jospin sacaba del organigrama gubernamental el Ministerio de la Cooperaci¨®n, reduci¨¦ndolo a la categor¨ªa de Secretar¨ªa de Estado. Esa decisi¨®n iba acompa?ada de otra que privaba de casi un 5% del dinero destinado ese a?o a las tropas francesas en ?frica o a la formaci¨®n de ¨¦lites militares aut¨®ctonas. Es m¨¢s, esas ¨¦lites dejaban de viajar a la antigua metr¨®poli para recibir la ense?anza y ¨¦sa se intentaba organizar en el propio pa¨ªs. En la Rep¨²blica Centroafricana, por ejemplo -base de destacamentos militares franceses que, como m¨ªnimo, reun¨ªan a 1.500 soldados profesionales dispuestos a ser enviados all¨ª donde se les considerase necesarios-, se ha reducido la presencia a 215 consejeros.
El Ministerio de Defensa en Par¨ªs ha explicado a este peri¨®dico que la presencia francesa en el continente negro es hoy num¨¦ricamente poco importante: 1.150 hombres en Senegal, 25 en el S¨¢hara Occidental y en una misi¨®n de Naciones Unidas, situaci¨®n que se repite para otros 25 soldados desplazados a la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, mientras que en Liberia s¨®lo son dos los que realizan all¨ª trabajo de observadores. Bajo mando franc¨¦s encontramos 800 hombres en Gab¨®n, los citados 215 consejeros en la Centroafricana, unos 1.000 soldados en el Chad, una tropa de 3.000 hombres en Djibuti y, en la actualidad, como fuerza de interposici¨®n y de protecci¨®n de una colonia francesa de unas 12.000 personas, hay entre 5.000 y 6.000 soldados franceses en Costa de Marfil.
Esas tropas tienen una capacidad de movilidad relativa: s¨®lo disponen de aviones en Djibuti, Chad, Gab¨®n, Senegal y, ahora, en Costa de Marfil.
Todo ese dispositivo militar defiende intereses econ¨®micos franceses que hoy tienen un car¨¢cter residual. A pesar de la demagogia de Gbagbo, que pretende explicar el retraso de Costa de Marfil debido al papel vamp¨ªrico de una poblaci¨®n colonial que explota a los africanos, la realidad es otra. S¨®lo algunas grandes compa?¨ªas -la petrolera Total, que refuerza su presencia en zonas que no corresponden al antiguo imperio colonial franc¨¦s; la constructora Bouygues, que s¨®lo permanece en ?frica si siguen ah¨ª tambi¨¦n las empresas de hosteler¨ªa francesas; la empresa de telecomunicaciones France Telecom, que no puede aceptar un vac¨ªo que llenar¨ªan sociedades anglosajonas, etc¨¦tera- dan cuerpo a la ret¨®rica de la prioridad africana de la pol¨ªtica exterior impulsada por Jacques Chirac que en 2002, una vez reelegido presidente y tras desembarazarse de Jospin, ha resucitado el Ministerio de la Cooperaci¨®n y la Francofon¨ªa, ahora bajo la tutela estrecha de Exteriores, pero ya ni quiera su presupuesto est¨¢ en consonancia con su rimbombante denominaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.