He visto a Josu Jon
S¨ª, le he visto. Antes s¨®lo le hab¨ªa escuchado. Ahora le he visto..., y todo queda m¨¢s claro. Cuando menos para uno. Entrevistaban por la ma?ana a Josu Jon Imaz, presidente del EBB, en la radio. Hablaba con soltura. Tambi¨¦n con ingenuidad, creo, pero con soltura, con frescura. Era lo que con el desayuno percib¨ªa el o¨ªdo. Luego le v¨ª. V¨ª la entrevista en los informativos de la noche en televisi¨®n. Y se le ve¨ªa crispado, tenso, agresivo. Era la misma escena o¨ªda y vista. Vistas, eran las dos caras de Jano buscando encajar en una ¨²nica fisonom¨ªa. Y no cuadraban. Deformaban m¨¢s bien el semblante. Se peleaban el buen juicio y la intransigencia, la raz¨®n y la devoci¨®n. El resultado eran unas facciones crispadas y palabras que se espetaban, m¨¢s que decirlas. No pienso, cuando escribo, en la persona. En absoluto. Quiz¨¢ reconozco un s¨ªmbolo de una situaci¨®n, de un modo de ver las cosas.
Hablaba en la radio Josu Jon buscando transmitir ecuanimidad y raz¨®n, aunque se le colara la sinraz¨®n. Era lo que uno o¨ªa. Parec¨ªa tener un discurso franco y cr¨¦dulo. Preocupante, cierto, pues la credulidad es una maldad hecha de buena fe. Pero, vaya, parec¨ªa equivocarse, sin m¨¢s. Esto es bueno; aqu¨ª, lo que simplemente roce el terreno de la raz¨®n es ya bueno. Caben argumentos frente a quien se equivoca. Argumento contra argumento. Puede ser. Su tesis era una fantas¨ªa construida sobre las concesiones-debilidad del otro, cierta simplicidad hecha de sentido com¨²n (ya lo dijo Gramsci, algo muy distinto al buen sentido), y una visi¨®n vulgar de progreso en clave nacionalista. Una capacidad de fantas¨ªa que me sorprendi¨® desde ni?o y que resulta tan com¨²n a todos los nacionalismos, de El Cabra, a Pertur y Egibar (Por cierto, se acaba de ir por el sumidero el prof¨¦tico 2004-de-Egibar). Part¨ªa, adem¨¢s, de un hecho falso y fundamental.
La fantas¨ªa era que todo lo relativo al Plan Ibarretxe circular¨ªa como lo hizo el Proyecto de Gernika hace veinticinco a?os. Que el Parlamento espa?ol no le pod¨ªa dar un portazo, que podr¨ªan iniciarse negociaciones paralelas y que, en todo caso, quedaba dar voz al pueblo-vasco. Todo ello con coste cero. El hecho falso consist¨ªa en creer que hablamos de lo mismo hoy y hace veinticinco a?os, cuando ni hay consenso en el paisito, ni estamos en un proceso de la envergadura de aqu¨¦l. En el fondo, un gran equ¨ªvoco. El llamado pueblo-vasco corresponder¨ªa para ¨¦l al pa¨ªs. Y esto era lo esencial.
Ver a Josu Jon result¨® demoledor. No se enga?aba. Sab¨ªa que pateaba la raz¨®n (dec¨ªa: "no hablamos de soberan¨ªa, s¨®lo de que el pueblo-vasco decida"). Lo deb¨ªa hacer por el Partido. Es lo que transmit¨ªan las im¨¢genes, su semblante tenso. Otra cosa es la que transmite la faz luminosa del llamado lehendakari. ?l sabe, ha sido ungido como el Bautista que preludia al Mes¨ªas. Por eso est¨¢ dispuesto a recorrer feliz, sonriente, los desiertos; dar la mano a periodistas, ningunear a quien no le d¨¦ la raz¨®n y dialogar, siempre dialogar. Y otra a¨²n el porte de Egibar. Lo ha mamado desde ni?o: estamos ellos, los violentos-descarriados, y nosotros; somos la familia, los vascos. Pero hay unos terceros, Madrid (PSE-EE y PP), con quienes tambi¨¦n hay que contar para arreglar la-cosa. Suele decirlo en donde sea. Pero si es en una sociedad gastron¨®mica o ETB-1, lo har¨¢ con mayor naturalidad. Lo mama, lo cree de coraz¨®n, no entiende otra cosa. Son tres caras (el atormentado, el iluminado y el natural) para una misma idea que impregna el nacionalismo vasco de hoy: somos el-pueblo-vasco. Y esto nos destruir¨¢. Quedar¨¢n cascotes rotos, ratas, donde antes hubo algo.
?Los hechos? Las Cortes rechazar¨¢n la propuesta en marzo. En mayo habr¨¢ elecciones auton¨®micas en torno a Madrid-no-nos-entiende. Un plebiscito f¨¢cil de ganar para Ibarretxe. Y, posteriormente, se acabar¨¢ negociando sobre nuestra ruina. Waking in the Blue (Lowell), despertar en azul / melancol¨ªa. Los cuervos nos sobrevolar¨¢n, y sonreiremos a Josu Jon, futbolista a sus veinte; nos dejar¨¢n afeitarnos ante espejos met¨¢licos con una roma navaja de afeitar. En Santa ?gueda o Bermeo.
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