En busca del arte robado
Durante 12 a?os los nazis se incautaron de miles de obras de arte. El mayor robo de la historia fue planificado por Hitler y Goering, tal como demuestra un periodista en su libro 'El museo desaparecido' (Destino), una exhaustiva investigaci¨®n con claves in¨¦ditas sobre el expolio.
El robo de obras de arte que llevaron a cabo sistem¨¢ticamente los nazis es, sorprendentemente, un cap¨ªtulo inacabado de la Segunda Guerra Mundial". Quien as¨ª habla es H¨¦ctor Feliciano, autor del libro El museo desaparecido (Destino), que se publica esta semana en Espa?a. La obra, un trabajo exhaustivo de m¨¢s de ocho a?os de investigaciones, establece con precisi¨®n c¨®mo Hitler y Goering elaboraron concienzudamente un plan para saquear las grandes colecciones de arte de familias de origen jud¨ªo, marchantes o galeristas en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial.
H¨¦ctor Feliciano, un periodista de origen puertorrique?o que vive en Nueva York, form¨® parte del grupo de expertos de la Comisi¨®n presidencial de Bienes del Holocausto en Estados Unidos, creada durante su mandato por el presidente Bill Clinton. Feliciano ha demostrado un instinto especial para detectar los cuadros expoliados por el r¨¦gimen del III Reich entre 1933 y 1945, el mayor robo de arte coordinado por Hitler, un pintor frustrado. "Todav¨ªa hay muchas obras por recuperar. En Europa Occidental quedan al menos 100.000 oficialmente desaparecidas. Tan s¨®lo en Francia, a d¨ªa de hoy, m¨¢s de 40.000 obras contin¨²an sin aparecer. Y desaparecidas es un t¨¦rmino real, quiere decir que se encuentran camufladas en alg¨²n lado, en colecciones, museos, en galer¨ªas o en casas de subastas".
Cada cierto tiempo reaparecen obras expoliadas por los nazis. Hace unas semanas el FBI recuper¨® en Chicago Mujer en blanco (1922), de Picasso, un cuadro del que se hab¨ªa perdido el rastro hace 60 a?os. "Desde que se public¨® mi libro en Estados Unidos y en Francia se han llevado a los tribunales muchos casos de arte robado". Los hallazgos y las reclamaciones es lo que Feliciano denomina "efecto de onda expansiva". Con su libro, ¨¦l ha ayudado a restituir decenas de miles de obras a sus leg¨ªtimos propietarios; piezas maestras de Durero, Cranach, Picasso, Matisse, Braque? "Logr¨¦ localizar alrededor de 400 obras que nunca fueron reclamadas y que se encontraban en el Museo del Louvre, en Par¨ªs. Lo hice buscando documentos, confirmando y confrontando cat¨¢logos hasta que finalmente di con ellos". Un trabajo minucioso en el que Feliciano ech¨® mano de todas sus dotes de investigador para lograr localizar el cuadro y emparejarlo con su due?o. "Intentaba", se?ala, "seguir el rastro dif¨ªcil del largo recorrido internacional de algunos de los cuadros robados y demostrar c¨®mo despu¨¦s de la guerra muchas de estas importantes obras hab¨ªan desaparecido en la nebulosa del mercado del arte gracias a la complicidad -consciente o inconsciente- o a la simple negligencia de conocidos marchantes de arte, casas de subastas, conservadores de museos, historiadores de arte y expertos internacionales. Bastaba con lograr probarlo, me dec¨ªa, y el sistema internacional en su totalidad quedar¨ªa al descubierto. Las repercusiones creadas por la publicaci¨®n del libro en Europa y Estados Unidos me hacen pensar que he logrado demostrarlo m¨¢s all¨¢ de toda duda".
En sus rastreos, Feliciano ha logrado hallazgos sonados. La familia de Pierre David-Wiell, uno de los hijos de David-Wiell, el banquero norteamericano de origen franc¨¦s, fundador en 1938 del Comit¨¦ Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte espa?oles, e impulsor del traslado de los cuadros del Museo del Prado a Ginebra para protegerlos de los bombardeos, pidi¨® ayuda al periodista para localizar uno de los grandes murales, La familia en estado de metamorfosis, del pintor surrealista Andr¨¦ Masson, que decoraba en los a?os veinte el piso de Pierre en Par¨ªs. El cuadro reapareci¨® en Berl¨ªn en 1985, y tres a?os despu¨¦s Sotheby's, de Nueva York, lo vendi¨® a un galerista canadiense, quien a su vez se lo vendi¨®, en 1995, al Museo Reina Sof¨ªa, en Madrid. Tras la publicaci¨®n, en 1998 en Francia, de El museo desaparecido, la familia David-Wiell y el Reina Sof¨ªa llegaron a un acuerdo. Hoy, el cuadro de Masson forma parte de la colecci¨®n permanente de dicho museo de arte contempor¨¢neo, donde se exhibe en una de sus salas. "Mientras m¨¢s se sepa del tema, mejor. Muchas de las familias expoliadas, los herederos, historiadores de arte y conservadores de museos son cada vez m¨¢s conscientes del expolio, y, por tanto, al tener ahora m¨¢s informaci¨®n se hace mucho m¨¢s f¨¢cil la reclamaci¨®n", asegura Feliciano.
El horror provocado por el Holocausto ocult¨® durante a?os el expolio cultural y art¨ªstico llevado a cabo por el Tercer Reich. Hitler ten¨ªa un plan preconcebido para variar el rumbo de la historia del arte. "En 12 a?os", asegura Feliciano, "fueron desplazadas, transferidas y robadas m¨¢s obras de arte que durante la Guerra de los Treinta A?os o las guerras napole¨®nicas". Hitler proyectaba construir un museo de arte europeo en Linz, la ciudad austriaca donde se cri¨®, y mostrar all¨ª lo mejor del arte de todos los tiempos (en sus a?os de rapi?a, el F¨¹hrer se apropi¨® de m¨¢s de 8.000 pinturas y esculturas). De joven, Hitler intent¨® por dos veces ingresar en la Academia de Bellas Artes de Viena, y aunque no lo logr¨® siempre se crey¨® un experto en pintura. Despotric¨® contra las modernas corrientes art¨ªsticas, a las que bautiz¨® como "productos de mentes degeneradas". Picasso, Matisse, Braque, L¨¦ger, Dal¨ª, Mir¨®, Kandinsky o Modigliani fueron autom¨¢ticamente excluidos de su personal historia del arte.
A la pregunta de cu¨¢l ha sido la obra que mayor satisfacci¨®n le ha dado recuperar, Feliciano no duda en responder: "Ha habido muchas, pero especialmente un l¨¦ger, Mujer en rojo y verde (1914). Se encontraba en el Centro Pompidou, en Par¨ªs. Yo sab¨ªa que era robado, tildado de arte degenerado por los nazis. Consult¨¦ los cat¨¢logos de exposiciones internacionales y en un libro encontr¨¦ una fotograf¨ªa, la trastienda de un almac¨¦n donde se guardaban los cuadros expoliados. Se identificaba perfectamente el cuadro de L¨¦ger. Conociendo a los nazis, que hac¨ªan listas de todo, pens¨¦ que esa obra deb¨ªa de figurar en una relaci¨®n. La encontr¨¦ a?os despu¨¦s en los Archivos Nacionales, en Washington. El due?o era Paul Rosenberg, el gran galerista parisino y marchante de Picasso. Al encontrar el dato, at¨¦ cabos y publiqu¨¦ la informaci¨®n".
A H¨¦ctor Feliciano no se le despinta una imagen. Tiene en su memoria la mayor¨ªa de las obras desaparecidas. Durante a?os ha buceado en miles de archivos para dar con verdaderas joyas. Conoce c¨®mo Hitler se encaprich¨® de un cuadro de Vermeer, El astr¨®nomo, y c¨®mo fue recuperado. "Entr¨® en el Museo del Louvre en 1982. Antes, y durante un siglo, hab¨ªa pertenecido a la rama francesa de los Rothschild, banqueros jud¨ªos de origen alem¨¢n. Era una joya transmitida de padres a hijos. El ge¨®grafo (el cuadro gemelo, pintado tambi¨¦n por Vermeer) formaba parte de las colecciones del Museo de Francfort, en Alemania. Unos meses despu¨¦s de la ocupaci¨®n de Francia, en junio de 1940, El astr¨®nomo fue confiscado y trasladado al Museo del Jeu de Paume, que hac¨ªa las veces de almac¨¦n para el arte robado. El 13 de noviembre de 1940, Alfred Rosenberg -director del Einsatstab Reichsleiters Rosenberg (ERR), el organismo que controlaba el expolio nazi- escribi¨® a Martin Bormann, secretario personal de Hitler, a prop¨®sito de El astr¨®nomo: "Me agrada poder informar al F¨¹hrer que la pintura de Jan Ver Meer de Delft ha sido encontrada entre las obras confiscadas a los Rothschild?".
En la edici¨®n espa?ola de El museo desaparecido, H¨¦ctor Feliciano incluye un cap¨ªtulo sobre la connivencia del Gobierno de Franco con el Gobierno de Vichy en la persecuci¨®n de los jud¨ªos. "Por primera vez salen a la luz documentos in¨¦ditos que demuestran el comportamiento ejemplar de un diplom¨¢tico espa?ol, Eduardo Propper de Callej¨®n. ?l protegi¨® bajo la bandera espa?ola muchas obras de arte que los nazis quer¨ªan confiscar. Durante el ¨¦xodo franc¨¦s, cuando se derrumb¨® el Gobierno franc¨¦s ante el Ej¨¦rcito alem¨¢n, Eduardo Propper salv¨® a miles de personas, entre ellas, al actor franc¨¦s Jean Gabin. Cuando Ram¨®n Serrano Su?er, ministro de Asuntos Exteriores y cu?ado de Franco, se entera de que Propper de Callej¨®n ha estado entregando visados, lo destituye. Le env¨ªa, como castigo, a Larache, Marruecos. Al ser destituido, le bajaron de categor¨ªa en el escalaf¨®n. Ech¨® a perder su carrera por entregar estos visados. Muri¨® en los a?os setenta sin ver su rehabilitaci¨®n en el escalaf¨®n diplom¨¢tico que le correspond¨ªa. ?sa es la gran injusticia", a?ade Feliciano. Uno de los documentos que se reproducen en el libro es la carta de destituci¨®n del diplom¨¢tico firmada por Serrano Su?er, en la que el cu?ado de Franco acusa a Propper de "amigo de la juder¨ªa francesa". Eduardo Propper de Callej¨®n, casado con una Rostchild, hab¨ªa frustrado las ansias de los alemanes de incautarse de tesoros art¨ªsticos; por ejemplo, de un valioso tr¨ªptico de Van Eyck, muy codiciado por Hitler por el origen alem¨¢n del pintor, y que los Rothschild hab¨ªan confiado a Propper de Callej¨®n, entonces primer secretario en la Embajada de Espa?a en Francia.
Los dos personajes que controlaron y dominaron el saqueo de obras de arte en Europa fueron Hitler, "para lograr su objetivo de construir un Museo de Arte Europeo en Linz", y Goering, el n¨²mero dos del r¨¦gimen, para su provecho personal. Los nazis robaron en Francia m¨¢s de 100.000 obras de arte. "Goering ten¨ªa una importante colecci¨®n de pintura y sab¨ªa lo que se tra¨ªa entre manos", se?ala Feliciano. Aunque a Goering la pintura moderna no le interesaba, intuy¨® la oportunidad de cambiarlas por otras. "?l cre¨® todo un sistema internacional de canje en el mercado del arte. Cambi¨® cuadros degenerados por pinturas cl¨¢sicas que deseaba poseer. Dispers¨® miles de obras por todo el mundo", afirma Feliciano. Goering acudi¨® numerosas veces al Jeu de Paume, de Par¨ªs, el almac¨¦n del arte robado. Anunciaba sus visitas y le colgaban en las paredes las ¨²ltimas novedades arrebatadas a sus propietarios. Feliciano se?ala c¨®mo le valoraban los cuadros muy por debajo del precio real. "Dos cuadros de Matisse, un modigliani y un renoir obtienen una tasaci¨®n conjunta de 100.000 francos (alrededor de 50.000 d¨®lares). Un l¨¦ger, dos braques, dos matisses, un picasso y un de chirico se valoran en 80.000 franceos (40.000 d¨®lares)". Goering hac¨ªa que se los transportaran a uno de los cuatro trenes privados que ten¨ªa siempre a su disposici¨®n en Par¨ªs. ?l solo rob¨® m¨¢s de 1.000 obras.
Tras la publicaci¨®n de El museo desaparecido, las investigaciones de Feliciano han puesto en evidencia a muchos marchantes de arte. "Se observa una cadena de complicidades dentro del mercado, sobre todo en intermediarios muy conocidos que durante la guerra y despu¨¦s de la guerra se ven implicados en este proceso". Para demostrarlo, Feliciano se?ala la facilidad con que encontr¨® al propietario de un picasso, Cabeza de mujer, pintado en 1921. "El due?o era Alphonse Kann, un gran coleccionista de Picasso. Yo pude determinar que era el due?o leg¨ªtimo en un par de horas". Kann, "un hombre elegante, impecable, banquero de profesi¨®n", como lo describe Feliciano, logr¨® reunir una gran colecci¨®n de arte moderno. Compa?ero y amigo del escritor franc¨¦s Marcel Proust, al que inspir¨® alguno de los personajes de su obra En busca del tiempo perdido, pose¨ªa la mayor colecci¨®n de arte moderno de su ¨¦poca. Ten¨ªa m¨¢s de 25 picassos, entre ellos el conocido Arlequ¨ªn, de 1915; varios matisse, braque, l¨¦ger; obras de Gris, Klee, Masson, Degas, C¨¦zanne, Courbet, Manet, Renoir?, un arte degenerado que el ERR, el organismo creado por Hitler, y Goering se apresuraron a vender.
Una de las conclusiones que establece H¨¦ctor Feliciano en su libro es que, tras el saqueo nazi, Par¨ªs dej¨® de ser la capital mundial del arte. "El golpe de gracia que acaba con la primac¨ªa de Par¨ªs es la Segunda Guerra Mundial. A partir de 1939, el mercado de arte franc¨¦s se descalabra, y Nueva York se afianza como centro internacional". El periodismo de investigaci¨®n que ha puesto en marcha Feliciano ha logrado su objetivo, "devolver miles de obras a sus leg¨ªtimos propietarios y demostrar c¨®mo el arte y la cultura tienen importantes repercusiones para toda la sociedad".
El libro 'El museo desaparecido', la obra de investigaci¨®n escrita por H¨¦ctor Feliciano, publicado por la editorial Destino en su colecci¨®n Imago Mundi, ya est¨¢ a la venta en librer¨ªas.
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