El trofeo m¨¢s ansiado
Algunos de los jugadores espa?oles m¨¢s importantes, como Gimeno, Santana, Orantes y Bruguera, no alcanzaron el gran objetivo
Frustraciones, odios, sinsabores y, tambi¨¦n, inmensas alegr¨ªas. Todo eso ha generado la Copa Davis entre los tenistas espa?oles. Desde la alegr¨ªa desbordante que ayer sintieron Carlos Moy¨¤, Rafael Nadal, Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo hasta las decepciones imborrables de Manuel Santana, Manuel Orantes, Josep Llu¨ªs Arilla, Joan Gisbert, Andreu Gimeno, Emilio S¨¢nchez Vicario o Sergi Bruguera, algunos de los grandes jugadores que nunca pudieron levantar la preciada Ensaladera.
A los m¨¢s veteranos, sin embargo, les queda al menos el consuelo de que en 1965 y 1967, cuando disputaron contra Australia, en cancha ajena, las dos primeras finales, elevaron al tenis espa?ol a la ¨¦lite. Los primeros t¨ªtulos de Santana, en el torneo parisiense de Roland Garros en 1961 y 1964 y en el Open de Estados Unidos en 1965, hab¨ªan despertado ya un notable inter¨¦s en los medios de comunicaci¨®n. Sin embargo, fueron aquellas dos finales de la Davis y su nuevo triunfo en el torneo londinense de Wimbledon en 1966 los que elevaron el list¨®n de este deporte en Espa?a hasta alcanzar cotas inimaginables antes. Aquella generaci¨®n hizo la primera revoluci¨®n porque logr¨® popularizar el deporte de la raqueta y la red y consigui¨® que todo el territorio espa?ol se plagara de pistas de tenis.
Gimeno: "No me imagin¨¦ la r¨¢pida explosi¨®n de Santana. De lo contrario, no me habr¨ªa pasado al circuito profesional"
Sin embargo, la huida de Andreu Gimeno al tenis profesional en 1960 impidi¨® la formaci¨®n de un equipo potent¨ªsimo que probablemente habr¨ªa dado a Espa?a la primera Davis. "Cuando me march¨¦, tras un torneo de Wimbledon", explica Gimeno, "Santana s¨®lo se estaba abriendo paso en el contexto internacional. No pod¨ªa imaginarme que tan s¨®lo un a?o m¨¢s tarde har¨ªa su explosi¨®n y se convertir¨ªa en campe¨®n de Roland Garros. Tal vez si lo hubiera sabido, no habr¨ªa dado el salto al tenis profesional. Porque, con Manolo y conmigo en el equipo, creo que habr¨ªamos podido ganar la Ensaladera".
La cuesti¨®n es que Gimeno opt¨® por cobrar los 25.000 d¨®lares que le hab¨ªa prometido Jack Kramer. Y Santana, hasta ahora el mejor jugador espa?ol de la Davis, no encontr¨® en sus compa?eros de equipo, Gisbert, Arilla y Juan Manuel Couder, la calidad necesaria para derrotar a los australianos en ninguna de las dos challenge round -ellos, como campeones vigentes y de acuerdo con el reglamento de entonces, jugaban directamente la final y, adem¨¢s, en su casa- que disputaron. S¨®lo ¨¦l gan¨® un punto en cada final: el primero, contra Roy Emerson; el segundo, ante John Newcombe.
En la segunda final, la incorporaci¨®n de Orantes fue prematura. Era demasiado joven e inexperto todav¨ªa y s¨®lo logr¨® ganar un set a Emerson. Y, cuando Orantes hab¨ªa crecido ya, Santana se estaba retirando. La conclusi¨®n fue que, a pesar de que se convirtieron en aut¨¦nticos h¨¦roes, todos aquellos extraordinarios tenistas se quedaron sin el m¨¢s preciado trofeo.
Y despu¨¦s hubo un largo vac¨ªo hasta que Arantxa S¨¢nchez Vicario inici¨® la segunda revoluci¨®n del tenis espa?ol con su triunfo en Roland Garros en 1989. All¨ª comenz¨® una segunda etapa de una brillantez que todav¨ªa no ha concluido. A la aportaci¨®n de su hermano Emilio, que fue el ¨²nico que se salv¨® de la mediocridad de los a?os precedentes, le sigui¨® el esplendor de Bruguera. Sus t¨ªtulos de Roland Garros en 1993 y 1994 volvieron a elevar el list¨®n y Espa?a comenz¨® a so?ar de nuevo en alcanzar otra final de la Davis. Pero a lo m¨¢ximo que lleg¨® aquel grupo fue a unas semifinales, en 1987, cuando Bruguera todav¨ªa no estaba en ¨¦l. A aquello le siguieron muchas decepciones e incluso alg¨²n descenso transitorio de categor¨ªa.
La ¨²ltima explosi¨®n se produjo con la entrada de ?lex Corretja, Albert Costa, y Carlos Moy¨¤ en el equipo. En 2000, todos ellos se confabularon con sus respectivos entrenadores y se implicaron decisivamente en un proyecto cuyo objetivo era ganar la Davis. Hubo v¨ªctimas porque cre¨ªan que con Santana en la capitan¨ªa el objetivo era imposible. Y colocaron en ella a sus t¨¦cnicos. Se cre¨® el G-4: Javier Duarte, Josep Perlas, Jordi Vilar¨® y Juan Avenda?o. Y, con la irrupci¨®n de un chico de 18 a?os llamado Juan Carlos Ferrero, que gan¨® en la final de Barcelona a Lleyton Hewitt y a Patrick Rafter, el cuarteto completado por Corretja, Costa y el doblista Joan Balcells gan¨® por primera vez la Davis para Espa?a. Tuvieron suerte porque pudieron disputar todas las eliminatorias en campo propio y sobre tierra batida, dos elementos fundamentales.
Aquella victoria gener¨® ilusi¨®n, pero conllev¨® tambi¨¦n una gran decepci¨®n para Moy¨¤, campe¨®n de Roland Garros en 1998 y n¨²mero uno del mundo en 1999, que se hab¨ªa quedado fuera de la final al no estar recuperado de una lesi¨®n de espalda. "La Davis se ha convertido en un objetivo prioritario para m¨ª", dijo entonces el mallorqu¨ªn. Y se entreg¨® a ello en cuerpo y alma. En 2003, ya con el G-3, Ferrero, Moy¨¤, Corretja y Feliciano L¨®pez llegaron de nuevo a la final, pero la perdieron contra Australia. Pero este a?o Espa?a, la ¨²ltima generaci¨®n
[L¨®pez, Tommy Robredo y Rafael Nadal] rompieron el tab¨² de ganar fuera y en pista indoor cuando se impusieron a la Rep¨²blica Checa y, uniendo su osad¨ªa a la experiencia de Moy¨¤ y Ferrero, fueron avanzando hasta ganar ayer a Estados Unidos. La ¨²ltima revoluci¨®n y dos protagonistas mallorquines: Moy¨¤, que, al fin, logr¨® su objetivo, y Nadal, que se confirm¨® como un gran jugador de la Davis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.