Declaraci¨®n de convivencia
En Espa?a no suelen debatirse estas cuestiones, pero lo cierto es que los soci¨®logos y economistas anglosajones llevan d¨¦cadas intentando determinar con exactitud cu¨¢l es el grado de compatibilidad entre democracia y mercado. Dicho de otra manera: ?cu¨¢l es el sistema pol¨ªtico ¨®ptimo para la econom¨ªa de mercado? ?sta es la pregunta que se hace Jen Paul Fitoussi; era de prever que la respuesta fuera la democracia. La gracia, por supuesto, est¨¢ en demostrarlo y el libro del fil¨®sofo y analista pol¨ªtico franc¨¦s se aplica con dedicaci¨®n a semejante tarea.
El orden de los factores, en este caso, s¨ª altera el producto. Porque demuestra la prelaci¨®n u orden de importancia que se concede a democracia y capitalismo. No es lo mismo buscar el sistema econ¨®mico compatible con la democracia, que en este caso ser¨ªa la condici¨®n de referencia (inamovible), que perseguir cu¨¢l es el sistema pol¨ªtico que mejor se acomoda a la optimizaci¨®n econ¨®mica. Un fil¨®sofo dir¨ªa que, naturalmente, son ¨®rdenes aut¨®nomos; pero ello no excluye que llegado el momento no sea objeto de elecci¨®n.
La democracia y el mercado
Jean Paul Fitoussi
Editorial Paid¨®s
ISBN 84-493-1607-3
La correspondencia democracia-capitalismo no es tan evidente. El propio Fitoussi cita los an¨¢lisis del economista Robert Barro, honra y prez de los economistas conservadores, que no son precisamente alentadoras. En opini¨®n de Barro -fundada seg¨²n ¨¦l en an¨¢lisis emp¨ªricos-, el impacto estimado de la democracia sobre el crecimiento econ¨®mico es ligeramente negativo. Y lo detalla. Un aumento de la democracia produce mayor crecimiento en sociedades con grados d¨¦biles de libertad. Pero cuando la libertad pol¨ªtica ha alcanzado niveles moderados, cada intento de aumentar la democracia produce una disminuci¨®n del crecimiento econ¨®mico. ?Que cu¨¢l es el grado moderado de libertad a partir del cual la democracia obstaculiza el crecimiento? Pues el que ten¨ªan M¨¦xico y Taiwan en 1995. Del examen de Barro que realiza Fitoussi no se desprende con claridad qu¨¦ har¨ªa el economista Barro si tuviera que elegir entre democracia y crecimiento.
Las prevenciones conservadoras -por calificarlas de alg¨²n modo- se justifican en el car¨¢cter sacrosanto del mercado. Para que prospere, deben cumplirse dos condiciones: libertad de funcionamiento y garant¨ªa de los derechos de propiedad. La democracia no funciona seg¨²n las mismas condiciones. Los votantes mandan y pueden imponer a los gobernantes la aplicaci¨®n de programas sociales o planes de redistribuci¨®n fiscal. Los dictadores dependen de la opini¨®n de los votantes, como demuestran los casos de Chile o Per¨².
Pero Fitoussi tiene otros referentes muy distintos de Barro. De forma muy elegante, descarta la interpretaci¨®n de Barro -la democracia es una suerte de obst¨¢culo al crecimiento- como si fuera una ideolog¨ªa restringida y se acoge a los argumentos de otros economistas, como Amartya Sen, Helliwell o Rodrik para desplegar razones muy convincentes en favor de la compatibilidad de capitalismo y democracia. Efectivamente, hay que valorar intangibles como el bienestar que produce la adhesi¨®n pol¨ªtica de los ciudadanos al sistema democr¨¢tico, su indudable cualidad de eliminador de resultados extremos y los mayores recursos en democracia para gestionar los conflictos econ¨®micos. Sen, por ejemplo, es contundente al valorar los efectos beneficiosos de la econom¨ªa sobre los colectivos humanos: a igualdad de recursos agr¨ªcolas y producci¨®n, dice, en las democracias no hay escasez de alimentos.
Los argumentos de Fitoussi, es decir, los que recoge de Helliwell, Rodrik y Sen, m¨¢s lo que niega a Barro, son convincentes, pero no est¨¢ claro que est¨¦n adornados de la simpl¨ªsima contundencia de los conservadores, para quienes la democracia no pasa de ser un sistema accidental. De hecho, las etapas de desarrollo de las empresas y los mercados van muy por delante de la capacidad pol¨ªtica de las sociedades para asimilarlas. El ¨²ltimo ejemplo es el de la globalizaci¨®n, fen¨®meno que el autor glosa de forma desesperanzada en los ¨²ltimos cap¨ªtulos. Es m¨¢s, llega a afirmar que "casa mal con la democracia".
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