Una belleza no s¨®lo f¨ªsica
La conoc¨ª en el Lido de Venecia en agosto de 1967. Hab¨ªa le¨ªdo ya algunos de sus ensayos y la admiraba profundamente. Los dos form¨¢bamos parte del jurado que concedi¨® el Le¨®n de Oro a Belle de jour, de Bu?uel. La vi en la playa mientras jugaba con su hijo David, entonces un muchacho ni siquiera adolescente, y me llam¨® la atenci¨®n la belleza, no s¨®lo f¨ªsica, que irradiaba.
Cuando un par de a?os despu¨¦s se instal¨® en Par¨ªs cen¨¢bamos regularmente con ella Monique Lange y yo. En la revista Libre publiqu¨¦ una entrevista que constituy¨® uno de los primeros manifiestos feministas inteligentes y que tuvo mucho impacto en el mundo intelectual y literario. En 1975 estaba yo en Nueva York cuando me comunicaron que estaba grav¨ªsima, que se estaba muriendo de c¨¢ncer. Con esa energ¨ªa y vitalidad que la caracterizaban luch¨® de una forma extraordinaria contra la enfermedad y logr¨® superarla.
Nos vimos luego varias veces en Nueva York, cuando iba all¨ª a dictar mis conferencias, y en 1993 coincid¨ª con ella en Berl¨ªn. Acababa de volver de Sarajevo y me convenci¨® de la necesidad de que fuera all¨ª a testimoniar de lo que ocurr¨ªa. Nunca le agradecer¨¦ bastante ese consejo. Pas¨¦ con ella unas jornadas inolvidables mientras preparaba los ensayos de Esperando a Godot en un teatrito sin luz el¨¦ctrica, iluminado s¨®lo por velas. A ra¨ªz de ello escrib¨ª el gui¨®n del documental Esperando a Godot en Sarajevo, que present¨¦ en Madrid a finales de 1993.
En la segunda y terrible acometida de la enfermedad, tuvo la energ¨ªa de completar una de sus mejores novelas, El amante del volc¨¢n. Estuve con ellas varias veces en Madrid y Barcelona con motivo de la presentaci¨®n de sus novelas y a mediados de este a?o me enter¨¦ de la tercera acometida de la enfermedad.
Desde entonces me mantuvo informado a trav¨¦s de amigos de la gravedad de su situaci¨®n, pero no he intentado comunicarme directamente con ella. In¨²til decir que la noticia me ha dejado anonadado.
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