Moco de pavo
Voy a revelarles un secreto: esta noche es Nochebuena y ma?ana Navidad. Como lo oyen. Despu¨¦s de esta revelaci¨®n, van a permitirme que les haga una pregunta: ?han logrado ustedes sobrevivir a esta Navidad que a¨²n no ha llegado? Lo digo porque muchos estamos ya de Navidad hasta el gorro de Pap¨¢ Noel, y no por impiedad, sino por simple acumulaci¨®n: a efectos pr¨¢cticos (iluminaci¨®n callejera, pesti?os, zambomb¨¢s, villancicos, comidas de empresa, listas de regalos pendientes, etc. ), fue Navidad ayer mismo, d¨ªa de san Juan de Kety, santo y sabio cracoviano; y lo fue anteayer, festividad de san Demetrio, que muri¨® martirizado a causa de su fe inquebrantable, y lo fue el martes, d¨ªa dedicado a san Pedro Canisio, aquel jesuita que, en el instante previo a su muerte, tuvo la fortuna de ver a la Virgen Mar¨ªa, que, seg¨²n los hagi¨®grafos, baj¨® expresamente a este valle de l¨¢grimas para llevarse al santo a los prados celestiales. Lo cierto es que es Navidad desde antes del D¨ªa de la Constituci¨®n Espa?ola, de modo que cualquier ciudadano est¨¢ en su derecho de sentirse empachado de Navidad antes de que la Navidad llegue, aunque ese derecho no est¨¦ recogido en la Constituci¨®n, al menos de momento, porque los aires de reforma que agitan las p¨¢ginas solemnes de nuestra Carta Magna tal vez se encarguen de contemplarlo en futuras redacciones: "Todo ciudadano espa?ol tiene derecho a que el Ayuntamiento no le instale en la ventana un altavoz que reproduzca villancicos durante 10 horas al d¨ªa a lo largo de un mes".
De todas formas, comprendo que se queja uno por puro af¨¢n de lamentaci¨®n, ya que si alguien tiene derecho a quejarse de la Navidad son los pavos. No hace falta dar explicaciones, por obvias. (Es posible que usted mismo guarde en estos momentos el cad¨¢ver de un pavo en el frigor¨ªfico, o incluso que est¨¦ meti¨¦ndolo ya en el horno, adornado con perejil.) Ves a un pavo a principios de diciembre y lo notas menos nervioso que triste, a pesar de ser animales de naturaleza m¨¢s asustadiza que melanc¨®lica. ?Por qu¨¦ les ocurre eso a los pavos? Muy f¨¢cil: porque intuyen que van a morir. ?Y por qu¨¦ lo intuyen? Muy f¨¢cil tambi¨¦n: porque, nada m¨¢s o¨ªr un villancico, saben que esa es su marcha f¨²nebre. ?Y por qu¨¦ saben eso los pavos? ?Porque son mel¨®manos? No: porque, a fuerza de a?os de experiencia, han desarrollado un instinto gen¨¦tico que les avisa de que una de las principales tradiciones navide?as consiste en matar pavos. Se trata de un instinto que a¨²n no han desarrollado los langostinos ni las angulas, al ser manjares que tienen un v¨ªnculo m¨¢s reciente con la Navidad. Tampoco los besugos, por la sencilla raz¨®n de que son unos besugos. Adem¨¢s, los langostinos no se enteran de gran cosa, porque casi todo el mundo los compra en estas fechas congelados, de modo que la especie no logra establecer una relaci¨®n de causa-efecto entre la Navidad y el matarile. Las angulas, por su parte, son v¨ªctimas de una especie de infanticidio, porque mueren ni?as, en plena edad del juego, sin comprender tanta maldad.
La Navidad significa, en fin, el holocausto por excelencia de los pavos. Y ellos lo saben. Y por eso nos suplican con los ojos que esta noche cenemos una cosa ligerita.
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