La guerra de las monedas
Como se esperaba, de la cumbre del G-20 en Berl¨ªn no han salido acciones para combatir la subida de la cotizaci¨®n del euro respecto al d¨®lar, que tanto da?o puede hacer a la econom¨ªa europea. La fortaleza del euro no est¨¢ basada en una similar fortaleza de los pa¨ªses que componen su ¨¢rea, sino en la voluntad de EE UU de mantener un d¨®lar d¨¦bil para limitar su d¨¦ficit exterior. Por ello, m¨¢s all¨¢ de las declaraciones ret¨®ricas de Bush en Chile y de su secretario del Tesoro, John Snow, en la vieja Europa acerca de "un d¨®lar fuerte", EE UU no est¨¢ dispuesto a apoyar ninguna intervenci¨®n de los bancos centrales para reequilibrar los tipos de cambios entre ambas monedas.
Despu¨¦s de unas semanas de tregua, en cuanto Bush fue reelegido se abri¨® un nuevo frente, esta vez monetario, entre EE UU y Europa. Hace una semana, en la reuni¨®n de ministros de Econom¨ªa y Hacienda de la zona euro, celebrada en Bruselas, la relaci¨®n euro-d¨®lar fue el primer tema de preocupaci¨®n. Si el euro se encarece, las exportaciones de los pa¨ªses europeos se hacen m¨¢s caras y algunas de las econom¨ªas de la zona dependen preferentemente de su comercio exterior para salir del estancamiento, ya que la demanda interna est¨¢ parada. Es, por ejemplo, el caso de Alemania. Todav¨ªa la pasada semana los cinco sabios (grupo de expertos) advert¨ªan de que las dos grandes inc¨®gnitas para la evoluci¨®n de la coyuntura germana son el precio del petr¨®leo y la cotizaci¨®n del euro. Recordemos que el crecimiento del PIB alem¨¢n durante el tercer trimestre del a?o fue tan s¨®lo de un 0,1%, a punto del neologismo denominado "crecimiento cero".
La reuni¨®n del G-20 era apenas una ilusi¨®n para los que piden una intervenci¨®n concertada de los bancos centrales de los grandes pa¨ªses para equilibrar los tipos de cambio. Entre otros asuntos, porque seguramente no es el foro m¨¢s pertinente para este tipo de actuaciones. El G-20 es una de esas formaciones G, en terminolog¨ªa de Jacques Polak, creadas para intentar alg¨²n tipo de concertaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas de los pa¨ªses (en este caso, los siete grandes y 13 emergentes de primera magnitud), una vez derruido el sistema econ¨®mico de Bretton Woods, creado tras la II Guerra Mundial. Todav¨ªa no hace nueve meses que el G-7 se reuni¨® en Boca Rat¨®n (Florida) y lleg¨® al acuerdo impl¨ªcito de no permitir una deriva de las monedas, m¨¢s all¨¢ de que el euro cotizase a un m¨¢ximo de 1,25 d¨®lares. La semana pasada super¨® los 1,3075 d¨®lares y hay analistas que pronostican una desviaci¨®n de hasta 1,50 d¨®lares.
En econom¨ªa, los juegos son muy complicados porque siempre hay vencedores y perdedores. Tambi¨¦n en pol¨ªtica monetaria. El d¨®lar no deber¨ªa bajar m¨¢s frente al euro pero s¨ª frente a las monedas asi¨¢ticas. Pero China y Jap¨®n, los pa¨ªses m¨¢s afectados, no quieren moverse para no debilitar sus econom¨ªas. Por ello, en este pasado fin de semana, adem¨¢s de la reuni¨®n del G-20 en Berl¨ªn, el otro gran foco de atenci¨®n era el Foro Econ¨®mico Asia-Pac¨ªfico, celebrado en Santiago de Chile. Adem¨¢s, la fortaleza del euro frente al d¨®lar no tiene s¨®lo aspectos negativos: una divisa cara como la europea abarata las importaciones de las materias primas como el petr¨®leo (que se paga en d¨®lares), lo que controla la inflaci¨®n y permite que el BCE no haya subido de manera inmediata los tipos de inter¨¦s; adem¨¢s, ello es bueno para las empresas europeas endeudadas en d¨®lares. En el extremo opuesto est¨¢ la debilidad del crecimiento de pa¨ªses como Alemania, que f¨ªan una buena parte de su dinamismo econ¨®mico en sus exportaciones.
Los europeos entienden que el euro no puede ser la ¨²nica moneda que pague los costes del ajuste norteamericano, aquejado de los llamados d¨¦ficit gemelos (d¨¦ficit p¨²blico y d¨¦ficit exterior, ambos cercanos al 5% del PIB de EE UU). La Administraci¨®n de Bush incide m¨¢s en un tercer d¨¦ficit, que es el padecido por Europa: el d¨¦ficit de crecimiento, debido (seg¨²n los economistas oficiales de Washington) a la inexistencia de reformas estructurales que hagan m¨¢s flexibles a las econom¨ªas europeas. Mientras esto ocurre, se ha abierto un nuevo flanco de deterioro en las relaciones trasatl¨¢nticas. El canciller Schr?der declar¨® en Berl¨ªn: "Ser socios es tomar medidas para resolverlo".
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