La jerarqu¨ªa de la Iglesia
Una vez m¨¢s estamos viendo a los dirigentes de la Iglesia cat¨®lica espa?ola llamando a una guerra santa frente a los "rojos" e "infieles". Lean si no las declaraciones del cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola, Antonio Mar¨ªa Rouco, en un congreso religioso reciente: "S¨ª, llegar¨¢ el d¨ªa ardiente como un horno, en el que los malvados y perversos ser¨¢n la paja, en el que no quedar¨¢ de ellos ni rama, ni rastro; pero en cambio, a los que honran el nombre de Dios los iluminar¨¢ un sol de justicia que lleva la salud en las alas" (EL PA?S, 15 de noviembre de 2004). En otras palabras, los iluminados por Dios estar¨¢n sanos y salvos, y los dem¨¢s -la mayor¨ªa que no estamos iluminados por Dios- seremos destruidos sin que quede ni rastro. Esta frase reproduce un fundamentalismo preocupante, motivado por la percepci¨®n err¨®nea de que la Iglesia est¨¢ hoy perseguida en Espa?a por un Gobierno de izquierdas que en el desarrollo de su mandato electoral y ampliamente respaldado por la opini¨®n popular (tal como demuestran las encuestas) est¨¢ realizando algunas reformas (como facilitar el tr¨¢mite del divorcio para los matrimonios que deseen divorciarse, eliminar la asignatura de religi¨®n como materia obligatoria en la ense?anza y otras pol¨ªticas p¨²blicas) que est¨¢n antagonizando a las autoridades eclesi¨¢sticas de la Iglesia espa?ola, la cual recibe un subsidio del Estado, pagado por creyentes y no creyentes, por una cantidad de 3.626 millones de euros, cantidad, por cierto, que ser¨ªa suficiente para proveer escuelas p¨²blicas de infancia de cero a tres a?os a todos los ni?os y ni?as espa?oles que carecen de ellas. En realidad, tales autoridades, con muy escasa comprensi¨®n de lo que significa la democracia, acusan al Gobierno de gobernar seg¨²n los deseos de la mayor¨ªa. Vean lo que dice Fernando Sebasti¨¢n, vicepresidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Pamplona: "A la hora de gobernar no pueden ser las mayor¨ªas o las encuestas los ¨²ltimos criterios para decidir lo que es bueno y lo que es malo, sino los criterios morales objetivos, aceptados y aplicados por una conciencia recta, junto a la ponderaci¨®n prudente de las circunstancias sociales" (La Vanguardia, 13 de noviembre de 2004). En otra secci¨®n del discurso, Sebasti¨¢n explica que la Iglesia es la autoridad delegada por Dios para definir lo que es bueno y malo. Se puede deducir de ello que tales autoridades desean que la Iglesia espa?ola sea la que dicte el bagaje ideol¨®gico y moral de las pol¨ªticas p¨²blicas del Estado espa?ol tal como ocurri¨® durante la dictadura. En realidad, Sebasti¨¢n lamenta que se intente recordar esta realidad franquista a las nuevas generaciones cuando dice: "Aunque oficialmente la transici¨®n pol¨ªtica se hizo en forma de reconciliaci¨®n, en realidad, los a?os de vida democr¨¢tica han permitido el desarrollo de una mentalidad revanchista seg¨²n la cual los vencedores de la Guerra Civil eran injustos y corruptos, mientras que la justicia y la solidaridad estaba toda en el campo de los vencidos". Se deduce por el tono de protesta que tiene esta declaraci¨®n que Sebasti¨¢n no cree que los vencedores de la Guerra Civil (incluyendo la Iglesia) fueran injustos en aquel conflicto y durante la dictadura que establecieron, ni tampoco cree que la causa justa estaba en los que lucharon para defender la Rep¨²blica y el Gobierno democr¨¢ticamente elegido (que fueron los vencidos).
Estamos viendo a los dirigentes de la Iglesia cat¨®lica llamar a una guerra santa
La jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica espa?ola deber¨ªa recordar que la Iglesia no s¨®lo apoy¨® el golpe militar, sino que fue eje esencial de la dictadura (que impuso un enorme retraso econ¨®mico, pol¨ªtico, cultural y social a este pa¨ªs), lo cual le signific¨® enormes privilegios incluyendo una amplia financiaci¨®n por parte del Estado franquista. Este anteponer sus intereses particulares a los intereses generales, sin embargo, ha sido la tradici¨®n de la jerarqu¨ªa espa?ola durante toda su historia. Cuando, por deseo popular, se estableci¨® la II Rep¨²blica, en el a?o 1931, ¨¦sta declar¨® la no confesionalidad del Estado, elimin¨® la financiaci¨®n estatal del clero, introdujo el aborto y el matrimonio civil, y estableci¨® la escuela p¨²blica laica, medidas, entre otras (que afectaron a la propiedad de las tierras y de los bienes, incluyendo los de la Iglesia), a las que la Iglesia se opuso con todas sus fuerzas, pidiendo abierta y p¨²blicamente en boca de varias autoridades eclesi¨¢sticas un alzamiento militar en contra de un Gobierno democr¨¢ticamente elegido. De ah¨ª que, cuando por fin tal alzamiento ocurri¨® (tras la victoria del Gobierno de frente popular), grandes sectores populares atacaron a los cuarteles sublevados y a las iglesias asesinando a sacerdotes (el mayor n¨²mero de asesinatos de sacerdotes y religiosos, 6.832, ocurri¨® durante el periodo posgolpista), situaci¨®n que, aunque no es justificable, es entendible pues la Iglesia fue parte de la sublevaci¨®n militar frente a un Gobierno democr¨¢ticamente elegido. Cuando la dictadura se estableci¨® m¨¢s tarde (con m¨¢s de 200.000 asesinatos pol¨ªticos), la Iglesia fue parte de aquel Estado participando activamente en la represi¨®n, declarando la Guerra Civil una cruzada contra el mal, y al dictador como escogido por Dios.
Y es ah¨ª donde Sebasti¨¢n tambi¨¦n yerra, al definir como revanchismo la petici¨®n de conocer la historia de Espa?a tal como fue. Revanchismo ser¨ªa pedir que se hiciera a la Iglesia lo que ella hizo a los vencidos. Hoy, ninguna fuerza pol¨ªtica de izquierdas est¨¢ pidiendo esto. Es m¨¢s, mostrando gran generosidad, no se est¨¢ ni siquiera pidiendo llevar a las autoridades militares y a las eclesi¨¢sticas de aquel r¨¦gimen a tribunales internacionales para que sean juzgadas por los enormes cr¨ªmenes contra la humanidad que realizaron. S¨®lo se les dice que pidan perd¨®n al pueblo espa?ol y que acepten y entiendan que hoy existe democracia en Espa?a, en que el poder p¨²blico viene de la gracia del pueblo y no de la gracia de Dios.
Vicen? Navarro, catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas. Universidad Pompeu Fabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.