Una gordita acomplejada
Ya en ocasi¨®n del mete¨®rico ¨¦xito de ventas del libro que catapult¨® a la gordita Bridget Jones a la fama, nadie dud¨® en poner el acento sobre el car¨¢cter de fantas¨ªa o, m¨¢s propiamente, de verdadero sism¨®grafo capaz de poner en palabras los peque?os (y grandes) temores y pesadillas femeninos que vehiculaba el peculiar personaje literario. Mucho m¨¢s, la conversi¨®n de Bridget en personaje de celuloide catapult¨® estas especulaciones, aunque ya entonces algunos comenzamos a sospechar (?tal vez porque no somos mujeres?) que resultaba cuanto menos problem¨¢tico entender el supuesto car¨¢cter encantador de la muchacha. Claro que sus preocupaciones son las de muchas (y muchos, por qu¨¦ no), y verlas en la pantalla resultaba cuanto menos curioso. Pero de ah¨ª a enamorar, lo que se dice enamorar, mediaba un abismo.
BRIDGET JONES 2: SOBREVIVIR?
Direcci¨®n: Beeban Kidron. Int¨¦rpretes: Ren¨¦e Zellweger, Colin Firth, Hugh Grant, Jacinda Barrett, Sally Philips, Gemma Jones. G¨¦nero: comedia. Estados Unidos-Gran Breta?a, 2004. Duraci¨®n: 108 minutos.
Uno termina por sospechar que Bridget es una excusa para re¨ªrse de las mujeres
Es mucho mayor el que ahora, en esta segunda, rutinaria, entrega de las aventuras de Jones y sus complejos, se abre ante el espectador a priori no entregado. Porque bien mirado, Bridget no es aqu¨ª m¨¢s que una gordita maleducada, considerablemente tonta, v¨ªctima pertinaz no ya de sus acomplejadas, descomunales dudas, sino de su lengua demasiado r¨¢pida (o de su cerebro demasiado corto), de su incapacidad para adaptarse a un ambiente que no sea rigurosamente el suyo (?pero cu¨¢l es el suyo?), am¨¦n de ignorante de tomo y lomo (?es concebible una inglesa de clase media que trabaja en industrias culturales que desconozca d¨®nde est¨¢ Alemania?). O sea, un personaje del que resulta punto menos que imposible enamorarse. ?Qu¨¦ le ver¨¢n los apuestos Grant y Firth, sus partenaires en la funci¨®n, para ir detr¨¢s de ella cual posesos?
O, dicho de otra forma, que lo que en el pasado era un personaje lleno de dudas pero con alg¨²n gancho para las plateas femeninas, termina convertido aqu¨ª en un pelele no con quien nos re¨ªmos, como recuerda Hugh Grant en un pasaje del filme, sino de quien nos re¨ªmos. Claro que al final, por aquello de "la felicidad, ja, ja", que cantaba Palito Ortega, hay que hacer que nuestra dudosa hero¨ªna logre concretar su sue?o y la ficci¨®n, m¨¢s que otorgarle, le endilga un final de ensue?o y postalita rom¨¢ntica. Pero cuando la funci¨®n acaba, uno termina sospechando que Bridget es m¨¢s una excusa para re¨ªrse de (algunas) mujeres que un personaje con suficiente entidad y empat¨ªa como para producir la adhesi¨®n de la platea.
Babelia
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