El sabio de la m¨²sica
Hans Werner Henze, uno de los compositores vivos m¨¢s emblem¨¢ticos, estrena la pr¨®xima semana en Madrid su ¨²ltima obra, aclamada hasta el delirio en el Festival de Salzburgo, la ¨®pera 'L'upupa', una fantas¨ªa llena de sonidos de p¨¢jaros.
Entre los olivos que hay plantados hace m¨¢s de 500 a?os en su jard¨ªn y que ve cada ma?ana al levantarse, dicen que paseaba Miguel ?ngel con Vittoria Colona, una aspirante suya a amante con la que compart¨ªa una pasi¨®n por la poes¨ªa y la filosof¨ªa que le hac¨ªa desplazarse 50 kil¨®metros desde Roma hasta Marino. Desde esas colinas se vislumbra hoy tambi¨¦n, enjaulada entre la contaminaci¨®n, la ciudad imperial. En el jard¨ªn, cerca de mil ¨¢rboles que siguen dando fruto y aceite de primera calidad para que Hans Werner Henze -probablemente el compositor vivo a quien m¨¢s se alaba hoy, autor de cerca de 30 ¨®peras, 10 sinfon¨ªas y 11 ballets, entre otras cosas, que se interpretan por todas partes del mundo- consuma a diario un aut¨¦ntico jugo de vida que alimenta tambi¨¦n su esp¨ªritu radicalmente volcado hacia las esencias de la cultura y la civilizaci¨®n.
Ahora lo recolectan unos trabajadores albaneses que le cuidan como a un padre espiritual y un or¨¢culo que les ha salvado del hambre sin pedirles gran cosa a cambio. A su alrededor corretean los hijos de estos emigrantes, a quienes Henze y Fausto Moroni, su pareja desde hace m¨¢s de 40 a?os, cuidan como si fueran suyos. Al "maestro", as¨ª le llaman en casa, se ve que le gusta contemplarlos moverse como galgos jugueteando con Dario y Aristeo, un cachorro reci¨¦n llegado a su villa de La Leprara, que se cuela entre las joyas de su jard¨ªn, en el que se?orean cipreses, restos de esculturas, flores frescas y un huerto donde plantan patatas, tomates y alcachofas que sirven en el almuerzo ali?ados con su propio aceite o como condimento de la pasta que Fausto cocina a diario.
Observar c¨®mo Henze manda detener el tiempo que transcurre en torno suyo y lo pone a sus pies para disfrutar mirando, tras sus gafas de sol y bajo su sombrero paname?o -sin que le falte una copa de vino rosado en la mano-, esa escena aparentemente cotidiana recuerda la defensa a ultranza de la contemplaci¨®n de la belleza que testimoni¨® Thomas Mann en su Muerte en Venecia. Le gusta disfrutar de la vida, los peque?os placeres, los frutos de la tierra, su vino, su aceite, sus verduras, sus hortalizas, los animales que deambulan constantemente por la casa, perros y gatos que se apostan vigilantes de un legado en una de las siete bibliotecas de este lector voraz, compositor prol¨ªfico, del que se ver¨¢ en Madrid su ¨²ltima ¨®pera, L'upupa o el triunfo del amor filial, a partir del 7 de diciembre, con direcci¨®n de escena de Dieter Dorn y Paul Daniel al frente de la orquesta.
Habita en un hogar que m¨¢s bien parece un museo, decorado por muchas orqu¨ªdeas, con miles de partituras encuadernadas, libros, objetos entre los que abundan porcelanas de los perros que m¨¢s le gustan -"los galgos ingleses, la criatura m¨¢s bella del mundo", dice- o las m¨¢s de 1.000 obras de arte, entre cuadros y esculturas que cuelgan de todas sus paredes. Nunca permite que le falte vino en la copa y tiene un peculiar sentido del humor que alterna con bufidos y piropos, tras los que esconde una malicia juguetona y sana que nunca le ha alejado de otras cosas como un constante compromiso con la izquierda y las revoluciones pendientes.
Es una figura de otro tiempo que disfruta viviendo en ¨¦ste porque sabe atrapar los vientos eternos. Por eso quiz¨¢ se ha quedado a vivir en Italia, instalado en su colina de Marino con vistas a la c¨²pula de San Pedro, a un paso de donde tuvo una quinta Cicer¨®n, poblando un espacio digno del Visconti m¨¢s regio en el que Henze quiere a toda costa ahorrar ese punto decadente que encerraban sus pel¨ªculas a base de acoger a todo el que le pide posada.
Ser¨¢ la figura musical viva del invierno en Madrid. Adem¨¢s de las representaciones de L'upupa, su ¨²ltima gran ¨®pera estrenada hace dos a?os en Salzburgo entre aclamaciones de la cr¨ªtica internacional, est¨¢n programados un recital del tenor Ian Bostridge, el 10 de diciembre en el teatro Real con obras suyas de lieder, la representaci¨®n de El cimarr¨®n -los d¨ªas 6, 8 y 12 de diciembre- y la presentaci¨®n de su autobiograf¨ªa, Canciones de viaje con quintas bohemias, que publica en espa?ol la colecci¨®n Musicalia Scherzo. Adem¨¢s, en el mes de febrero dispone de una Carta Blanca, que el director de la Orquesta Nacional de Espa?a, Josep Pons, le ha propuesto hacer y que Henze programa enteramente a su gusto con piezas suyas que est¨¢n ya en la historia de la m¨²sica, como El naufragio de la medusa, en memoria del Che Guevara, o sus sinfon¨ªas m¨¢s recientes, la Novena y la D¨¦cima, adem¨¢s de otras obras que le gustan a ¨¦l y que abarcan desde el periodo barroco hasta las m¨¢s recientes.
El tiempo le ha ido dando la raz¨®n.
El mundo se va haciendo m¨¢s pol¨ªglota, como ¨¦l, que habla -adem¨¢s de su lengua materna, el alem¨¢n- perfectamente el italiano, el franc¨¦s, el ingl¨¦s y tiene sus coqueteos con el espa?ol. Este ¨²ltimo es un idioma con el que jam¨¢s ha querido perder el contacto desde que compuso su primera ¨®pera, basada en El retablo de las maravillas, de Cervantes, en 1948 -"un autor del que admiro su iron¨ªa, su comicidad y su capacidad para la cr¨ªtica social", asegura-. Siempre se ha interesado por aspectos de la cultura hispana y latina, con homenajes a Cuba (La Habana se llama su quinta sinfon¨ªa), con obras vocales y ¨®peras como El cimarr¨®n o La cubana y un inter¨¦s que nunca ha deca¨ªdo en ¨¦l por figuras como Guevara o Fidel Castro, a quien le deprimi¨® ver caer como un ¨¢rbol desenraizado hace poco en televisi¨®n. "Alguien deber¨ªa sujetarle. Le admiro, y no me gust¨® verle en esas circunstancias", dice. Todo lo contrario de Berlusconi: "Qu¨¦ puedo decir de ¨¦l, lo que veo me entristece porque adoro Italia".
Dec¨ªamos que el tiempo ha jugado a su favor y va abriendo su obra variada y vast¨ªsima, que componen 29 ¨®peras, 40 trabajos vocales, 11 ballets, 50 obras para orquesta, 20 conciertos y m¨²sica de c¨¢mara para todo tipo de combinaciones instrumentales, a un p¨²blico cada vez m¨¢s amplio. El eclecticismo del presente, una caracter¨ªstica que ha sido vital en su trabajo siempre, le viene bien: "Para la mayor¨ªa de los j¨®venes, el eclecticismo no s¨®lo es necesario, sino que es una escalera por la que subir para conseguir el objetivo", aconseja. Le gusta lo que se crea hoy: "En la forma se compone con buen gusto; los j¨®venes, pese a la variedad de estilos, saben aunar la m¨²sica y el drama y ofrecen buenas respuestas a los dilemas musicales de este tiempo".
?l va cerrando su cat¨¢logo, pero todav¨ªa compone cada ma?ana, entre las nueve y las doce, con una disciplina heredada de su ni?ez negra y violenta en Alemania. Naci¨® en G¨¹tersloh (Westfalia) en 1926 y vivi¨® la misma infancia de pobreza y frustraci¨®n que abri¨® las puertas al monstruo del nazismo, un fen¨®meno y un tiempo que ahora, en este momento de su vida, dice que ha regresado con la fuerza de las pesadillas. M¨¢s cuando oye contar que la herida no est¨¢ curada, que sangra y que todav¨ªa ese germen de ideolog¨ªa violenta, destructora y despreciable seduce a algunos j¨®venes. "Creo que ha regresado un cierto antisemitismo en Alemania; lo que escucho me aterroriza, existe una creciente xenofobia que va a arruinar los sue?os de quienes cre¨ªamos que en ese pa¨ªs, despu¨¦s de lo que hab¨ªa pasado, florecer¨ªa una nueva civilizaci¨®n que aniquilara la maldad", afirma recostado en un sill¨®n de mimbre en su jard¨ªn.
Le cuesta recordar su infancia y juventud en un pa¨ªs embriagado por la jaur¨ªa hitleriana porque la memoria de aquel tiempo es dolorosa para quien fue reclutado para luchar en el frente en la Segunda Guerra Mundial en un puesto de radiotelegrafista. "Miro hacia esos d¨ªas con tristeza y asco, con un desprecio que nunca me ha abandonado", dice.
Las im¨¢genes regresan a su mente siempre a traici¨®n, cuando duerme: "Vuelven en mis sue?os, todos los d¨ªas, ahora m¨¢s que nunca. He querido apartarlos de m¨ª porque interrump¨ªan mi b¨²squeda de la perfecci¨®n, pero se presentan sin que yo les espere y me dicen, con m¨¢s elocuencia que en ninguna otra ¨¦poca de mi vida, lo que tuvo que sufrir mi generaci¨®n y que nuestra libertad fue destruida", recuerda con una forma de hablar lenta, pausada, en la que se le adivina un dolor presente y entrecortado.
El mal. Algo que afronta sin armas: "Hay una defensa del mal todav¨ªa y de la gente malintencionada. Te sorprende cuando lo encuentras. Tratas de explicarte las razones que llevan a la gente a hacerlo. Para m¨ª es dif¨ªcil. La mayor¨ªa de la gente encuentra justificaciones religiosas. No es suficiente. Deber¨ªamos ser m¨¢s valientes y buscar respuestas propias para entenderlo".
Los recuerdos le devuelven escenas de su vida diaria. "Cosas de mi madre, que era hija de un minero, y de mi padre, que era maestro y miembro del Partido Nazi. Eso cre¨® una tensi¨®n en mi familia. No se pod¨ªan leer libros de jud¨ªos, no se les pod¨ªa saludar por la calle, no pod¨ªamos respetar a los ni?os jud¨ªos en el colegio?". Toda esa injusticia cotidiana ha querido ahuyentarla Henze en cada una de sus expresiones. Incluso las que no fuesen coet¨¢neas al nazismo; hasta sus semillas quiere borrar del camino que transita.
Y eso incluye a Richard Wagner. El hecho de que las partituras de todas sus ¨®peras ocupen un lugar preferente del sal¨®n de su casa, junto a las de Mozart, no significa nada. Porque Hans Werner Henze la ¨²nica reacci¨®n que muestra cuando escucha ese nombre, Wagner, es la del desprecio m¨¢s ol¨ªmpico.
-?Qui¨¦n ha dicho? -suelta llev¨¢ndose las manos al o¨ªdo y torci¨¦ndose el l¨®bulo de la oreja.
-Wagner. Que si le gusta Wagner y c¨®mo ha influido en usted.
Henze se recuesta y busca respuestas, mientras saborea los ¨²ltimos restos de su copa de vino permanente.
-No. No me gusta.
-Entonces, ?qu¨¦ hacen en el sal¨®n todas las partituras de sus ¨®peras a la vista?
-Soy m¨²sico y tengo que estudiarlo. Pero en su m¨²sica escucho una ideolog¨ªa que no me gusta. Detr¨¢s de sus notas se esconde esa Alemania, ese esp¨ªritu alem¨¢n que odio. Si hubiese vivido en la ¨¦poca nazi, ¨¦l habr¨ªa sido uno de ellos.
Pese a que el nazismo queda atr¨¢s, hoy resurgen viejas amenazas, como el eterno enfrentamiento entre el mundo cristiano y el islam. Precisamente L'upupa est¨¢ inspirada en un cuento ¨¢rabe -Los tres hijos- y trata de buscar puentes de entendimiento. Es la historia de un padre y sus tres hijos a los que pide que le encuentren una abubilla -upupa, en italiano- que ha perdido y quiere volver a ver. "Dos de ellos tienen esa caracter¨ªstica de gran parte de la humanidad ocupada en la avaricia, la envidia y la falta de honestidad, esas plagas. El otro, Kassim, es el m¨¢s responsable y el m¨¢s libre porque es quien se siente m¨¢s persona", dice Henze ahuyentando una mosca al grito de "?vete a tomar por el culo!". Sencillez para contar esencias del alma. Como La flauta m¨¢gica, de Mozart. "Es una obra que te gusta a los cinco a?os y a los 80, porque en ella siempre fluye el misterio de las grandes cuestiones por su humanismo moralista, no divino, ¨¦sa es la clave".
Para su ¨®pera emplea muchos estilos musicales en los que predomina el color. Una obra para orquestas finas. "Hay m¨²sica bufa y un tempo que Mozart empleaba a la manera turca en La flauta m¨¢gica y en El rapto del serrallo. Tambi¨¦n hay m¨²sica popular, sonidos en los que ha influido la naturaleza y el entorno pr¨®ximos a m¨ª", describe Henze. Una cierta lucha, un conflicto, que es la palabra que emplea para definir sus sinfon¨ªas: "?sa es una forma art¨ªstica puramente alemana que se ha declarado muerta muchas veces y que yo he tratado de recuperar aplic¨¢ndole un bagaje filos¨®fico y cultural. La sinfon¨ªa para m¨ª es como la novela para un escritor. Tiene unas reglas b¨¢sicas. Lo que m¨¢s me gusta es experimentar. Utilizo los instrumentos como s¨ªmbolos enfrentados, rojo contra azul, mujeres contra hombres, ni?os contra adultos, bien contra mal. Conflicto, lucha, contradicci¨®n?".
?Destrucci¨®n? "No, nunca. La contradicci¨®n es una manera de construir. Sin contraste, sin conflicto, no se llega a ninguna parte, nada es interesante, todo es est¨¦ril". En ese momento, el maestro da la conversaci¨®n por terminada. "Basta, estoy cansado. Es usted muy pesado", salta. "Lo tomar¨¦ como un cumplido", le responde el humilde reportero. "Por favor, h¨¢galo. Vamos a tomar algo s¨®lido".
La ¨®pera 'L'upupa o el amor filial' se representa en el teatro Real de Madrid del 7 al 23 de diciembre.
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