Ingenier¨ªa electoral
Es innegable que en pol¨ªtica el territorio es importante. Una prueba de ello es que los gobiernos conciben cada vez m¨¢s sus actuaciones en clave territorial; es decir, en funci¨®n de las necesidades u oportunidades que un determinado territorio pueda tener, y es evidente que la diversidad territorial dentro de cualquier pa¨ªs existe y se expresa en dimensiones muy distintas. Lamentablemente, no todos los territorios tienen las mismas oportunidades ante s¨ª, y con seguridad esta constataci¨®n obliga a las instituciones de ¨¢mbito nacional a ejercer una actuaci¨®n en muchos aspectos preferencial para con las zonas o comarcas menos favorecidas. Hasta este punto creo que no hay discusi¨®n alguna y que todas las fuerzas pol¨ªticas comparten este criterio.
Con la circunscripci¨®n ¨²nica hay que introducir elementos ligeros, pero inequ¨ªvocos, de territorialidad
Otra cuesti¨®n es que con el argumento del equilibrio territorial se intente de manera descarada, a mi modo de ver, sacar tajada electoral. M¨¢s a¨²n, para obtener esos r¨¦ditos hay quien reduce a lo anecd¨®tico el principio democr¨¢tico de igualdad de voto para todas las personas, que no es otro que el principio de una persona un voto, igual valor para todos los votos. No me considero dogm¨¢tico y creo que no lo soy tampoco en esta cuesti¨®n. Es decir, con seguridad hay motivos objetivos que nos inducen a relativizar la aplicaci¨®n de este principio democr¨¢tico de proporcionalidad pura. Pero hay que ser conscientes de, en primer lugar, hasta qu¨¦ niveles hay que relativizar este principio y en segundo lugar qu¨¦ consecuencias, qu¨¦ agravios contra iguales, puede generar esta relativizaci¨®n. Empezando por la segunda cuesti¨®n hay que decir que debe existir un l¨ªmite a una sobrerrepresentaci¨®n de una parte del territorio con el argumento de evitar que esta parte quede asfixiada por otra parte del pa¨ªs. Este l¨ªmite, es a mi modo de ver, el que debe impedir que determinadas personas de estas ¨¤reas sobrerrepresentadas electoralmente puedan llegar a violentar la voluntad pol¨ªtica de la mayor¨ªa del pa¨ªs.
Es decir, y para entendernos, no es de recibo la propuesta de ley electoral que CiU propone seg¨²n la cual y con unos resultados en votos id¨¦nticos a los de las ¨²ltimas elecciones del 2003, la federaci¨®n nacionalista obtendr¨ªa 30 diputados de ventaja sobre la segunda formaci¨®n, a pesar que esta segunda formaci¨®n obtuvo unos pocos miles de votos m¨¢s. Esto no es una acci¨®n compensatoria, sino un acto contra la voluntad de la mayor¨ªa de los ciudadanos.
Estoy de acuerdo en que la territorialidad se debe expresar en el sistema electoral, pero sin que sirva para impedir que las formaciones que cuentan con una mayor¨ªa suficiente de votos puedan tener mayor¨ªas parlamentarias. Porque si esto ocurre, lo que estaremos cometiendo y aceptando es un agravio a la democracia de profundo calado, donde sectores importantes pero no mayoritarios imponen su gobierno a los sectores mayoritarios -electoralmente hablando- de la poblaci¨®n. La injusticia de la desigualdad territorial no debe superarse por la injusticia de la desigualdad de las personas en el ejercicio del sufragio. Aparentar que se va a ganar equilibrio y dignidad territorial gracias a una determinada ley electoral, cuando lo ¨²nico cierto que se va a producir es un desequilibrio en el principio de igualdad de voto, no es ning¨²n avance significativo, sino todo lo contrario.
Una circunscripci¨®n ¨²nica para toda Catalu?a es el horizonte que se dibuja en la futura ley electoral catalana. Los efectos de proporcionalidad que lograr¨ªa ser¨ªan sin duda muy positivos para el conjunto del sistema. La ingenier¨ªa electoral que se requerir¨ªa para traducir los votos a esca?os ser¨ªa m¨ªnima y sobre todo se evitar¨ªa aquella tentaci¨®n tan com¨²n que nos dice que traducir es -poco o mucho- traicionar. Qu¨¦ duda cabe que algunos tienen en la mente una ley electoral con mucha ingenier¨ªa que obligar¨ªa a traducir en exceso y a traicionar el mandato popular. Y aunque s¨®lo sea como contrapunto a esa posibilidad, la propuesta de circunscripci¨®n ¨²nica ya es positiva, aunque es evidente que en el escenario de circunscripci¨®n ¨²nica hay que introducir elementos ligeros, pero inequ¨ªvocos, de territorialidad. En esa direcci¨®n hay que empezar a trabajar.
Es l¨®gico que el espacio que defina esa territorialidad en la ley electoral guarde relaci¨®n con la nueva organizaci¨®n territorial que el Gobierno catal¨¢n est¨¢ preparando. Es bueno que las circunscripciones electorales sean un espacio coincidente con realidades politicoadministrativas funcionales. De otro modo, nuestra capacidad de asimilaci¨®n de nuevas realidades podr¨ªa saturarse.
Dicen que las veguer¨ªas est¨¢n llamadas a ser la nueva realidad pol¨ªtica y administrativa del pa¨ªs. Pues que lo sean tambi¨¦n como elemento de territorialidad en la nueva ley electoral catalana. El objetivo deber ser el de garantizar que en el parlamento futuro hayan diputados de todas las ¨¢reas -veguer¨ªas- del pa¨ªs, y que lo est¨¦n siendo conscientes de su origen. Lo triste es que para hacer eso bastar¨ªa la voluntad de las formaciones para incluir esa o la otra persona en la lista, que m¨¢s que ¨²nica tendr¨ªa que definirse como de procedencias diversas. Por ¨²ltimo, de la misma manera que nadie piensa que el voto de la mujer ha de tener m¨¢s valor que el del hombre simplemente por encontrarse en situaci¨®n de desigualdad, tampoco deber¨ªa tenerlo, por ejemplo, el de los habitantes del Pirineo. Incluso porque mucho me temo que ofrecer a determinadas zonas esa sobrerrepresentaci¨®n electoral puede ser la excusa para pensar que en esas zonas ya no es necesario intervenir m¨¢s.
Jordi S¨¢nchez es profesor de Ciencia Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.