Los Reyes Magos lanzan un mensaje de solidaridad con las v¨ªctimas del sureste asi¨¢tico
Una mujer pari¨® en la plaza de Urquinaona mientras pasaba el rey Baltasar
![Ana Pantaleoni](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F47e0754b-e0f6-487f-b8f6-a90670d2ad7d.jpg?auth=563ad7814c068229f30ff5a5b29eae721323804ecacdd8fbdaeb3cfd98a4f97e&width=100&height=100&smart=true)
El primer recuerdo fue para ellos, para todos los ni?os y para todos los padres que han sufrido las olas gigantes en Asia. Y con este recuerdo el rey Melchor pidi¨® ayer a las personas reunidas en el puerto de Barcelona que lanzaran una ola de besos al aire para los ni?os del sureste asi¨¢tico. Unos 375.000 ciudadanos participaron en directo en Barcelona en la cabalgata de los Reyes Magos, que este a?o se ha vestido de letras para conmemorar el A?o del Libro. Una mujer pari¨® en plena plaza de Urquinaona mientras pasaba el rey Baltasar.
"Yo este barco lo he visto antes. Ya s¨¦, en la peli de Peter Pan". Carlos, de cuatro a?os, llevaba tres horas esperando a que llegaran sus h¨¦roes: Melchor, Gaspar y Baltasar. Y a ellos les ha pedido que esta ma?ana aparezca en el sal¨®n de su casa el coche de Batman. Los Magos de Oriente llegaron al Portal de la Pau en el paquebote Santa Eul¨¤lia con una puntualidad brit¨¢nica. A las 17.28 horas el barco atrac¨® en el puerto.
Como es habitual, el alcalde de Barcelona, Joan Clos, les dio la bienvenida. Desde el balc¨®n del edificio de la Autoridad Portuaria de Barcelona, Clos entreg¨® a Sus Majestades la llave de la ciudad para facilitar la entrada en las casas de todos los ni?os y que pudieran entregar los regalos. Tambi¨¦n les dio el pan y la sal, una antigua tradici¨®n, en recuerdo de cuando Barcelona estaba amurallada y se proporcionaba pan para comer y sal para guardar los alimentos.
Clos agradeci¨® especialmente la presencia de los Reyes, llegados desde otra parte del mundo, y les pidi¨® que, adem¨¢s de juguetes, regalaran libros para que "los m¨¢s peque?os se acostumbren a leer y aprendan a explorar mundos imaginarios".
Melchor anunci¨® a los ni?os la entrega de unos documentos preciosos de valor incalculable. El rey Baltasar portaba uno de los tesoros m¨¢s preciados de su reino natal, Nubia: una colecci¨®n de papiros con jerogl¨ªficos. Melchor, llegado de Oriente Medio, llevaba tablas de arcilla con inscripciones que defini¨® como "los primeros deberes de matem¨¢ticas de la historia". Y Gaspar, de Assam, ofreci¨® incripciones en tela con palabras en chino, hoy la lengua m¨¢s hablada del mundo.
Melchor, portavoz de los tres Reyes, asegur¨® que cada a?o se montan en sus barcos para dar una r¨¢pida vuelta al planeta y ver c¨®mo andan las cosas. "Vemos que en nuestro mundo hay enfermedad, violencia. Todav¨ªa no se ha escrito el libro para curar el mundo. ?Lo escribir¨¦is vosotros?", pregunt¨®.
Los ni?os estaban dispuestos a participar. "Un beso para Baltasar", ped¨ªa una ni?a desde el otro lado de la valla. "A m¨ª me da igual, me traigan lo que me traigan", gritaba Lucas, de ocho a?os y medio. Pero tras unos segundos de profunda meditaci¨®n, a?adi¨®: "Bueno, libros mejor que no". Quien s¨ª lo ten¨ªa claro era Ismael, aunque tambi¨¦n era consciente de que no se ha portado muy bien este a?o: "He pedido un ch¨¢ndal del Madrid, un juego de la PlayStation 2 y un coche teledirigido tuneado". Ismael como otros cientos de ni?os, aguardaba ayer en primera fila el paso de las carrozas. Un coche con una estrella gigante abr¨ªa el recorrido. Un total de 192 artistas, 90 t¨¦cnicos y 400 veh¨ªculos y elementos m¨®viles participaron en esta cabalgata literaria. Mientras las carrozas desfilaban por la plaza de Urquinaona, una mujer dio a luz en el interior de una ambulancia.
Camellos reales
Los camellos cargados de regalos -por primera vez animales vivos- levantaron gran expectaci¨®n. Sus movimientos pendulantes impresionaban a los que estaban m¨¢s cerca.
La primera fila de todas las calles estaba abarrotada. Los ni?os, con gorros y bufandas; los padres, cargados con c¨¢maras digitales y tel¨¦fonos m¨®viles para inmortalizar el momento. Xavi, a hombros de su padre, no pod¨ªa ni moverse. Parec¨ªa hipnotizado. Y por su mejilla rodaba una l¨¢grima. Por el fr¨ªo, seguramente.
Los m¨¢s espabilados sacaron las escaleras m¨¢s altas a la calle para que sus ni?os tuvieran vistas privilegiadas. Otros realizaban acrobacias en las barras de las bicicletas y los contenedores de la basura.
Montserrat acompa?aba a sus tres nietos cargando unos farolillos: "Cuando mis hijos eran peque?os siempre ¨ªbamos a la cabalgata con farolillos; incluso hab¨ªa concursos", recordaba Montserrat.
Sin duda, pese a la falta de farolillos, ayer fue una noche m¨¢gica. Y no s¨®lo para los ni?os.
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