?Indecisi¨®n?
Una lectora me env¨ªa una tarjeta de visita amarillenta hallada entre los recuerdos de su anciana madre. Est¨¢ escrita en los a?os que siguieron a la guerra civil en respuesta a una felicitaci¨®n navide?a. Dice as¨ª: "Que Dios te pague tu recuerdo y este a?o t¨² y todos los tuyos est¨¦is los primeros en Bel¨¦n para alistaros de voluntarios en la Divisi¨®n de los santos que a la bayoneta calada tomen esta cota de la historia, tan enriscada en el mal unas veces y en el entreguismo e indecisi¨®n de los buenos, otras".
A mi amiga le parece bien que no quiera yo mentar el 36, pero cree que a¨²n peor ser¨ªa olvidarlo. Ha comprobado que el contenido de la nota sigue produci¨¦ndole una inquietante reverberaci¨®n.
Hemos descubierto, no hace tanto, que donde nos aprieta el zapato es en la convivencia entre los vascos cuando el nacionalismo act¨²a como piedra de toque. Pero me temo, como ha intuido mi amable lectora, que algo oscuro empieza a moverse tambi¨¦n en la cuenta del olvido de las generaciones que superamos la cincuentena. Que en tema de guerras civiles, los vascos solemos empezarlas, pero nunca las terminamos solos.
Un aspecto que me ha impresionado de la tarjeta es la naturalidad con que el autor conjuga el fratricidio con el esp¨ªritu navide?o. Esa llamada a llegar los primeros a Bel¨¦n para acabar a bayonetazos con otros a quienes no se reconoce como conciudadanos. Aunque seguramente sea eso la guerra civil: un desgarro del alma colectiva, un reordenamiento horripilante de las fronteras entre la fratr¨ªa con los nuestros y la animadversi¨®n con los ex nuestros.
Sin embargo, lo que a m¨ª m¨¢s me ha impresionado es la actualidad de otra frase. Que el objetivo de ese asalto necesario no sea "el mal", o sea, el enemigo del otro lado de la trinchera, sino "el entreguismo y la indecisi¨®n de los buenos".
Ese hombre, seg¨²n he sabido, hab¨ªa quedado destrozado por la p¨¦rdida de dos de sus hijos, fusilados en un barco prisi¨®n. Sin embargo, su deseo de venganza -que ¨¦l sin duda vivir¨ªa como sed de justicia- se extend¨ªa desde los asesinos de sus hijos hasta incluir a quienes, mediante su pasividad, hab¨ªan abierto las puertas al mal.
Estos d¨ªas, el reproche de falta de contundencia en la respuesta debida abandera la oposici¨®n mayoritaria contra el Gobierno de la naci¨®n y su presidente. Tal parece que el mayor peligro para la convivencia en Euskadi y para la existencia misma de Espa?a se encuentre en Zapatero m¨¢s que en la inconstitucionalidad del proyecto aprobado por el Parlamento vasco.
Pero si tan peligroso es exagerar la gravedad del problema como confiar en que la parsimonia forma parte de la soluci¨®n, urge el consenso pol¨ªtico en la determinaci¨®n de nuestro nivel de preocupaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.