El rock de la tragedia
El rock, que el pasado 30 de diciembre provoc¨® una tragedia de 187 muertos en Buenos Aires, ha desplazado al tango en el correlato de las crisis sociales y las tragedias contempor¨¢neas de Argentina. El Cambalache que Enrique Santos Discepolo escribi¨® cuando comenzaba la llamada d¨¦cada infame de la historia argentina, posterior a la crisis de 1929, todav¨ªa advierte "que el mundo fue y ser¨¢ una porquer¨ªa, en el 506 y en el 2000 tambi¨¦n", pero a los j¨®venes adaptados a sobrevivir en los suburbios que controla la temida polic¨ªa bonaerense, el himno tanguero les suena hoy a canci¨®n de cuna.
Hacia el final de la dictadura, a comienzos de los a?os ochenta, mientras el tango convocaba a Honrar la vida, uno de los temas m¨¢s populares de la autora e int¨¦rprete Eladia Bl¨¢zquez, el emblem¨¢tico m¨²sico de rock Charly Garc¨ªa, en su tema Los dinosaurios, anticipaba: "Los amigos del barrio pueden desaparecer / pero los dinosaurios van a desaparecer".
"Nunca m¨¢s voy a cantar, mam¨¢, nunca m¨¢s", dec¨ªa El Pato a su madre, ingresada en un hospital, cuando logr¨® dar con ella. Los miembros de la banda sab¨ªan que algo as¨ª pod¨ªa ocurrir
Para cuando la banda de Los Redondos decidi¨® no tocar m¨¢s en p¨²blico, hacia finales de 2002, ya se hab¨ªan formado m¨¢s de 500 a su imagen y semejanza en la periferia de Buenos Aires
En los a?os noventa, cuando se liquidaron las empresas del Estado y el Gobierno del ex presidente Carlos Menem impuls¨® una apertura indiscriminada y salvaje de la econom¨ªa que acab¨® sumergiendo en la miseria a la mitad del pa¨ªs, el llamado en principio rock chab¨®n (com¨²n) y luego rock barrial se convirti¨® en la voz de los millones de j¨®venes desplazados del aparato productivo y de los que fueron luego definitivamente excluidos de todo futuro digno y posible.
"Hace mucho tiempo escucho voces y ni una palabra. / Y mis ojos maltratados se refugian en la nada / y se cansan de ver un mont¨®n de caras y ni una mirada. / Una nueva noche fr¨ªa en el barrio (...) Van quedando pocas sonrisas / prisioneros de esta c¨¢rcel de tiza, / se apag¨® el sentido, / se encendi¨® un silencio de misa", dice hoy la letra de moda, Una nueva noche fr¨ªa, de Callejeros, el grupo que no lleg¨® a interpretar su primer tema el pasado jueves 30 de diciembre. Poco despu¨¦s de las diez de la noche, cuando comenzaba el tercer concierto consecutivo en la discoteca Rep¨²blica Cromagnon del barrio de Once, en el centro de Buenos Aires, los m¨²sicos de la banda, horrorizados, vieron c¨®mo una de las bengalas encend¨ªa las telas y la goma espuma con que se hab¨ªa recubierto el techo para insonorizarlo luego de que los vecinos se quejaran del atronador volumen de los grupos que tocaban en el lugar. El principio de incendio y el p¨¢nico posterior dejaron m¨¢s de 187 muertos por intoxicaci¨®n o asfixia, la mayor¨ªa de ellos j¨®venes, aplastados entre s¨ª cuando intentaban abrir una amplia puerta de emergencia cerrada con candado y alambre.
Las letras de los grupos emblem¨¢ticos, seguidas por miles de fan¨¢ticos a todos los sitios del pa¨ªs que semejaban en su ritual a las barras bravas del f¨²tbol, escribieron la primera versi¨®n de lo que estaba sucediendo bajo el menemismo y, en algunas ocasiones, se anticiparon a contar lo que iba a suceder en las calles con los millones de desempleados.
Los conciertos del m¨ªtico grupo Los Redondos de Ricota se anunciaban como misas, y los adolescentes se citaban para "ir al templo". La liturgia inclu¨ªa un lenguaje propio. Para hacer saber de su presencia incondicional, los ultras se identificaban con banderas que colgaban de los balcones, o trapos, como se llaman en la jerga, con el nombre de los barrios de origen. Los Redondos, liderados por el indio Solari, no ten¨ªan ya d¨®nde tocar a mediados de los noventa. Eleg¨ªan sitios alejados de las grandes ciudades, pero hasta all¨ª llegaban miles de j¨®venes que beb¨ªan y dorm¨ªan donde les encontrara la noche o se apostaban varios d¨ªas antes en tiendas de campa?a, casas, pensiones y hoteles. Las barras y la polic¨ªa se odiaban, y los enfrentamientos eran cada vez m¨¢s graves. Para cuando esa banda decidi¨® no tocar m¨¢s en p¨²blico, hacia finales de 2002, ya se hab¨ªan formado m¨¢s de 500 a su imagen y semejanza en la periferia de Buenos Aires.
Entre ellas, Callejeros, que a¨²n no ten¨ªa ese nombre ni la misma formaci¨®n en 1997, cuando los primeros integrantes se juntaron en Villa Celina. Para los vecinos eran "los borrachos de la esquina". Hasta 2003, cuando ya hab¨ªan editado dos de sus tres discos, Sed y Pasi¨®n, se los conoc¨ªa m¨¢s como los teloneros de otros grupos de convocatoria masiva -Los Piojos, La Renga o Divididos-. Quienes les siguen desde entonces dicen que comenzaron a ser escuchados y pasados en emisoras de radio por las letras de sus canciones. Palo, por Paloma, de 20 a?os, recuerda ahora, entre l¨¢grimas: "Hablaban de nosotros, ?entend¨¦s?, de lo que nos pasaba cada d¨ªa, de lo que ve¨ªamos en el barrio, de lo que sent¨ªamos, en medio de toda la mierda".
"Tuvimos suerte y quemamos al fr¨ªo, pero nuestros humos nos ahogaron de raz¨®n", dice la letra de Ahogados de raz¨®n, una canci¨®n escrita a cuatro manos por Maximiliano Djerfy, Maxi, uno de los guitarristas, y Patricio Santos Fontanet, El Pato, voz de Callejeros. El jueves 30 de diciembre no llegaron a tocar ese tema. El grupo logr¨® huir por la puerta de ingreso de los equipos de sonido, situada detr¨¢s del escenario. Pero nada pudieron hacer desde all¨ª para rescatar a familiares y amigos que estaban en los balcones de los llamados palcos vip, a los que se llegaba por escaleras que a la hora del concierto estaban atestadas de gente. La polic¨ªa estim¨® luego que en el local, con un aforo m¨¢ximo de 1.300 personas, habr¨ªa m¨¢s de 4.000. En uno de los aseos de mujeres se hab¨ªa improvisado una guarder¨ªa en la que la se?ora de la limpieza cuidaba a unos "20 o 30" ni?os menores de 10 a?os. Aun antes del incendio, muchos adolescentes se sofocaron, les faltaba el aire. El sal¨®n principal no ten¨ªa ventilaci¨®n alguna.
Tambi¨¦n la familia
Entre las v¨ªctimas se encuentran el padre de Maxi, el guitarrista, uno de sus t¨ªos y su ahijada; la esposa de Diego Arga?araz, el representante de Callejeros, que adem¨¢s tiene a su hermana en cuidados intensivos. Tambi¨¦n muri¨® Dilva Paz, madre del bater¨ªa, Eduardo Edu V¨¢squez. La madre del Pato Fontanet, el cantante, se recupera de sus heridas en el hospital, pero su novia, Mariana, el pasado jueves segu¨ªa en estado cr¨ªtico. El padre de Elio Delgado, el otro guitarrista de la banda, sufri¨® quemaduras y su situaci¨®n es delicada.
"Nunca m¨¢s voy a cantar, mam¨¢, nunca m¨¢s", dec¨ªa, entre l¨¢grimas, el Pato Fontanet a su madre, ingresada en un hospital, cuando logr¨® dar con ella. Los miembros de la banda sab¨ªan que algo as¨ª pod¨ªa ocurrir. Ya hab¨ªan discutido entre ellos sobre qu¨¦ hacer con las bengalas. En las presentaciones de los dos d¨ªas anteriores reprocharon a sus seguidores. "Basta, loco, as¨ª no se puede seguir", gritaba El Pato, que recurr¨ªa a broncodilatadores cuando le ahogaba el humo. El primer tema se interrumpi¨® cuando alguien, desde el escenario, grit¨®: "Loco, rajen de ac¨¢, se quema todo".
"El humo no dejaba ver el cielo"
LAS BENGALAS comenzaron a utilizarse en los conciertos de rock organizados en campos de f¨²tbol para que un grupo se abriera camino hasta las cercan¨ªas del escenario. El que llevaba la bengala encendida se sub¨ªa a horcajadas de otro, el resto empujaba y los dem¨¢s le abr¨ªan paso. El juego inicial fue pronto parte de la coreograf¨ªa. Desde las tribunas pod¨ªa verse partir, de forma simult¨¢nea, a tres grupos con bengalas encendidas que iban a rendir tributo a sus ¨ªdolos. Luego le sigui¨® la competici¨®n, a ver qui¨¦n encend¨ªa m¨¢s. En 2004, Callejeros pas¨® a ser considerada "la banda m¨¢s pirot¨¦cnica", porque sus fan¨¢ticos eran los que "m¨¢s bengalas por tema" consum¨ªan. En 2004 editaron Rocanroles sin destino, y la presentaci¨®n, en un campo de f¨²tbol, reuni¨® 10.000 personas. Esa noche, seg¨²n cuentan, "el humo no dejaba ver el cielo".
Antes y despu¨¦s de la tragedia, los seguidores de Callejeros discut¨ªan sobre el tema de las bengalas en Internet. "Todav¨ªa estoy tosiendo por el humo, pero vali¨® la pena casi morir por falta de aire", escribi¨® uno de los asistentes al concierto del 28. "Qu¨¦ feo que es, la puta madre, quer¨ªa respirar y no pod¨ªa, as¨ª que me tuve que ir atr¨¢s, donde estaba el aire. Pero no importa, ?aguanten las bengalas!", respond¨ªa otro.
"Un boludo me quem¨® el ojo cuando prend¨ª una bengala y se vino al lado m¨ªo con la de ¨¦l en el tema Tiempo de estar, y no s¨¦ por qu¨¦ termin¨¦ con las manos y el brazo con heridas que sangraban y me asust¨¦... eran los chispazos de las bengalas, pero bue...". El mensaje inclu¨ªa una referencia al empresario Omar Chab¨¢n, actualmente en prisi¨®n preventiva: "El due?o de Cromagnon me tiene las bolas llenas, hasta tuve una pesadilla, so?¨¦ que me gritaba: 'Nene, no enciendas bengalas". Al d¨ªa siguiente del incendio, uno de los sobrevivientes escribi¨®: "El lugar se quem¨® con una candela que estaba en manos de un nene de cinco a?os subido a los hombros de alguien". Y otro de los participantes del chat pregunt¨®: "?Vos est¨¢s seguro de esto? Porque yo lo vi al chab¨®n que ten¨ªa la candela, estaba a tres metros m¨ªo, y no era un pibito, era un chab¨®n grande".
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