Salud y ciudadan¨ªa
A finales del pasado a?o apareci¨® en la prensa el informe del Observatorio del Sistema Nacional de Salud, en el que se subrayaba que el grado de satisfacci¨®n ciudadana con relaci¨®n a las prestaciones del sistema sanitario hab¨ªa descendido significativamente. Los responsables actuales del Ministerio de Sanidad afirmaron que la principal causa del "deterioro relativo" en la credibilidad del sistema cab¨ªa buscarla en la falta de financiaci¨®n. Y con ello se se?alaba a los responsables anteriores del ministerio, que hab¨ªan congelado el gasto en sanidad durante sus a?os de gobierno. No ser¨¦ yo quien desmienta esos datos. Comparto la percepci¨®n de que los gobiernos del Partido Popular, si bien no trataron de modificar radicalmente el sistema sanitario con sus decisiones pol¨ªticas (como s¨ª se hizo en el campo educativo), tampoco mostraron excesivo entusiasmo en fortalecer la sanidad p¨²blica. El informe ya mencionado constata el aumento constante en el n¨²mero de afiliados a coberturas privadas de salud, con cifras que si en 1992 eran inferiores a las de Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, hoy se sit¨²an en el 28,6%, m¨¢s de cuatro puntos por encima de esos pa¨ªses.
Pero en lo que me permito disentir del informe es en atribuir principalmente al innegable descenso en la financiaci¨®n al sistema sanitario en los ¨²ltimos a?os la merma de credibilidad y de confianza que se certifica. Desde mi punto de vista, deber¨ªan buscarse otros factores m¨¢s cualitativos que a?adir al del gasto p¨²blico. Y ello por el propio bien del sistema, ya que lanzar el mensaje de que s¨®lo conseguiremos mejorar la percepci¨®n de la salud p¨²blica con m¨¢s y m¨¢s recursos resulta, como m¨ªnimo, aventurado. Es evidente que las discusiones en torno a lo que determina la satisfacci¨®n de los usuarios de cualquier servicio pueden ser interminables. La mezcla de elementos objetivos (mejora de las constantes vitales, instalaciones dignas, ratios correctas de personal de atencion...) con elementos subjetivos (calidez en las relaciones desarrolladas, trato recibido, expectativas previas, comparaci¨®n con otras experiencias, grado de exigencia...) convierte las cuestiones de satisfacci¨®n y calidad en complejos c¨®cteles no siempre f¨¢ciles de preparar. Pero es precisamente esa mezcla, ese c¨®ctel, lo decisivo a la hora de expresar satisfacci¨®n, confianza, acuerdo entre lo que esperabas encontrar y lo que finalmente has encontrado.
Mientras asistimos a cambios vertiginosos en las formas de producci¨®n, en la manera de entender el trabajo y la familia, o en nuestras expectativas de vida, parece que las relaciones m¨¦dico-paciente (y por extensi¨®n las de instituci¨®n sanitaria-enfermo) no tuvieran que cambiar. Pero es indudable que esas relaciones son hoy m¨¢s complejas que antes. Para bien y para mal. Los centros sanitarios est¨¢n sometidos a todo tipo de regulaciones y los diversos protagonistas tienen derechos y deberes. Ello genera problem¨¢ticas que no se resuelven s¨®lo con m¨¢s recursos, sino con m¨¢s transparencia y m¨¢s capacidad mediadora y contractual. Pero un centro sanitario es sobre todo un espacio en el que se establece una relaci¨®n profesional entre experto y no experto en busca de ayuda, y esa relaci¨®n tampoco puede ser la misma que era hace 20 o 30 a?os. La asimetr¨ªa de recursos sigue existiendo, pero los clientes tienen m¨¢s formaci¨®n, m¨¢s recursos de informaci¨®n, y por lo tanto ello exige compartir m¨¢s, construir juntos diagn¨®sticos y caminos de salida, explicarse mejor los expertos y entender (y no simplemente obeceder) los no expertos. Los centros son tambi¨¦n un gran conglomerado de servicios. Servicios sanitarios, sin duda; pero tambi¨¦n servicios de hosteler¨ªa, servicios de informaci¨®n, v¨ªas de acceso y lugares de espera y encuentro. Y todo ello, junto con los dem¨¢s aspectos mencionados, acabar¨¢ decantando percepciones, valoraciones, satisfacciones. En ese mundo de servicios, el tipo de relaci¨®n que caracterizaba y caracteriza el v¨ªnculo profesional-cliente, m¨¦dico-paciente, no tiene raz¨®n alguna para mantenerse, y requiere por tanto abordajes distintos. Y no olvidemos que todo centro sanitario es asimismo un espacio en el que se ejerce la ciudadan¨ªa. Un paciente no deja de ser ciudadano cuando atraviesa la puerta de un hospital.
En ese sentido, la reciente ley de cohesi¨®n y calidad del sistema nacional de salud afirma que los ciudadanos tienen derecho a participar en el sistema, tanto para que se les respete su autonom¨ªa en las decisiones que tomen como para que se tengan en cuenta sus expectativas, sus conocimientos y experiencias como integrantes que son del colectivo de usuarios de la sanidad. La Fundaci¨®n Salud, Innovaci¨®n y Sociedad promovi¨® hace unos meses unas jornadas sobre ello en Madrid. Tambi¨¦n el Ayuntamiento de Barcelona ha promovido diversas iniciativas al respecto, y el Instituto de Estudios de la Salud y la Direcci¨®n General de Salud P¨²blica de la Generalitat est¨¢n trabajando precisamente en la cuesti¨®n, desde una perspectiva estrat¨¦gica. Sin menospreciar la enorme significaci¨®n que tiene la cuant¨ªa de gasto p¨²blico dedicada a la sanidad, que inevitablemente deber¨¢ aumentar en los pr¨®ximos a?os, creo que no deber¨ªamos dejar de prestar atenci¨®n a los elementos de participaci¨®n ciudadana en el sistema de salud. Sabemos perfectamente que cuando la gente manifiesta problemas de salud no reclama s¨®lo prestaciones cl¨ªnicas, sino tambi¨¦n emocionales, psicol¨®gicas y sociales. Si lo que queremos es construir autonom¨ªa, ello no puede hacerse sin el paciente-ciudadano, y tampoco desde la concepci¨®n m¨¦dico-h¨¦roe solitario. A la cl¨¢sica combinaci¨®n de pol¨ªticos, m¨¦dicos, gestores, economistas y empresas farmac¨¦uticas, no estar¨ªa mal a?adir unas cuantas dosis de ciudadan¨ªa por v¨ªa directa. Y ello puede hacerse (y se ha empezado a hacer) de diversas maneras. Lo importante es estar dispuesto a experimentar y a reconocer que cada vez m¨¢s necesitamos a la gente para saber cu¨¢l es el problema y cu¨¢l la soluci¨®n, ya que, en definitiva, es la propia gente la que es parte del problema y parte de la soluci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.