Fragassic Park
1. A RA?Z DEL INFORME sobre el nivel educativo en Espa?a, se ha escrito que nuestros estudiantes son tarugos, cazurros, torpes, malcriados y vagos; pero entre todos nos hemos callado lo m¨¢s grave: los muy cerdos son j¨®venes. Eso s¨ª, que se preparen, porque algunos ya empiezan a ser maestros, y veremos lo que escribir¨¢n de la siguiente generaci¨®n. Esto va as¨ª: la especie empeora, y empeora, y empeora, como prueba que en el principio de los tiempos fue Manuel Fraga.
2. Es el a?o 18734 de la Quinta Era. Despu¨¦s de cinco o seis glaciaciones bastante considerables, los dinosaurios vuelven a dominar la Tierra. Sin embargo, algo va a revolucionar su pac¨ªfica existencia. Un mosquito que pic¨® a Fraga miles de a?os atr¨¢s ha quedado atrapado en un pedazo de resina. Los dinosaurios quedan intrigados por el hallazgo. La curiosidad, que es muy mala, les conduce a la temeridad de reconstruir el ADN de don Manuel y, lo que es m¨¢s grave, a clonar individuos. Pronto la Tierra comienza a poblarse de Fragas. Se proclama el art¨ªculo 155: "Al dinosaurio, yo lo trinco". Etc¨¦tera. La pel¨ªcula acaba bien, gracias a que los dinosaurios entienden que don Manuel es uno de ellos, y viceversa.
En la era digital, todav¨ªa vemos la tele como en tiempos de los teleclubes de Fraga: nos sentamos a ver qu¨¦ echan
3. Imagine que son las dos de la tarde, siente hambre y desea cocinar algo sencillo: macarrones con tomate. Los ni?os lo comer¨¢n bien. Sale usted a la calle, entra en todos los comercios que encuentra, al azar, y va comprando an¨¢rquicamente. Regresa a su domicilio veinte minutos despu¨¦s. En la cesta de la compra tiene dos enchufes, un litro de Mistol, tres seguros contra incendios, seis longanizas y un chupete. "?Es indignante!", se queja. Tiene usted raz¨®n: con esa compra, malamente le saldr¨¢n unos macarrones. En todo caso, sea lo que sea lo que guise, procure no d¨¢rselo a los ni?os. M¨¢s o menos, ¨¦se es nuestro comportamiento habitual ante la televisi¨®n: la consumimos an¨¢rquicamente, al azar, y tras veinte minutos, o varias horas, de zapeo sin rumbo nos indignamos. En la era digital, todav¨ªa vemos la tele como en tiempos de los teleclubes de Fraga: nos sentamos a ver qu¨¦ echan. (Si les apetece, busquen en Google Aprender a ver la tele, art¨ªculo del profesor Jos¨¦ Ignacio Aguaded).
4. Un anuncio del Ministerio de Defensa invita a alistarse. Promete empleo estable en una profesi¨®n con futuro. El reclamo del anuncio es un chico que sostiene entre las manos... ?una pelota de baloncesto! Esto viene a confirmar que, cuatro siglos despu¨¦s, el famoso discurso del Quijote sobre las armas y las letras lo tenemos mal resuelto. "Amigo Sancho, quien sigue la carrera de las armas aprende las nobles artes del baloncesto". El anuncio concluye con una frase que, como tantas frases publicitarias, contiene un equ¨ªvoco: "?A qui¨¦n no le mola un buen cuerpo?". ?Para que luego digan del ministro Bono que no es moderno! Un ej¨¦rcito deportista y metrosexual. La Legi¨®n Beckham. Si mi sargento Lucero levantara la cabeza... "?A ver, formaci¨®n! Hoy, te¨®rica. Un Cetme se compone de tres partes: ca?¨®n, gatillo y culata, que como su propio nombre indica sirve papoyarse nel hombro, cojones". ?A qui¨¦n no le mola un buen cuerpo? Lo que cambia todo. Aunque, cuando despertemos, Fraga seguir¨¢ ah¨ª.
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