Rehacer la vida
La efectividad de ese gran movimiento que se dio en llamar la comedia a la italiana, un segmento del mejor cine popular transalpino entre mediados los a?os cincuenta y los primeros a?os setenta, radic¨® en su apuesta por saber echar una mirada entre cr¨ªtica y comprensiva a la realidad social de la que nac¨ªa, sin olvidar los mecanismos ancestrales de la comedia cl¨¢sica. Viene la referencia a cuento porque esta Cosas que hacen que la vida valga la pena (hay que ver c¨®mo le gustan a G¨®mez Pereira los t¨ªtulos largos, como El amor perjudica seriamente la salud, otra herencia italiana) tiene que ver bastante con aquel tipo de pel¨ªculas: historia en primera instancia amorosa, muy pronto deja ver por sus intersticios una predisposici¨®n a hablar tambi¨¦n de otras cosas: de parados y de mujeres resabiadas que parecen estar de vuelta de todo; de nuevos espa?oles (el novio chino de Mar¨ªa Pujalte) y de las colas del Inem; de una realidad, en suma, hecha de numerosos retazos.
COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA
Direcci¨®n: Manuel G¨®mez Pereira. Int¨¦rpretes: Ana Bel¨¦n, Eduard Fern¨¢ndez, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Mar¨ªa Pujalte, Rosario Pardo. G¨¦nero: comedia, Espa?a, 2004. Duraci¨®n: 86 minutos.
Pero como ocurr¨ªa tambi¨¦n en muchos de los mejores t¨ªtulos italianos, lo que manda aqu¨ª es justamente esa historia amorosa, el encuentro entre dos soledades. Ese romance, el que entablan la empleada del Inem y el parado un poco alucinado que, abandonado por su mujer (otra vez Pujalte), vive en estado de absoluta miseria, es el centro de la funci¨®n y el n¨²cleo que le garantiza la adhesi¨®n del respetable: como ocurre siempre en toda comedia que se precie, de lo que se trata aqu¨ª es de hacer cre¨ªble que dos tipos como los que encarnan, con extraordinaria solvencia, dicho sea de paso, Eduard Fern¨¢ndez y una Ana Bel¨¦n que hac¨ªa tiempo no luc¨ªa tan bien en una pel¨ªcula terminen enamorados.
O sea, que lo que en realidad intentan G¨®mez Pereira y sus dos guionistas habituales, Joaqu¨ªn Oristrell y Yolanda Garc¨ªa Serrano, no es otra cosa que ordenar los ingredientes de la peripecia (l¨ªos, bodas, encuentros y desencuentros) de forma tal que, en un determinado momento, nos parezca casi inevitable el que un tanto desequilibrado Fern¨¢ndez y la desconfiada Bel¨¦n terminen uno en brazos del otro. Y lo hacen con las herramientas habituales de la mejor comedia: con un juego delicado entre desmadre y sentimentalidad, con unos di¨¢logos cuya brillantez no llega a empa?ar lo que verdaderamente importa, la historia de amor; y con una qu¨ªmica espl¨¦ndida entre los dos int¨¦rpretes principales.
Dicho de otra manera: que con Cosas... G¨®mez Pereira ha logrado recuperar el buen pulso hasta hacer recordar al gran director de comedias que sigue siendo, una buena noticia para un g¨¦nero que, en nuestro cine de hoy, parece condenado a lo estert¨®reo, lo superficial o, peor a¨²n, lo primariamente escatol¨®gico.
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