El 'Informe PISA' de la OCDE nos da la raz¨®n
El art¨ªculo que publiqu¨¦ en estas mismas p¨¢ginas el lunes 8 de noviembre sobre Educaci¨®n y humanidades en la ense?anza secundaria fue anterior al Informe PISA de la OCDE, que coloca los niveles de nuestros estudiantes entre los m¨¢s bajos de Europa. Pero yo ya sab¨ªa, como otros much¨ªsimos, que el rey estaba desnudo. El informe no nos dice nada que no supi¨¦ramos. Pero es bueno que confirme lo que ya sab¨ªamos, para que todo el mundo se entere, incluso las altas esferas pol¨ªticas.
Y es buen¨ªsimo que en la encuesta entre el profesorado publicada por EL PA?S el domingo 12 de diciembre se incluyan afirmaciones que concuerdan al ciento por ciento con las m¨ªas: que el gran problema es la desmotivaci¨®n, que las medidas correctoras deben plantearse desde la primaria, que con la Ley Org¨¢nica de Ordenaci¨®n General del Sistema Educativo (LOGSE) los alumnos se han acostumbrado a pasar de curso sin m¨¢s, que muchos profesores se jubilan en cuanto pueden, que hay que hacer cambios de verdad... No es, pues, un problema de presupuesto, aunque ¨¦ste podr¨ªa mejorarse; es un problema de organizaci¨®n de la ense?anza.
Estoy cansado de escribir sobre el fracaso educativo y sus causas. Pues ah¨ª lo tenemos bien claro.
No es s¨®lo el PSOE; la idea id¨ªlica de una ense?anza sin esfuerzo, con niveles m¨ªnimos y con aprobado garantizado, viene de lejos. Ciertas tendencias pedagogizantes que infiltran a los sucesivos gobiernos y a la sociedad toda deber¨ªan corregirse de una vez. Los remedios que el ministerio propone me resultan bien intencionados, pero absolutamente insuficientes. En fin, mientras el desastre era para las maltratadas humanidades, no se hac¨ªa caso. Pero ahora el c¨¢ncer llega a las matem¨¢ticas y alguien se ha enterado.
Francamente, los hechos son verdades duras y hay que acatarlos. En vez de opcionalidad, autoridades m¨²ltiples e incontrolables, rebajamiento de los niveles como medicina contra el fracaso escolar, hay que volver al esfuerzo y a la obligatoriedad de materias cardinales en todo el territorio espa?ol. A la cultura del esfuerzo: un esfuerzo que recompensa, si el profesor y la sociedad ayudan.
Sabemos muy bien que la lucha entre la escuela y la televisi¨®n, m¨¢s todo el ambiente que rodea al ni?o, es una lucha dura. Todo ese ambiente come el tiempo, acostumbra a la pasividad, al caleidoscopio de p¨ªldoras diversas. Al todo es igual a todo. Demasiada frivolidad se presenta como actual y moderna. Y el aprendizaje exige esfuerzo. Y que no se llegue a ¨¦l sin tener la base indispensable. Si hay que volver a los ex¨¢menes de ingreso, pues que se vuelva. Hay que restituir al estudiante el orgullo del saber, de la excelencia. La ense?anza no puede ser un parip¨¦, un tr¨¢mite.
Y hay que devolver al profesor el orgullo de saber que hace una cosa importante y ¨²til, social y cient¨ªficamente ¨²til. Devolverle la autoridad que se le ha quitado.
Pero no querr¨ªa ser demasiado severo con las utop¨ªas que, aqu¨ª y en todo el mundo, han invadido los ministerios de Educaci¨®n. Parten de la idea roussoniana de la felicidad lograda en libertad e igualdad. Por cierto, libertad e igualdad son importantes: para que todo el que lo merezca pueda iniciar y continuar el aprendizaje. Pero los socialistas y todos los atra¨ªdos por la idea de la igualdad dentro de una ense?anza id¨ªlica, sin esfuerzo, deben recordar que, ante los hechos, todos los Gobiernos han tenido que abandonar otras utop¨ªas: por ejemplo, la nacionalizaci¨®n de la banca.
Tendr¨¢n que abandonar tambi¨¦n ¨¦sta de los centros de ense?anza como un para¨ªso l¨²dico que lleva al aprobado y luego, casi autom¨¢ticamente, a una colocaci¨®n. No: se trata de aprender y de recibir la certificaci¨®n de que se sabe. Y de que la ense?anza de nivel ¨ªnfimo no acabe con la de nivel alto.
Las lenguas cl¨¢sicas eran una tentaci¨®n para los reformadores, quiz¨¢ simplemente porque eran dif¨ªciles: fueron elimin¨¢ndolas poco a poco. Ahora tememos por lo poco que de ellas queda, gracias en parte a la Ley de Calidad. Tengo noticia de que la Sociedad Espa?ola de Estudios Cl¨¢sicos va a manifestarse sobre esto. Y eso que las humanidades cl¨¢sicas son el origen de nuestra cultura, que est¨¢ embebida de ellas.
Pero las matem¨¢ticas y la lengua espa?ola recib¨ªan m¨¢s respeto. No todo el necesario, ya ven. Tambi¨¦n aqu¨ª ha llegado la rebaja. Y apenas se encuentran alumnos que resuman bien una explicaci¨®n o hagan una buena redacci¨®n. Pero el mal de todos no debe ser consuelo para nadie.
Esto se nota en la Universidad, todos los profesores lo dicen. No s¨®lo en letras, tambi¨¦n en las facultades de ciencias. El nivel es m¨¢s bajo cada d¨ªa.
La vida es como es, los hombres son como son, la ciencia es dif¨ªcil. Por supuesto, hay que ayudar al alumno a acercarse a ella. Pero lo que no se puede es banalizarla para poder decir que se suprime el fracaso escolar.
Es amargo tener que esperar a que se llegue a este rapapolvo para que a uno le den la raz¨®n. Habr¨ªa sido mucho mejor para todos que nos la dieran desde el principio. No hab¨ªa ning¨²n misterio en saber que planes redactados con la mejor intenci¨®n, pero con una p¨¦rdida total del sentido de la realidad, iban a fracasar. En ¨²ltimo t¨¦rmino, mejor es que as¨ª conste, como ahora. Para que no se pongan parches. Y se llame a todos, quiero decir a todos, para ver si se hace, finalmente, algo que sea razonable y duradero. Con liberalidad, pero sin utop¨ªas.
Hace falta que sean obligatorias una serie de materias importantes: o para todos o para una gran n¨²mero de estudiantes. Y con horarios suficientes. Hay que podar las opcionalidades, las frivolidades, los caprichos, las ocurrencias auton¨®micas. Hay que premiar al que sabe.
Un informe como ¨¦ste es una medicina bastante amarga. Al menos, resulta cre¨ªble para muchos, mientras que otros, que dec¨ªamos lo mismo sin partidismo alguno, apenas ¨¦ramos escuchados. En fin, ser¨ªa excelente que fuera un medicina aprovechada. Que no se echaran pelotas fuera con pretextos banales.
Francisco Rodr¨ªguez Adrados es miembro de las Reales Academias de la Lengua y de la Historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.